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Leyes y políticas

Igual que Kirchner en 2008, Santos subestimó el conflictó agropecuario

El gabinete ministerial de Colombia presentó su renuncia protocolaria al presidente Juan Manuel Santos para que el mandatario pueda hacer los cambios que considere convenientes para afrontar su último año de Gobierno, informaron fuentes gubernamentales. La renuncia protocolaria, además de los 16 ministros, incluye a los altos consejeros, que al igual que los jefes de las carteras son de libre nombramiento y remoción. La Casa de Nariño, sede de Gobierno, informó de la renuncia protocolaria en un comunicado en el que señala que el Consejo de Ministros le manifiesta también al presidente Santos «su total apoyo». Con la renuncia protocolaria, Santos queda en disposición de ratificar o cambiar a cualquier integrante de su equipo de Gobierno cuando le resta menos de 1 año para terminar el cuatrienio iniciado el 07/08/ 2010.

Juan Manuel Santos: Atrás quedó aquel discurso de hace unas semanas en el que afirmó que “el tal paro nacional agrario no existe”. Hoy sigue congregando a diversos sectores agrarios como los paperos, arroceros y cafeteros, que insisten en temas como el alto precio de los fertilizantes y del transporte de sus productos, el contrabando y el impacto de los tratados de libre comercio.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Los 16 ministros que integran el gabinete del presidente Juan Manuel Santos presentaron la tarde del lunes 02/09 su renuncia protocolaria tras un consejo ministerial en el que evaluaron la dura semana que ha atravesado el Gobierno colombiano, que enfrenta un paro nacional agrario que dura 14 días.

El anuncio fue hecho por el secretario general de la presidencia, Aurelio Irragori, quien aseguró que, con la renuncia protocolaria, dejan a Santos “con plena libertad” para hacer los cambios.

En un escueto comunicado, la presidencia informó que “el gabinete en pleno, incluidos ministros, altos consejeros y secretarios, manifestaron su total apoyo al señor Presidente de la República, Juan Manuel Santos” y pusieron sus cargos a disposición del mandatario.

Es la 2da. crisis de gabinete en los 3 años de mandato de Santos.

La anterior ocurrió en agosto de 2012, cuando también renunciaron todos los ministros. En ese momento, los cambios tenían que ver con lo que Santos llamó “el segundo tiempo» de su mandato.

A ese primer cambio masivo le han sucedido otros individuales en las carteras de Defensa, Minas y Energía, Vivienda, Justicia y Transporte.

Es inevitable no recordar la Argentina 2008: los Kirchner, en especial Néstor, que era quien gobernaba en las sombras, subestimaron el conflicto agropecuario que comenzó con las retenciones móviles de la Resolución 125. El enfrentamiento escaló y le provocó a la Administración Cristina una crisis política fenomenal.

El campo

El paro agrario, que este lunes 02/09 entró a su 3ra. semana, ha obligado a ponerle más atención a la Colombia que sufre a pesar del crecimiento económico sostenido, los niveles sin precedentes de inversión extranjera, el aumento del ingreso per cápita y la reducción de los índices de pobreza y desempleo, tantas veces destacados por las actuales autoridades colombianas.

Aunque más del 75% de la población colombiana vive en las ciudades, en el resto, la Colombia rural y campesina, los hogares todavía ingresan en promedio 3,4 veces menos que los de las 13 principales áreas metropolitanas de este país sudamericano.

Es la Colombia de los pequeños y medianos productores agropecuarios, que se quejan de un abandono de décadas que los ha hecho particularmente vulnerables a la apertura comercial que tan bien parece funcionar para los consumidores de las zonas urbanas.

De hecho, el rechazo a los tratados de libre comercio ha sido una de las principales constantes de las protestas: una demanda que está en las mesas de negociación y en las consignas que se gritan en la calle.

Y es que una de las principales quejas de los pequeños productores en paro es que, en las actuales condiciones, no pueden competir con las importaciones baratas hechas al amparo de los TLC y otros acuerdos comerciales.

El paro agrario tuvo un inusitado apoyo de la población colombiana.

La leche es, tal vez, el ejemplo más claro de lo mucho que ha aumentado la competencia para los productores colombianos.

En los últimos seis años las importaciones de leche se han más que triplicado, pasando de 9.727 toneladas en 2006 a 33.728 el año pasado, según cifras de la Dirección Nacional de Estadísticas, DANE.

Y es de esperar que la cifra aumente todavía más con la reciente entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, el 1° de agosto pasado.

De hecho, durante los últimos tres años han sido muchas las voces que se han levantado para hacer notar el abismo que existe entre los subsidios que benefician a la producción lechera en la UE –además altamente tecnificada y con todas las ventajas de una economía de escala– y la falta de apoyo que reciben los pequeños lecheros colombianos.

Pero tal vez nada hizo tomar conciencia de la amenaza como la imagen de los ganaderos de Boyacá derramando miles de litros en la carretera, hace dos semanas, mientras declaraban que preferían tirarla a seguirla vendiendo a menos de la mitad de lo que les estaba costando producirla.

Pronto cafeteros, arroceros, sembradores de cítricos y de otros productos también siguieron el ejemplo de los lecheros.

En cierta medida, el problema también está vinculado a la decidida apuesta de las autoridades por la explotación minera y petrolera, que son los sectores donde se ha concentrado la mayor parte de la inversión extranjera directa.

Uno de sus principales problemas, por ejemplo, es que algunos de ellos pueden llegar a pagar por los fertilizantes hasta un 80% más que los precios internacionales y la mayoría lo hace a casi más de la mitad.

