Lo habilitaron ayer y ayudará a “soportar” las lluvias. Arranca en la calle Niceto Vega y llega a Costa Salguero, donde desemboca en el Río de La Plata. Buscará evitar las inundaciones en Palermo y Villa Crespo, y beneficiará a 250 mil vecinos.
El túnel aliviador del Maldonado, la obra hidráulica más importante de los últimos tiempos en la Ciudad y que servirá para contener las clásicas inundaciones en Palermo y Villa Crespo, quedó en funcionamiento ayer, luego de ser presentado por el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. La medida beneficiará a 250 mil personas.
El túnel corto -la primera parte de la obra- mide 4,6 kilómetros de largo y tiene 6,9 metros de diámetro. Desde ayer ya comenzó a llenarse de agua. Arranca en la calle Niceto Vega, en Palermo, y llega hasta el complejo Costa Salguero para desembocar en el Río de la Plata. En tanto, la tuneladora Walkyria avanza en la construcción del segundo canal (ya se hicieron cinco de los 9,8 kilómetros que tendrá), que también desemboca en Costa Salguero, pero se une al Maldonado a la altura de la calle Cuenca. Se trata de una construcción que beneficiará, según adelantaron desde la Ciudad, a medio millón de vecinos.
Se intenta evitar las habituales inundaciones de la zona. La última, y una de la que más damnificados dejó (pérdidas en locales, casas, autos totalmente inundados), ocurrió el 20 de febrero pasado de 2010, cuando cayeron 61 milímetros de agua, afectando a los barrios de Palermo, Villa Crespo, Belgrano y Núñez.
“Lo importante es que a partir de ahora se va a duplicar la capacidad de drenaje al Río de La Plata. Va a ayudar a mejorarle la calidad de vida de los vecinos”, dijo Macri, quien estuvo acompañado por Aníbal Ibarra y Jorge Telerman, ambos ex jefes de Gobierno de la Ciudad. Estuvieron todos juntos en la inauguración porque el proyecto del túnel atravesó varias gestiones. (ver recuadro). “Cuando el arroyo Maldonado desborde por la acción de las lluvias, el agua se desviará por este camino”, agregó el ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chaín.
Fuente: La Razón
