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Brenda Gandini: “No creo en las reglas”

La actriz disfruta de su buen momento en el prime time de la tele. El amor con Gonzalo Heredia, la maternidad y la infidelidad.

Por: Denise Tempone – Fotos: Thom Sánchez

Mientras los aspirantes a “El artista del año” van y vienen, gritan y vocalizan en este pequeño jardín de un estudio de TV, Brenda Gandini come un sándwich sentada en un banquito de madera. Con su pelo negro rojizo e incipientes raíces rubias que la tienen a maltraer (“quedan pésimo en cámara, parezco pelada”) y un vestidito de algodón, chequea su celular y apura su almuerzo antes de la sesión de fotos. Tiene su tiempo perfectamente cronometrado. A las cuatro, sí o sí, se termina el día. O mejor dicho, comienza. Eloy, su pequeño hijo de apenas un año y medio, la espera en su casa en Munro y no estar con él la llena de culpa.

A las 22.15 ella volverá a ser “Lali” en “Mi amor, mi amor” y a disputarse a “Juan” (Juan Gil Navarro) con “Vale” (Jazmín Stuart). Pero cuando eso esté sucediendo, nada podrá estar más lejos de su realidad. Esa historia complicada, oscura, de un amor algo enfermizo e interminable, es algo que no parece tener cabida en la vida de una actriz que, desde el principio, supo encarar sus planes con otra racionalidad. “Soy muy clara con todo. No tengo muchas vueltas. Sé lo que quiero y listo, no quedo estancada en cosas complicadas”, asegura en una declaración que puede aplicarse tanto a su carrera como a su vida personal.

-¿Te preguntás cómo una mujer podría quedar atrapada en semejante triángulo amoroso como el que estás viviendo en la ficción?

-Claro que sí. Mil veces. Tuve que tratar de entender a “Lali” para no juzgarla y poder entrar en su piel. Yo soy diferente y eso lo hizo más desafiante.

-¿Cómo justificaste a “Lali”?

-Yo creo que ella está terriblemente enamorada de algo que se imagina. Ella llega a esa relación terriblemente golpeada por otra, donde encontró a su pareja con dos mujeres en la cama y él pinta como su salvación. Aparece como un héroe y queda prendada de esa imagen. Es muy ingenua en un punto, creció muy resguardada, muy sobreprotegida y no cree que alguien pueda mentirle así, le falta esa picardía. De todas formas, cada vez compruebo más que las mujeres y hombres a las que le pasan estas cosas, en el fondo lo saben…

-¿Por qué lo decís?

-Me he enterado de historias fuertes; la gente en la calle me cuenta que le pasaron cosas parecidas. Y muchas mujeres me dicen que tienen esa intuición y yo creo que es así. Por ejemplo, una señora me contó el otro día que se dio cuenta que su marido estaba involucrado en otra historia porque le dijo que se fue de viaje pero después se olvidó un ticket de supermercado que mostraba todas las compras que había hecho el día que supuestamente estaba de viaje. Y también estoy convencida de que en un punto, las personas que hacen eso, quieren que las descubran, porque es muy agotador mentir tanto. Esa doble vida te debe matar. Es raro que mucha gente la aguante.

-¿Por qué pensás que pasa?

-A veces hay como una resignación a la infidelidad. La frase ésa que dice que de los cuernos, la muerte y los impuestos nadie se salva, pide un poco eso, resignación. Y yo me pregunto: ¿por qué? Uno viene con una crianza, un código que nos dice que todos tenemos que pertenecer y sostener una familia pase lo que pase y yo no creo que tenga que ser siempre así. Uno elige a cada momento para no traicionar al otro y para no traicionarse a uno mismo.

-¿Qué significa eso?

-Yo creo que cada pareja es un mundo y yo lo respeto. Yo tengo mi forma de estar en pareja, mi forma de moverme. Yo a mi pareja no le perdonaría una infidelidad porque no me van los grises. No me va el “dame un tiempo”. Estás o no estás. Pero si quisiera tener una relación abierta, sería acordado y ambas partes dispondríamos de esa libertad. No me va la trampa. No existen los “bueno, pero…”. Yo tengo mi vida y no me quedaría esperando. Así me manejo yo en la vida. No me banco que me mientan. Por ahí está mal porque hay gente que le gusta que le mientan o a veces es necesario, pero yo no podría ser como “Lali”.

-Las mujeres tenemos la fantasía de que existe un único hombre en el mundo para nosotras, tal vez eso hace que existan muchas “Lalis” y “Vales”.

