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Ahmadineyad a Asad: “Los problemas deben ser resueltos mediante el diálogo”

El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, en entrevista con la televisión Radiotelevisao Portuguesa instó a su homólogo sirio Bashar Asad detener la dura represión de las protestas en Siria que ya codea la guerra civil mientras se incrementa la presión internacional.

¿Audaz o irónica declaración del presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad? Quien se niega a dialogar acerca de su controvertido programa nuclear y otrora miembro del “eje del mal” (Bush dixit), ha devenido en dialoguista confeso. ¿Será por el temor al efecto contagio o una toma de posiciones frente a la Siria post-Asad, de no poder permanecer Bashar Asad en el poder?

Sea como sea, en opinión de Ahmadineyad, el actual gobierno de Siria y sus oponentes deben sentarse a la mesa de negociaciones. «Una solución militar no es la decisión correcta. Los problemas deben ser resueltos mediante el diálogo», dijo.

La declaración cae como sorpresa en el escenario internacional. USA y otros países occidentales acusan a Irán de su participación en la represión de la revuelta en Siria.

Por su parte, el director del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI) Thierry de Montbrial, declaró que la caída del régimen de Asad podría llevar a un significativo debilitamiento del papel de Irán en Medio Oriente.

«Si pierden los alauitas el poder en Siria, el principal canal de comunicación de los iraníes desaparecerá», aseguró de Montbrial.

Los alauitas son seguidores de una rama del islam, influyentes en la política, economía y la esfera militar en Siria desde la década de los 1970.

Desde mediados de marzo, Siria es escenario de multitudinarias protestas que exigen la renuncia del presidente Bashar Asad. Según defensores de derechos humanos, los choques entre manifestantes y las fuerzas de seguridad han costado ya la vida a más de 2.000 personas.

Las autoridades, por su parte, reportan unos 500 militares y policías muertos desde el inicio de la revuelta provocada, según el Gobierno, por «grupos terroristas armados».

¿Guerra civil inminente?

Los últimos reportes de Siria no son alentadores. Al menos 20 civiles murieron este miércoles (7/09) en la ciudad de Homs, en el centro de Siria, durante la represión que llevaron a cabo las fuerzas de seguridad en el enésimo intento fallido de restablecer la calma y el orden en ese país, donde las protestas, que se iniciaron en marzo, se han extendido a las principales ciudades y a ciertas zonas rurales.

En la localidad de Saramin, cerca de la frontera con Turquía, murieron al menos otras 2 personas, según indicaron activistas sirios. La represión del régimen de Bashar al Asad se ha cobrado la vida de al menos 2.200 personas en los últimos 6 meses, según la ONU, y se estima que medio millar de soldados y policías han sido abatidos por grupos armados rebeldes.

El último acoso del Ejército se centró en barrios suníes de Homs, donde el suministro eléctrico y de teléfono estuvo cortado durante horas, y no en barrios alauítas. Los suníes constituyen la mayoría de la población siria y también lo son en Homs, aunque en esta ciudad hay algunos barrios alauítas, la secta a la que pertenece Al Asad.

La agencia oficial de noticias SANA informó que ayer (7/09) fueron enterrados en Homs 13 militares y civiles que trabajaban en el Ministerio de Defensa. Aunque no se explicó cómo murieron, a estas alturas ya parece evidente que poco a poco están empezando a operar grupos armados en algunas ciudades del país, tal y como vienen denunciando las autoridades.

El goteo de fallecidos en las filas del Ejército es constante y no se puede explicar únicamente por el ajuste de cuentas entre militares, aunque es muy posible que esta sea la causa de algunas muertes. El tráfico ilegal de armas con Siria lo llevarían a cabo principalmente suníes libaneses que cuentan con el apoyo de Arabia Saudí.

Según el régimen sirio, grupos armados dispararon y lanzaron ayer (7/09) varias granadas contra el hospital militar de Homs. El Gobierno denunció, además, que grupos armados emprendieron acciones de represalia en algunos barrios de la ciudad, probablemente en zonas alauítas, donde están destruyendo propiedades y atacando a civiles.

Cerca de Derá, al sur de Damasco, un artefacto explosivo fue detonado por control remoto al paso de un vehículo militar causando heridas a once militares y tres civiles. Las tácticas de ataque empleadas por los rebeldes son cada vez más elaboradas.

El cariz de los enfrentamientos es mayoritariamente sectario. Los suníes quieren democracia para sacar a la minoría alauíta del poder. Muchos suníes son islamistas y apoyan a los Hermanos Musulmanes, un grupo que históricamente ha contado con un gran respaldo popular, particularmente en el centro del país.

El peligro de una guerra civil es manifiesto y hasta es posible que algunos de los hechos que han ocurrido recientemente sean un avance de un conflicto de esta naturaleza.

Todo parece indicar que Al Asad está decidido a no abandonar el poder de ninguna manera.

De marcharse él, los suníes podrían ajustar cuentas con las restantes minorías y el derramamiento de sangre sería inevitable.

El frente diplomático

El secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, que tenía que haber llegado ayer (7/09) a Damasco con un duro mensaje de la organización panárabe, aplazó, en el último momento, la visita hasta el sábado (10/09) a petición de las autoridades sirias. La Liga Árabe ha adoptado una actitud más beligerante con el régimen baazista y propone reformas democráticas de gran calado.

La presión occidental tampoco se detiene. El ministro de Exteriores francés, Alain Juppé, de visita en Moscú, calificó de «inaceptable» la represión, denunció que el Gobierno de Damasco está cometiendo «crímenes contra la humanidad» y advirtió de que Occidente puede incrementar las sanciones contra el régimen.

Juppé declaró que confía en que Rusia no vete las resoluciones contra Siria en el Consejo de Seguridad de la ONU. Moscú es partidario de que presidente Al Asad implante reformas, mientras que Occidente, como la oposición siria, exige un cambio de régimen inmediato y no contempla diálogo alguno con Damasco.

Como Rusia, Beijing duda de que el camino emprendido por Occidente sea el más apropiado «Incrementar la presión sobre Damasco no es la solución. La dirección correcta para resolver la crisis es comenzar un proceso político global en el que Siria sea el principal agente», declaró Jiang Yu, portavoz del ministro de Exteriores chino.

Y ahora, se sumó Irán.

www.urgente24.com

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