Y ese problema tiene que ver con la concentración de la importación de estos insumos en apenas 4 empresas, pero también con los costos de transporte al interior del país, que también afectan a los campesinos al momento de comercializar sus cosechas.

Ese otro problema, a su vez, está vinculado al alto precio del combustible –uno de los más elevados del continente y también uno de los temas de la protesta– y a la pésima red de carreteras, que según la revista Semana hace que el transporte de un contenedor entre Bogotá y el puerto de Cartagena sea casi tres veces más caro que su transporte desde Cartagena a Shanghái (China), sólo por poner un ejemplo.

Y eso pone a los pequeños productores a merced de los grandes comercializadores, que son las que fijan los precios y se quedan con la mayor parte de las ganancias.

Opinión

Así lo explicó en un blog de opinión del diario madrileño El País el productor agropecuario colombiano Alejandro Matos:

«El domingo 25 de agosto el presidente colombiano Juan Manuel Santos dijo en una alocución pública: “El tal paro nacional no existe”. De ahí en adelante todos supimos que lo que había sido un paro rural localizado en unos cuantos departamentos de Colombia, se iba a generalizar en todo el país. Las palabras del presidente ofendían a una parte importante de la población y para el colombiano de a pie pocas cosas son más graves que el escarnio verbal. No es casualidad que sean los más alabados en el uso del castellano.

Días antes, el 8 de agosto, la Mesa Nacional de Interlocución Agraria (MIA) había enviado al gobierno un pliego de peticiones en el que solicitaba la subvención de precios para ciertos productos, la rebaja de insumos agrícolas como los fertilizantes, el acceso a la propiedad de la tierra para los pequeños productores, las mejoras en salud y acceso al agua potable en las zonas agrícolas, etc. Como es habitual, el gobierno no se molestó en responder. Entonces el paro fue convocado para el 19 de agosto por la MIA.

La razón principal de este paro es la pobreza estructural del campo colombiano, que, en lugar de disminuir, aumentó entre 2011 y 2012. Esta pobreza estructural se muestra especialmente en la brecha entre el campo y la ciudad. Según datos oficiales del Gobierno, entre 2002 y 2012 esta diferencia no ha hecho sino aumentar, en detrimento del mundo rural. El resultado es que en 2012 el 47% de la población rural colombiana vivía en la pobreza y el 23% en la pobreza extrema. Es decir, siete de cada diez colombianos del mundo rural viven en condiciones de indignidad humana.

Es muy preocupante, por no decir políticamente bipolar, que bien entrado el siglo XXI los pobladores del campo colombiano estén pidiendo servicios básicos como la educación, el agua, la vivienda, caminos para sacar sus productos… mientras que sus gobernantes urbanos pretenden entrar a formar parte del club de países ricos de la OCDE y se afanan por enviar ayuda humanitaria a Haití o Sudán.

Esta pobreza estructural del campo ha sido alimentada por el empeño de los sucesivos gobiernos colombianos en firmar tratados de libre comercio. Colombia acaba de firmar un tratado con la Unión Europea, que gasta el 35% de su presupuesto comunitario en una Política Agraria Común destinada en gran medida a subsidiar a los agricultores franceses, españoles o alemanes. Estados Unidos, con quien también se ha firmado tratado, hace otro tanto.

En Colombia, la MIA pide que se comiencen a subsidiar los productos nacionales, que hoy están a merced de la sobrevaloración del peso colombiano y de unos créditos del Banco Agrario que no entienden de pérdidas por frío, sequías o competencia desleal extranjera. Que el modelo de desarrollo agrario colombiano no funciona desde hace 25 años es reconocido desde todos los ámbitos y por ello el arzobispo de Tunja llegó a afirmar que la importación de alimentos era traición a la patria. (…)».

Acuerdos

La contracara: Santos logró los primeros acuerdos con los campesinos tras 14 días de una protesta nacional que se ha convertido en la mayor agitación social de este periodo presidencial. El domingo, el ministro del Interior, Fernando Carrillo, firmó un acta con las etnias indígenas pastos y quillacingas, que habitan en Nariño (al sur del país y en límites con Ecuador). En ella, el Gobierno se comprometió a comprar 40.000 litros diarios de leche a los productores de este departamento durante los próximos 15 meses y logró que levantaran los bloqueos en la zona.

Sin embargo, esta es apenas una solución momentánea al problema de la falta de rentabilidad en la producción de leche, que se tratará a fondo a partir del 12 de septiembre. La mesa nacional que el Gobierno instalará con los líderes de la protesta intentará hacer realidad el Gran Pacto Agrario y buscará reconstruir el agro colombiano, un sector abandonado por décadas y donde además se ha concentrado el conflicto armado.

“No lograremos construir un país justo si no enfrentamos el abandono del campo, la falta de política agropecuaria. Por eso creo que están dadas las condiciones, el país está listo (para) construir entre todos una política que realmente le sirva al campo colombiano”, dijo Santos a los indígenas en Nariño, reconociendo que las soluciones hasta ahora han sido “pañitos de agua tibia”, como se le dice en Colombia a medidas de corto plazo.

Atrás quedó aquel discurso de hace unas semanas en el que afirmó que “el tal paro nacional agrario no existe”. Hoy sigue congregando a diversos sectores agrarios como los paperos, arroceros y cafeteros, que insisten en temas como el alto precio de los fertilizantes y del transporte de sus productos, el contrabando y el impacto de los tratados de libre comercio.

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