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Pablo Alarcón: «Cambió mucho la forma de trabajar»

El actor de Somos familia reflexiona sobre la manera en que se hace TV en la Argentina y el rol del espectador.

Nota de Tiempo Argentino

Maldita casualidad, créase o no, hace un mes a Pablo Alarcón le tocó ver (lo preciso es «verse») como Gregorio Paz estaba internado en una clínica de ficción en Somos Familia (lunes a viernes a las 21, por Telefe) desde una cama real del Sanatorio La Providencia. «Estaba en terapia intensiva y viendo el capítulo por la tele. Fue doble impacto», relata ya recuperado. «No le avisé a nadie, puedo hacer prensa si me caso, si me enamoro, pero no con un infarto», declara.

Su primer episodio cardíaco lo sorprendió manejando, se sintió mal y por sus propios medios se presentó en la guardia. «A las dos horas estaba en quirófano. Ya estoy bien, ni me doy cuenta si me pusieron algo adentro», afirma y luego revela que tiene «cuatro stents» aunque no siente ningún malestar.

Su personaje en la ficción protagonizada por Gustavo Bermúdez y Ana María Orozco incide directamente en el conflicto principal de la trama. Alarcón interpreta al padre de Manuela quien la obligó a dar en adopción a su beba. «Es un tipo que creyó salvar la vida de la hija regalando a su nieta. Esa decisión le costó la vida a su mujer que murió de tristeza. Vive para pagar sus culpas. Hay que ver si se va a salvar», adelanta.

–El conflicto principal que dispara la historia es precisamente esa beba que Gregorio rechaza.
–Sí. Él obliga a su hija, que entonces era adolescente, a regalar a su bebé.
–Hace unos días se instaló cierta polémica a partir de algún tipo de aceptación social que hubo sobre todo en los años anteriores a la dictadura de esta manera de entregar a bebés recién nacidos. ¿Qué opinas al respecto?
–¡Me parece una barbaridad! No son animalitos los seres humanos. Recuerdo que era chico y vino una señora que ofertaba una criatura que era de su hija.
–¿Qué recordás de eso?
–Yo tendría unos 15 años, me crié en General Pacheco. Una persona que nunca supimos quién era pasaba todos los días porque mi madre le daba algo de comer. Mi madre la aceptó y la crió durante seis meses. Al tiempo vino la madre a buscarlo, era una chica joven.
–¿Cómo lo vivieron en tu familia?
–Recuerdo el intento de mantener cierta precaución, de no querer encariñarse. Mi madre lo hizo como un acto de amor.
–En Somos familia a Gregorio Paz no se le cuentan muchos actos de amor.
–No, aparece como el malvado. Al comenzar la tira me dieron tres o cuatros puntos del perfil del personaje. Necesariamente para actuar le tenés que fabricar algo más. Para mí él fue un empleado burocrático de la embajada que viajó por el mundo. Y siempre estuvo muy atento a cómo se lo veía en su entorno.
–Tuvieron dos etapas de grabación, desde mediados del año pasado hasta octubre y luego de enero hasta marzo. ¿Qué evaluación hacés con respecto a la manera en la que se trabaja en TV?
–Cambió muchísimo la forma de trabajar. Hay otros estilos narrativos y también cambió mucho la tecnología. Hay ficciones que están laburando y consideran el minuto a minuto. Creo que la pausa de grabación fue un accidente.
–¿Cómo un accidente?
–No había aire. No tenía sentido avanzar en los episodios. Es muy difícil armar una novela de este calibre para guardarla un año a ver qué pasa. Es my peligroso.
–¿En qué sentido?
–Guardar una novela, hacerla hoy y pasarla en un año. En este tipo de novelas inconscientemente se trabaja sobre el cuerpo del espectador, en la emoción del espectador. Si uno compara con las series estadounidenses House of Cards o Breaking Bad claramente están estructuradas desde otro lado. Yo he hecho mucho de esto y poco de Breaking Bad.
–¿Y te gustaría?
–Sí, a medida que la veía me pregunté muchas veces ¿cómo llegaron a esas ocurrencias estos tipos? Es otro mercado, con 50 millones de espectadores. Ellos no dan un paso sin pensar y acá no podés pensar. Tenés que actuar por instinto. Por ahí salen cosas interesantes. Yo he hecho capítulos interesantes. «

Una filosofía de vida

«Trato de poner al día todos los días mi agenda», propone como máxima de vida. Y cuando se le consulta si transitar el infarto y la internación le hizo considerar algo pendiente, dice: «Tengo dos hijas con las cuales me llevo bien, mal, etc. Aún así ellas saben que yo las amo.»

–¿El infarto fue una alarma?
– Nunca había estado enfermo.
–¿Consideraste la vulnerabilidad de tu existencia?
– Siempre la consideré.
–¿A diario?
–Sí, creo en la existencia de algo más allá. Creo más en lo que no se ve que en lo que se ve. Este sueño donde estamos subidos un día va a terminar como Calderón de La Barca o Shakespeare. El infarto lo ha encarnizado.
–¿Hay un género que no hayas abordado en la profesión?
–Creo que no. Hasta terror he hecho en Puerto Rico. Hice cine, teatro. Pero quiero seguir trabajando. Manoel de Oliveira (director portugués) cumple 105 años.
–¿Querés llegar a esa edad?
–No sé. Lo que me interesa es llegar así. De otra manera no me gustaría. La decrepitud, depender de otra persona es terrible.
– ¿Cual fue tu mayor éxito?
– Haber llegado hasta acá.
–¿ Y en lo laboral?
– Muchos, pero uno grande fue Rosa de Lejos.
– ¡Más de 40 puntos de rating! ¿En ese momento tenías el mismo concepto del dominio del ego que ahora?
– No. No aprendí aún. El ego es el que manda en mi vida. Es algo muy poderoso al que siempre me enfrento.

De gira haciendo teatro

Además de trabajar en TV, Alarcón continúa presentándose en teatro con El discurso de la servidumbre voluntaria, obra que adaptó del texto de Etienne de la Boetie (s. XVI), que produce, dirige y actúa. Esta semana se presentó en Gualeguaychú, y ya tiene confirmada próximas funciones en La Paz, Crespo, Nogoyá, Roldán y para el último fin de semana de mayo, en Almirante Brown. En julio, Buenos Aires.

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