Según el mayor general israelí retirado Eitan ben Eliahu, las misiones «aire-aire» serán el futuro de las batallas aéreas en las guerras. «La ‘marca de la casa’ de los pilotos de cazas son los combates aéreos. Así que, en el futuro, la capacidad de llevar a cabo combates aéreos entre ‘drones’ constituirá un factor importante en el proceso de sustitución de cazas por ‘drones'», argumentó. El uso de drones de vigilancia y de guerra se ha incrementado en todo el mundo fuertemente en los últimos años, sobre todo en Latinoamérica.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) – «Las misiones no tripuladas aire-aire no son ninguna fantasía. Son nuestro futuro», asegura el mayor general retirado Eitan ben Eliahu, excomandante de la Fuerza Aérea de Israel.
Durante una exposición aérea celebrada este 26 de noviembre en la ciudad israelí de Rishon LeZion, Eliahu destacó que los sistemas no tripulados suponen ahorros importantes tanto en la compra como en lo referente a los ciclos de vida útil de los aparatos y a costos de entrenamiento. Es por eso que fuerzas aéreas de todo el mundo están eliminando gradualmente los costosos aviones de ala fija y de ala rotativa y reemplazándolos por naves no tripuladas. Subrayó que los ‘drones’ ya han sustituido a los aviones de patrulla y de reconocimiento y han desplazado casi por completo a los helicópteros de combate.
El exmilitar insistió en que los aparatos no tripulados están suficientemente equipados para llevar a cabo las misiones convencionales que desempeñan los cazas y que no falta mucho para que reemplacen a plataformas tripuladas también en combates aéreos. «La ‘marca de la casa’ de los pilotos de cazas son los combates aéreos. Así que, en el futuro, la capacidad de llevar a cabo combates aéreos entre ‘drones’ constituirá un factor importante en el proceso de sustitución de cazas por ‘drones'», argumentó.
Al mismo tiempo, Eliahu comentó que ciertos trabajos –como, por ejemplo, los de transporte de personal– siempre serán responsabilidad de misiones tripuladas. Puntualizó, además, que los ‘drones’ que dependen en gran medida de sistemas de comando y control en la red son mucho más vulnerables ante posibles ataques cibernéticos que las plataformas con presencia humana.
Shaul Shahar, un portavoz de Industrias Aeroespaciales Israelíes, la principal empresa aeronáutica del país, comentó por su parte que la investigación y desarrollo de la capacidad de los ‘drones’ de mantener combates aéreos entre sí se encuentra todavía en una fase embrionaria. Sin embargo, aseguró que una batalla aire-aire no tripulada podría convertirse ya en realidad dentro de unos 15 años.
Drones en la región
Si de drones se trata, Latinoamérica hace honor a su larga historia respecto de innovaciones tecnológicas que afectan a la sociedad: es el Far West. Cualquiera puede hacer cualquier cosa. Este año, en cambio, al menos siete estados de USA ya crearon leyes que regulan el uso de estos aviones y mini helicópteros controlados a distancia (en tanto otros 36 poseen cuerpos legales similares en discusión). Y no es que en los cielos de nuestra región escaseen las naves no tripuladas.
En octubre pasado la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF), en México, comenzó a testear pequeños cuadricópteros en vistas a vigilar manifestaciones. En junio, el diario O’Globo de Brasil los usó para “reportear” desde el aire marchas y protestas en Sao Paulo. Antes, en febrero, el municipio argentino de Tigre (a las afueras de Buenos Aires) puso en funcionamiento un par de ellos para grabar acciones delictuales y desastres naturales. No está solo: La Policía Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires trabaja en la fabricación de un propio: el metrocóptero.
Estos drones son pequeños. Pueden pesar de dos a cuatro kilos, elevarse hasta dos kilómetros de altura y disponen una autonomía de vuelo de no más de media hora. Son los hermanos menores, los pulgarcitos, frente a los que usan las FF.AA. En enero, Brasil gastó cerca de US$19 millones en apenas dos drones israelíes VANTS capaces de fotografiar un rostro desde 9 kilómetros de altura. Ya poseía tres de la misma empresa, uno de los cuales fue denunciado en Paraguay por realizar presuntas actividades encubiertas sobre la represa de Itaipú. En noviembre, los diez países de Unasur acordaron fabricar en conjunto un drone clase mundial, capaz de volar hasta 13 horas sin detenerse.
El mismo Brasil -junto con Chile, Colombia, Perú y Argentina- está construyendo más de una docena de drones propios diferentes. Uno en combinación con Argentina, nación, que –por su parte- asignó US$35 millones en su presupuesto 2014 sólo a un modelo: el Proyecto Nacional UAV-Proyecto SARA. Por lo menos hay otros siete más (uno de alta velocidad a ser usado para testear sistemas de defensa antiaérea).
En el escenario descrito es evidente que muy pronto habrá congestión en el cielo. En especial en las zonas fronterizas. Si bien la Organización Internacional de Aviación Civil de las Naciones Unidas (ICAO) indicó que trabaja en la creación de un marco de gobernabilidad para la aviación de drones entre los países, existe un problema mayor. La alarma la lanzó, en noviembre, en Washington, Santiago Cantón del Centro de Derechos Humanos Robert F. Kennedy, en una audiencia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La proliferación, dijo,“está empoderando en cierta manera algunos sectores militares y, con la historia que tiene América Latina, es necesario que haya un absoluto control civil sobre esto”. Además, la ausencia de legislación reguladora hace crecer el “efecto amedrentador que puede tener sobre la sociedad, dado su uso en circunstancias de todo tipo como manifestaciones públicas”.
El vacío legal supone igualmente la posibilidad de una escalada policial-militar: ¿debe Latinoamérica dejar al libre arbitrio nacional la creación de drones portadores de sistemas de armas como misiles? ¿quién se responsabilizará por los efectos de los disparos accidentales de tales armas en áreas urbanas o conflictos sociales? En Texas, la ley estableció 19 usos legítimos de drones, pero declaró punible tomar y dar a conocer fotos de personas y propiedades no involucradas en delitos. Es que una cosa fue cuando un drone brasileño capturó un gol de Neymar en la Copa Confederaciones. Y otra va a ser cuando la policía los use para lanzar gases lacrimógenos.
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