La fuerte demanda de dólares y las continuas ventas del Banco Central para que el precio se mantenga estable, en sumatoria a la utilización de parte de esos fondos para pagar los vencimiento de deuda externa, hicieron que las reservas se hayan reducido en US$ 4000 millones durante el 2011.
No por previsible un fenómeno deja de ser inquietante. Así lo advertían algunas consultoras hace semanas al alertar que una persistente caída en las reservas complicaría al Gobierno en su cruzada por desalentar las crecientes expectativas en torno a un posible aumento en el ritmo de devaluación del peso tras las elecciones, y más aún, cuando las previsiones de ingreso de divisas al país son decrecientes.
La demanda de dólares no cesa y las continuas ventas del Banco Central (BCRA) para que el precio se mantenga estable -además del esfuerzo que debió hacer la entidad monetaria, al utilizar parte de esos fondos para pagar la deuda en moneda extranjera- hacen que esa tenencia se haya reducido en US$ 4000 millones (8%) en lo que va del año, al caer de US$ 52.165 millones el último día hábil de 2010 a US$ 48.126 millones reportados ayer.
Si la comparación se hace respecto del nivel récord de US$ 52.654 millones de fin de enero (cuando el BCRA aún compraba dólares en vez de venderlos), la caída ya supera los US$ 4500 millones.
El esmeril se profundizó ayer, cuando el BCRA debió desprenderse de unos US$ 120 millones más para que el billete siga ofrecido al público en el microcentro porteño a un promedio de $ 4,24, como desde hace 40 días. La estabilidad de ese precio es la génesis del denominado «plan freezer», con el que el Gobierno intenta convencer de que, bajo ninguna circunstancia, se permitirá una disparada del tipo de cambio. El objetivo es que quienes compren dólares terminen preguntándose si hicieron o no un buen negocio.
Pero como esa estrategia no bastó para calmar la sed dolarizadora de empresas e individuos, el «plan freezer » agregó otras herramientas. La última, el Estado movió sus fichas: la Anses no renovó depósitos y el BCRA les dio cobertura al pagarle cada vez mejor por los títulos de deuda que le compra y le ofrece contratos de dólar a futuro subsidiados o a precios bajos, para favorecer un ajuste alcista en las tasas que los bancos pagan por captar depósitos en pesos, las que reaccionaron en consecuencia y pasaron del 12 al 15% anual en cuestión de días.
Sin embargo, en los bancos afirman que les cuesta dar con alguien que quiera renovar sus depósitos a plazo. No en vano los plazos fijos del sector privado se estancaron en los $ 100.000 millones desde agosto.
Datos que preocupan
Los analistas adjudican la persistente demanda de dólares a una combinación de factores. Mencionan que el temor al impacto de una nueva recaída en la economía mundial, el derrape de la soja y la desvalorización del real actúan como disparadores para que se acentúe. Pero, aunque todos estos factores se han disipado en los últimos días, los pedidos de compra no aminoran.
La tesis del ex presidente del BCRA y candidato a diputado nacional por Unión Popular Martín Redrado es más simple: «La gente percibe que el dólar está barato», repite.
Pero lo que los agentes más sofisticados miran es otra cosa: que la mitad de la reservas que hoy declara el BCRA están compuestas por papeles de deuda ilíquidos (a vencer entre 2016 y 2021) que le entregó el propio Gobierno por los préstamos que tomó para pagarles la deuda al FMI y a organismos y acreedores privados, lo que produce un progresivo proceso de deterioro patrimonial del banco, que alimenta a su vez las expectativas de devaluación que se intentan combatir.
La Política Online