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El náufrago salvadoreño reveló que varios barcos le negaron ayuda en alta mar

El salvador. La odisea de José Salvador Alvarenga terminó el miércoles cuando retornó a su país y se reunió con sus familiares. Contó detalles de su travesía por el Océano Pacífico y cómo logró sobrevivir más de un año.

AP y EFE.
San Salvador.

El náufrago salvadoreño José Salvador Alvarenga, quien dice haber sobrevivido más de un año a la deriva en el Océano Pacífico, asegura que varios barcos le negaron ayuda en alta mar, dijo la ministra de Salud, María Isabel Rodríguez, tras visitarlo en el hospital donde se recupera.

Alvarenga, que llegó el martes a El Salvador luego de haber sido rescatado el 30 de enero pasado en las Islas Marshall, «nos dice que había perdido prácticamente la esperanza de volver al mundo» porque «no tuvo la solidaridad» de algunos barcos que pasaron junto a su pequeña embarcación, indicó Rodríguez en rueda de prensa.

La ministra explicó que Alvarenga le relató esos hechos cuando lo visitó en el hospital estatal San Rafael, de Santa Tecla, cerca de San Salvador, donde fue ingresado anoche tras su arribo al país y donde se espera que esté por al menos 48 horas.

«Nos contaba cómo pasaron varios barcos, incluso cerca de él. Pidió auxilio y no se lo quisieron conceder», enfatizó Rodríguez en la rueda de prensa en el hospital.

La ministra de Salud detalló que Alvarenga, de 37 años, le relató que los barcos que encontró en su larga travesía «le negaron la ayuda» y que incluso «lo saludaron» algunos tripulantes, mientras él pedía «ayuda, socorro».

Según la evaluación médica a que ha sido sometido, Alvarenga «está en estupendas condiciones físicas», su condición es «envidiable»; solo tiene ciertos problemas psicológicos de adaptación y llora con facilidad, destacó Rodríguez.

Aún «no está listo para la comunicación con el mundo», por lo que ha pedido privacidad, sobre todo a los medios de comunicación, añadió.

Alvarenga apareció a finales de enero en un arrecife de las Islas Marshall y fue trasladado a Majuro, la capital de ese país del Pacífico Sur.

Según su relato, pasó más de un año solo en el Pacífico en una embarcación de siete metros y sobrevivió a base de peces, aves y tortugas, después de que el viaje de pesca con un compañero mexicano se torció debido a una tormenta que los alejó de la costa y los dejó a la deriva en el Pacífico.

El 30 de enero del 2014, el barco reapareció en un arrecife cerca de Ebon, un remoto atolón de las Islas Marshall, donde los lugareños encontraron a Alvarenga y tuvieron problemas para comunicarse con él porque solo hablaba español.

Las autoridades de las Islas Marshall enviaron un barco a Ebon para trasladarlo a Majuro, donde comenzó el también largo camino de regreso a El Salvador.

“Una simple anemia”

El equipo de médicos que atiende al naufrago salvadoreño José Salvador Alvarenga se mostró sorprendido el miércoles por la condición física general del pescador, quien solamente presenta un problema de anemia, pero expresó preocupación por su
situación psicológica.

«Todos los exámenes que se le han hecho prácticamente están cercanos a la normalidad, increíble», dijo la ministra de Salud, María Isabel Rodríguez.

Asimismo, expresó que se trata de «un caso médico rarísimo, importantísimo, (porque) tiene una recuperación tan rápida desde el punto de vista físico, con algunos elementos de salud mental», un caso que hay que estudiar.

Dijo que cuando Alvarenga, de 37 años, llegó al aeropuerto internacional de El Salvador, «rápidamente cayó en depresión y se puso a llorar porque todavía no está listo para la comunicación con el mundo».

En un video de 1:49 minutos, grabado y difundido por el ministerio de Salud Pública, Alvarenga dice que se encuentra bien, pero «quisiera que me dejarán tranquilo, yo no quiero presión de los medios, no quiero hablar con ellos, quiero estar tranquilo, que mi familia esté tranquila… No más preguntas, ni más fotos», agregó.

«Que me den tiempo para poder yo hablar después de que me recupere porque ahorita no estoy para dar explicaciones y es lo que les pido, que me dejen tranquilo, que me recupere, que no molesten a mi familia para estar yo bien», agregó.

“Se alimentó con la sangre y los ojos de las aves y de las tortugas”

La odisea de Alvarenga causó sorpresa y dudas cuando apareció en el atolón de Ebon hace dos semanas, de complexión robusta y menos tostado de lo que parecería después de pasar más de un año a la intemperie. Pero al iniciar la travesía su cuerpo era mucho más voluminoso, y los médicos hallaron que estaba inflamado y dolorido y que padecía deshidratación.

«Él nos cuenta que se alimentó con la sangre de las aves, de las tortugas y los ojos de las aves. Todo ese líquido era el que consumía además de sus propios fluidos corporales, orina, para mantenerse al menos hidratado. También, la lluvia que caía le permitía hidratarse», dijo Yeerles Ramírez, director del hospital.

Agregó que su compañero de viaje, que murió un par de semanas después, «no toleraba la comida (que Alvarenga comía), la vomitaba, le repugnaba, no fue capaz de tomar su orina, no soportaba la comida cruda».

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