-Creo que está bien creer en “el” hombre, pero también hay que saber decir “chau”. Cuando te lastiman muchísimo o cuando se acaba el amor y no te están respetando, es hora de decir adiós. Si no te gusta vivir en el sufrimiento, hay que despegarse de eso. Esto que te dicen de que “en la pareja pasan estas cosas”, yo no creo en las reglas, en cada pareja pasan cosas distintas y uno va viendo sobre la marcha como reacciona y hasta qué punto se las banca. No creo en las reglas. No es lo mismo a los quince que cuando tenés una familia, no es lo mismo estar enamorada que no aguantar más a tu pareja, cada uno tiene que accionar como el parezca a cada situación.

-¿Pensás que éste es un momento más difícil para la pareja?

-Cosas como la que cuenta la novela pasaron siempre y no se decían. Igual, casi siempre, estas historias se cuentan desde la perspectiva masculina y ésta es una sociedad muy machista. Hasta puede parecer simpático. No hay historias de mujeres con dos maridos, hay muy pocas. Yo no puedo juzgar qué le pasa a una mujer que tiene dos maridos, porque no tengo su cabeza y no soy esa mujer. No puedo ser cuadrada y decir que es una puta porque ni sé qué piensa.

-¿Siempre fuiste tan pragmática?

-Soy bastante racional. No me puedo quedar con esta cosa de “la familia feliz”, “la familia que no pasa nada” porque hay que saber que hay cosas que pueden pasar y pasan. Yo creo que no hay que planificar nada, ni un “toda la vida” ni un “solo por hoy”. Hay pocas personas que pueden tener un amor para toda la vida y ésa es gente que cree en eso y toma la decisión de sostenerlo. Uno puede ser racional y aún así creer en su elección. A mí no se me pasa por la cabeza otra cosa que la que elegí ahora.

-Dentro de tu racionalidad tu historia de amor con Gonzalo Heredia pareció bastante pasional y abrupta…

-Es que yo no creo que las parejas tengan determinados tiempos para determinadas cosas; si sucede, sucede y si lo eligen lo eligen. Nunca fui vueltera, ni siquiera con esta cuestión de “le mando un mensajito o no le mando nada”. No careteo. Con Gonzalo somos así y nos encontramos desde ese lado. Y además, aunque muchos no lo sepan, nos conocemos hace años. No es que nos enamoramos ahí y nos juntamos ahí. Ya se venía gestando una historia que terminó en esta familia. Para mí no fue abrupto.

-¿Qué aprendiste de las relaciones este último tiempo?

-Uno no tiene que forzarse a salir con alguien, te pasa. Las relaciones son complicadas, complejas, uno tiene que saber llevarlas, se mantiene con sinceridad, uno tiene que laburar todo el tiempo. Y también aprendí que no importa si estoy en una relación, yo soy muy independiente. Me gusta mucho trabajar, soy muy inquieta. De todas formas, no puedo evitar sentir cierta culpa por hacer lo mío y dejar a Eloy en casa. Ésa es una combinación rara. Estoy acá pero estoy deseando estar allá mientras lo cuida Gonzalo o mi suegra.

-Hace poco sufrieron un asalto. ¿Cómo estás respecto de ese tema?

-Estoy preocupada, como todos, respecto de la seguridad. En el momento del robo yo me acababa de ir y Eloy estaba durmiendo. Los ladrones aprovecharon que estábamos en construcción y entraron, pero sabían dónde se metían. Lo despertaron a Gonzalo y él les dio lo que le pidieron. Lamentablemente uno tiene que conformarse con el hecho de que no pasó más nada; es triste vivir así.

-¿Piensan mudarse?

-¿A dónde? Si estas cosas pasan en todos lados. A mí me robaron dos veces en Palermo, me rompieron la ventanilla del auto, me robaron el estéreo. Pasa en todos lados. Nosotros nos mudamos a una casa porque queríamos que nuestro hijo pudiera tener un jardín para jugar, correr, moverse y ése es el plan. No queremos cambiarlo por esto.

-¿Les cambió la dinámica de hogar?

-Sí, estamos mucho más atentos y yo estoy algo paranoica. Pero no puedo dejar de vivir. Como con todo, trato de estar atenta e ir viendo sobre la marcha. No me obsesiono tampoco buscando una seguridad que no existe, sólo tengo los ojos muy abiertos.

Nota Revista Siete Dias
Fuente: TODO SHOW-INFOnews

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