La presidenta calmó al jefe de bloque kirchnerista de Diputados ante la embestida de la legisladora provincial María Eugenia Bielsa, quien renunció a su banca y lo denunció de ser socio del socialismo. Tironeos por Obeid.
Agustín Rossi cambió de humor el viernes, cuando a dos días de sufrir la renuncia y acusaciones de la diputada santafesina María Eugenia Bielsa, Cristina Kirchner lo llamó y le dijo que por ahora no hablara.
“Quedate tranquilo pero por ahora no digas nada”, lo amansó la presidenta. La conversación fue confirmada a LPO por fuentes del Gobierno y habría estado acompañada de una promesa menor para Rossi, a quien, reconocen hasta sus más cercanos, el Gobierno quiere lejos de Santa Fe.
Viene intentándolo hace ya cuatro años, cuando Néstor Kirchner no logró bajarlo de la elección legislativa. Se presentó con una lista propio y sacó la minoría para renovar su banca.
Esta vez le sería más difícil esta jugada porque además del peronismo y el socialismo está Miguel Del Sel, sorpresa en las elecciones de 2011 cuando superó al propio Rossi y casi le gana al socialismo.
Las únicas figuras que pueden garantizar votos son María Eugenia Bielsa, que ganó su banca en 2011 con más sufragios que el gobernador; y Jorge Obeid.
Cada uno por su lado, Rossi y el Gobierno se pelean por Obeid y dicen que lo tienen confirmado.
“Él no está bien de salud y sólo nos pide que no va a hacer campaña”, confirmaron cerca de la Casa Rosada, luego que él mismo haya admitido las ofertas.
Los rossistas aseguran que también hablan con él y reciben respuestas similares.
Lo cierto es que Bielsa rompió el tablero y el miércoles temprano blanqueó lo que todos saben en Santa Fe pero muchos ni imaginan en Capital Federal: que Rossi suele acompañar al socialismo en Santa Fe.
En 2012 los diputados rossistas fueron clave para que el gobernador Antonio Bonfatti realizara una reforma tributaria y hasta frenó varias reuniones de comisión cuando estalló el escándalo por el narcotráfico, con el jefe de policía implicado en escuchas de la Policía Aeroportuaria.
Claro en que en Diputados Rossi ya se convirtió en un emblema del ultrakirchnerismo, al menos ante el público. “Difícil que el Gobierno transite sus últimos dos años sin que él cierre las sesiones. Lo único que quieren es que no moleste en Santa Fe”, razonan a su alrededor.
En ese análisis, los rossistas lo imaginan escondido en una lista taquillera, detrás de Bielsa u Obeid, pero ya sin margen de acción para 2015 y con la Cámara de Diputados como única sede política.
La semana pasada no fue la mejor. El lunes Cristina le repudió lo ajustado del quórum para el miércoles, cuando finalmente se sancionó el acuerdo con Irán por la AMIA. El miércoles la diputada Bielsa lo atacó y recién el viernes supo que tenía que callar.
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