Grecia enfrenta su tercera huelga general del año y era teatro de masivas protestas contra el plan de ajuste elaborado por el gobierno para obtener los respaldos financieros con los que espera evitar la bancarrota.
El paro general tenía una fuerte repercusión en los servicios públicos, los transportes y el comercio, aunque el primer ministro socialista Giorgos Papandreou se dijo decidido a aplicarlo contra viento y marea.
Unas 20.000 personas, según la policía –el doble, según los medios de prensa– se habían congregado a inicios de la tarde en Atenas.
La tradicional columna sindical se vio esta vez desbordada por la afluencia de ciudadanos que respondían a la convocatoria del movimiento de los «indignados», creado el 25 de mayo en Atenas bajo la inspiración de su par español.
Con trompetas, silbatos y cacerolas la multitud se congregó por la mañana frente al Parlamento, en la plaza Syntagma, rodeada por un impresionante despliegue de las fuerzas de seguridad.
Los grupos que convocaron a la protesta insistían en la necesidad de que ésta mantuviera su carácter pacífico, aunque varias escaramuzas se produjeron entre pequeños grupos de manifestantes y los policías, que los repelieron con gases lacrimógenos.
El ministerio de Salud dio parte de tres heridos, en tanto que una fuente de la policía señaló siete lesionados, entre ellos algunos uniformados.
Un grupo de manifestantes consiguió desbordar un cordón policial que protegía la sedes del gobierno y de la presidencia, antes de ser rechazada con gases irritantes.
Pero los participantes en la movilización fracasaron en su tentativa de formar una cadena humana en torno al Parlamento, donde los legisladores tienen que empezar a discutir el nuevo programa de ajuste, con la intención de someterlo a votación a fin de mes.
Papandreou afirmó que el gobierno «asumirá sus responsabilidades, seguirá avanzando y tomará las medidas necesarias para sacar al país de la crisis».
Agregó que seguirá buscando un consenso con la oposición, exigido por los acreedores de Grecia, que sin embargo no consiguen entenderse entre sí sobre la mejor manera de rescatar a este país de la Eurozona, amenazado de quiebra según las agencias de calificación financiera.
Una reunión de ministros de Finanzas de la Eurozona concluyó sin resultados en Bruselas.
Alemania aboga por que los acreedores privados, como bancos, aseguradoras, fondos de pensiones e inversiones, acepten una moratoria de siete años sobre los vencimientos de la deuda griega, como parte de un paquete global en el que el FMI y la Eurozona volverían a prestar dinero.
Pero el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y Francia sostienen que toda participación del sector privado debe ser voluntaria, para evitar la percepción de que Grecia es incapaz de reembolsar su deuda, lo que podría desencadenar un terremoto en los mercados y sacudir a toda la zona euro.
La agencia calificadora Standard and Poor’s rebajó el miércoles en tres peldaños la nota de cuatro bancos griegos, a «CCC», o sea la misma calificación atribuida esta semana a la deuda a largo plazo de Grecia, la peor del mundo, previa al default.
El gobierno, bajo presión de los mercados, ya aplicó un programa de austeridad en 2010, pero decidió un ajuste suplementario, que incluye recortes por 28.400 millones de euros hasta 2015 y un plan de privatizaciones masivas.
Según el gobierno, el voto en el Parlamento de este proyecto de ley es una condición al desembolso del quinto segmento de un préstamo de 110.000 millones de euros otorgado en 2010 por la UE y el FMI, de los que ya recibió 53.000 millones.
Los eslóganes de los manifestantes apuntaban a los dirigentes políticos del país, más que a sus acreedores financieros.
«Ladrones», gritaban los manifestantes a los coches oficiales que transitaban por la zona.
El descontento social pone en aprietos al Partido Socialista (PASOK, en el poder desde 2009).
El socialista Giorgos Lianis anunció el martes su renuncia como diputado, por considerar que la política del gobierno había «fracasado». Tras esa decisión, los socialistas se quedaron con 155 diputados, sobre un total de 300.
Otro diputado socialista anunció recientemente que votaría contra el plan.
La deuda de Grecia, de casi 350.000 millones de euros, representa el 150% del Producto Interior Bruto (PIB) del país.
El déficit presupuestario griego llegará a fines de 2011 a 9,5% del PIB, según las previsiones de la Comisión Europea en mayo.
Reflejo de la preocupación creciente de los mercados, las tasas de los bonos griegos registraron el martes un nuevo máximo histórico, por encima del 17%.
AFP