Legislatura Hoy

Leyes y políticas

No quieren que Grondona sea otro Schoklender

-Le pido que reconozca un defecto en todos estos años de gestión.

-Tal vez fui demasiado bondadoso: he dado dinero, mejor dicho la AFA ha dado mucho dinero, y así les dio la oportunidad [a los dirigentes de los clubes] de gastar de más. Es igual a una familia…

Seguramente sin quererlo, Julio Humberto Grondona me regaló, con aquella respuesta que lejos estaba de ser una autocrítica, la clave no tan secreta de su poder, que se ha extendido a lo largo de los últimos 32 años al frente de la AFA.

«Haciendo una lectura política, esa bondad ¿no se traduce en una forma de dominar a los clubes? Usted les da dinero y los tiene de rehenes», llegué a decirle, antes de que él agregara la frase, a modo de remate o de excusa, durante aquella entrevista en la víspera de su ruptura con sus viejos socios de la TV para abrirles la puerta a los nuevos: «Yo nunca quise dominar a nadie».

Darles dinero a los dirigentes de los clubes para que éstos se endeuden y vuelvan a pedir y vuelvan a recibirlo y vuelvan a endeudarse ha sido el mecanismo más evidente y obvio de su acumulación de poder, en una réplica elemental del conocido clientelismo político argentino.

Don Julio, aferrado a su anillo del «Todo pasa», ha sobrevivido a gobiernos de todo signo y valor, renovando su mandato como un trámite cada cuatro años, con aclamación y sin oposición. Arrancó con la dictadura de Jorge Rafael Videla y siguió con Viola, Galtieri, Bignone, Alfonsín, Menem, De la Rúa, los cuatro mandatarios en 10 días de 2001 (Puerta, Rodríguez Saá, Camaño, Duhalde), Néstor Kirchner y Cristina Kirchner.

Con todos los gobiernos tiene foto y con el último, una sociedad. Es la que hoy sostiene la estructura desde lo económico y la que vive un momento crucial. De ella depende el Fútbol para Todos. El programa que nunca fue como promocionaron que iba a ser: «El Estado no pondrá un centavo y lo que exceda de los ingresos irá para el deporte olímpico», había prometido el jefe de Gabinete y directivo de Quilmes, Aníbal Fernández. El mismo programa que nadie se atrevería a cortar ahora, con «los goles liberados para el pueblo».

Eso sí: una cosa es estatizar el fútbol y otra cosa es darle el dinero a El Dirigente y a los dirigentes del fútbol para que hagan con él lo que quieran. Ya se sabe lo que muchos de ellos hacen: se endeudan, sostienen barras bravas, compran jugadores ignotos, aceptan sugerencias de representantes, firman contratos impagables.

Sin control, ese dinero va a parar a un barril -a una valija, mejor- sin fondo. Seguramente por eso, ahora, más de dos años después, aseguran que lo van a controlar. Es que la AFA no es, precisamente, la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Y el Gobierno no quiere que Grondona se transforme en otro Schoklender

La Nación

Por Daniel Arcucci | LA NACION

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