El cardenal cuestionó en su homilía la soberbia y la acumulación de riqueza y poder. Y pidió “grandeza con los pies en la tierra”. Con la presidenta Cristina Kirchner en Chaco y el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, en primera fila, el arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, presidió ayer el Tedeum por el 25 de Mayo en la catedral porteña. En su homilía, el cardenal advirtió que “no se cimentó la Patria con delirios de grandeza desafiantes y poco creíbles”.
Latradicional ceremonia religiosa contó con poca presencia, por el mal tiempo. “Los maquillajes del vestido del poder y la reivindicación rencorosa son una cáscara de almas que llenan su vacío triste”, aseveró el arzobispo, para quien esos trajes encubren la incapacidad de quienes los usan “para brindar caminos creativos que inspiren confianza. Es el vaciamiento de lo consecuente, de lo compulsivo, de la soberbia en su manifestación más torpe, que es la veleidad”.
Haciendo alusión a la fecha patria, un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, Bergoglio señaló que “desde el camino de 200 años, el día de hoy nos invita a despertar una vez más a la humildad, a la humildad de aceptar lo que podemos y somos. A tener la grandeza de compartir sin engaños ni apariencias, porque no olvidemos que las ambiciones desmedidas sólo lograrán que el supuesto vencedor sea el rey de un desierto, de una tierra arrasada o el capataz de una propiedad foránea”.
Llamó a seguir el camino de quienes “lucharon por la patria más allá de las diferencias”, y advirtió que cuando nos proponemos lo “imposible, nos castigamos con lo irrealizable. Nos atosigamos hasta deprimirnos con nuestras ambiciones y necesidad de ser reconocidos, de resaltar, o con nuestra mendicidad de afecto. No es otra cosa el acumular poder y riqueza”.
Exhortó a “escuchar, pensar y sentir para actuar de acuerdo a nuestro horizonte y anhelos de grandeza pero con los pies en la tierra”.
Antes de finalizar, Bergoglio invitó a rezar de pie una oración por la Patria.
Fuente: larazon.com
