El testigo clave del caso Ciccone José Guillermo Capdevilla habló esta mañana sobre su decisión de dejar el país, debido a una serie de amenazas contra su vida que sufrió tras dar una declaración que comprometió al vicepresidente Amado Boudou por su actuación en el levantamiento de la quiebra de la imprenta de billetes.
El ex funcionario de Hacienda rompió el silencio tras su decisión de abandonar el país: «El expediente es claro y lo está ratificando el fiscal». Y relató uno de los últimos episodios que sufrió: «El último día me encerró un auto y me tuve que escapar violando alguna norma de tránsito».
Consultado respecto a las declaraciones de Jorge Capitanich, sobre su situación como testigo protegido: «Yo no tengo que pedirlo, ellos me lo tienen que ofrecer. El secretario de Justicia, Julián Álvarez, habló con el juez o el fiscal, pero yo no confío en quedarme en Argentina hoy. Prefiero preservarme».
Capdevila era asesor de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía cuando el entonces ministro Amado Boudou firmó una nota a favor de que la AFIP formulara un plan de facilidades para que se levante la quiebra de la imprenta de seguridad Ciccone. Ahora el Vicepresidente está sospechado de haber realizado esas gestiones para que sus testaferros terminaran quedándose con la empresa. Finalmente la compañía fue expropiada por el Gobierno en medio del escándalo judicial.
En aquel momento, Capdevila le recomendó a Boudou que no interviniera a favor de Ciccone. «En cualquier trámite administrativo debe intervenir el abogado del Estado, en este caso el director jurídico, que era yo. Llegó el expediente con la consulta de la AFIP y yo recomendé devolverlo porque es una facultad exclusiva de la AFIP determinar si se tiene que realizar o no un plan de pagos», recordó en diálogo con La 1110. Y, a modo de chicana, sentenció: «Si Boudou me hubiera hecho caso, hoy no tendría problemas con la Justicia».
Capdevila había sido citado para ampliar su testimonial en la causa en la que está imputado Boudou pero decidió dejar el país porque en las últimas semanas las amenazas se habían vuelto insostenibles para él y su familia. Temía por su integridad física y prefirió cruzar la frontera «hasta que bajen las aguas».
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