Con el fallecimiento del dibujante Solano López, una de las mejores historietas argentinas queda huérfana. El Eternauta retrató la Ciudad y la sociedad porteña de una época.
Existen muchísimos porteños que no leen historietas. Tal vez, precisamente por eso, casi todos leyeron El Eternauta. El mensaje y el poder narrativo de la obra de Héctor Oesterheld y Francisco Solano López trascienden las viñetas del comic y se vuelven irresistiblemente atractivos para todos aquellos que disfruten de una buena historia y, sobre todo, de excelentes personajes.
Cuesta encontrar historietas, sean argentinas o no, de la calidad de El Eternauta. A los soberbios dibujos de Solano López se agregan las vueltas de tuerca y por sobre todo, la humanidad de los personajes de Oesterheld. Juan Salvo, el trágico protagonista, es el vecino macanudo y sencillo que cualquiera puede tener al lado. Un hombre modesto, feliz de su vida simple, que ama a su mujer Helena y a su hija Martita, y cuyo mayor placer es juntarse en su casa a jugar al truco con sus amigos.
Este tipo, común hasta decir basta, ve su realidad sacudida en minutos cuando una nieve mortal de origen extraterrestre borra casi toda la vida a su alrededor. En cuestión de pocas horas, su cotidianeidad se hace añicos y, enfundado en una especie de traje de buzo hecho a mano, se alía a los sobrevivientes y marcha a enfrentar un poder alienígena que ni siquiera llega a comprender.
Y es Buenos Aires el escenario y la víctima silenciosa de esta aventura histórica. Los personajes parten desde un pequeño Chalet en Vicente López y recorren, con no pocas dificultades y disgustos en el camino, la cancha de River, la glorieta de Barrancas de Belgrano, el Congreso, el Obelisco, la línea A del Subte, entre otros lugares, todos magistralmente ilustrados por Solano López, y recubiertos de esa tétrica nieve de la muerte.
Las calles, los vehículos, los ambientes y las costumbres de la Ciudad durante los años 60 se ven fielmente retratadas en el comic, tanto con el trazado de escenarios como las expresiones y gestos de los personajes. Esta escenografía consigue que la lectura de la historieta sea, sobre todo para los porteños, más cercana, ágil y entretenida. Y ese es uno de los motivos por el cual El Eternauta ha sido disfrutada por muchas personas poco afectas a los cuadritos y los globos de diálogo.
A esto se suman los extraños y originales personajes extraterrestres que constituyen la invasión. Los repugnantes cascarudos, los imponentes gurbos y los maquiavélicos Manos se desparraman por una Ciudad inerte y es inevitable para el lector sentir que, a pesar del lejano e imaginario origen de todos ellos, los conoce y los ha enfrentado en varias oportunidades.
Por supuesto, las influencias para el desarrollo de estos personajes surgieron de la cotidianeidad de los autores. De todo aquello que los contrariara o les despertara rechazo. Desde la cucaracha del baño hasta el alcahuete de la oficina, todos fueron transformados en enemigos del porteño común y trabajador. El ejemplo más notable de esto son, justamente, los «Ellos», líderes y artífices de la invasión, a quienes nunca se llega a ver. El poder real siempre está en las sombras, invisible al hombre ordinario.
No hace falta ser porteño para disfrutar de El Eternauta, eso queda demostrado con el éxito internacional que ha tenido esta historieta. Pero, al igual que Borges, se le saca más el jugo si uno ha caminado por esas calles que Juan Salvo intentó proteger, a costa de su propia finitud.
El adiós al último Eternauta
En la mañana del viernes, Francisco Solano López, falleció luego de una hemorragia cerebral de la que no se pudo recuperar.
El artista fue el primer ilustrador de los guiones que escribió Héctor Oesterheld de «El Eternauta». La historieta se dio a conocer el 4 de septiembre de 1957 y duró 106 episodios. Posteriormente, Oesterheld la reeditaría con dibujos de Alberto Breccia.
Aunque se lo identifica sobre todo con la obra creada junto a Oesterheld, Solano López tuvo un papel preponderante en la historieta argentina desde la década del ´50, cuando comenzó su tarea en la Editorial Columba. Algunos de sus trabajos más recordados son «Águila Negra» y «Evaristo», que narraba las peripecias del célebre comisario de la Policía Federal, Evaristo Meneses.
Solano López estaba internado en el Hospital Italiano debido a un accidente doméstico -consecuencia de un ACV que sufría desde hace tiempo- desde el domingo pasado, al cuidado de sus hijas Marina y Lorena, ya que sus otros dos hijos viven en Europa.
Debido a un pedido de la familia, los restos del dibujante no serán velados; serán cremados y descansarán en una bóveda del cementerio de la Recoleta.
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