Los candidatos del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, y de la Unidad Nacional, Juan Manuel Santos, disputarán la 2da. vuelta para las elecciones presidenciales. Con un preconteo 1 hora después de haber cerrado las urnas, se evidencia que los 2 líderes políticos se disputarán en un ‘cabeza a cabeza’ la llegada a la Casa de Nariño el 15/06. Zuluaga y Santos estuvieron en la fundación del Partido de La U en 2005, colectividad que integró el gobierno de Álvaro Uribe hasta 2010.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El uribista Óscar Iván Zuluaga obtuvo 29,24 % de los votos, y tendrá que disputar una 2da. vuelta con el Presidente y candidato a la reelección, Juan Manuel Santos, quien obtuvo 25,47%, cuando se había escrutado 95,96%.
Zuluaga y Santos se disputarán la Presidencia el 15/06.
En el 3er. lugar, Marta Lucía Ramírez, del Partido Conservador, con 15,64%; seguida de la izquierdista Clara López, del Polo Democrático Alternativo (PDA), con 15,51 %, y Enrique Peñalosa, de la Alianza Verde, con 8,25 %.
Precisamente, Enrique Peñalosa, de Alianza Verde, anunció: “Cualquier decisión que tomemos hacia el futuro la decidiremos conjuntamente con toda la colectividad”, sostuvo.
Y agregó: «En la Alianza Verde tenemos el deber con los colombianos de no traicionar la confianza de los electores que no quieren un país de odios y venganzas».
De momento insistió en que buscará «liberar al país de la politiquería y la corrupción», de las cuales señaló a las campañas de Zuluaga y Santos.
La ya excandidata a la Presidencia, Clara López Obregón, luego de reconocer la votación que pone a Juan Manuel Santos y el candidato uribista Óscar Iván Zuluaga en una 2da. vuelta, agradeció a quienes depositaron un voto de confianza en ella.
“Nosotros nos sentimos satisfechos por casi 2 millones que recibimos de los colombianos. Fuimos una campaña exitosa, y nos forjamos como una nueva izquierda, una izquierda moderada, una izquierda fiable”, aseguró López.
Igualmente, convocó una reunión extraordinaria con los directivos del Polo Democrático Alternativo para “tomar las decisiones que corresponden para el recto de la jornada electoral”.
Álvaro Sierra Restrepo, editor en jefe de la revista Semana lo explicó con precisión:
«(…) Y la paz decide en estas elecciones presidenciales. La paz se ha posicionado una vez más en la historia de las elecciones presidenciales como el tema central en el debate.
La paz se ha posicionado una vez más en la historia de las elecciones presidenciales como el tema central en el debate.
Para cualquier observador externo hay un elemento insólito en el actual debate electoral colombiano: ¿cómo un país que lleva medio siglo en guerra sigue todavía dividido casi por mitades en torno a si buscarle una solución negociada o no? (…)
El llamado proceso de paz –las negociaciones entre el Gobierno y las FARC en La Habana para poner fin al conflicto armado– despierta escaso entusiasmo entre la gente. Se encuentra en un puesto muy bajo entre las prioridades que la opinión pública expresa en las encuestas. Y una amplia mayoría de los colombianos se dice escéptica o pesimista sobre su resultado. Sin embargo, la paz se ha posicionado una vez más en la historia de las elecciones presidenciales como el tema central en el debate.
Un debate simplista, de escasos argumentos y no poca manipulación.
El presidente Juan Manuel Santos ha buscado su reelección presentándose como el candidato de la paz, con palomitas de colores en su publicidad y con una palomita como prendedor en su saco en los debates que cerraron la campaña, los únicos a los cuales él asistió.
Sin embargo, ha sido escasa la pedagogía que él y su gobierno han hecho para convencer a los colombianos de la necesidad del proceso, de la conveniencia de negociar con la guerrilla, de por qué esta es un interlocutor legítimo.
Y si el público en las grandes ciudades no se siente ‘tocado’ por lo que pasa en La Habana, en el resto del país, en las regiones, lo que ocurre en la isla parece abstracto y lejano.
Del otro lado, en el uribismo, el expresidente Álvaro Uribe, su candidato Óscar Iván Zuluaga y sus seguidores truenan contra una suerte de conspiración entre Santos y las FARC y enarbolan argumentos como que se negocia a espaldas del país y otras críticas que, en lugar de apuntar a una discusión racional, buscan apalancarse en los sentimientos de prevención, desconfianza y aborrecimiento que la mayoría de los colombianos experimentan ante la guerrilla.
El candidato del uribismo, Óscar Iván Zuluaga, ha pasado de anunciar que romperá el proceso de negociaciones a anunciar que pondrá a las FARC condiciones tales que harían improbable que continúe. El expresidente ha llegado a hablar de “oligarquía comunistoide”, como dijo en uno de sus rotundos trinos (N. de la R.: tuits). Y sus acusaciones de que bajo este gobierno ha tenido lugar un deterioro en la seguridad es un argumento que ha calado en muchas zonas del país.
La campaña no no sólo quedó muy lejos de haber sido un debate informado sobre la necesidad y la oportunidad de una solución negociada y las condiciones para lograrla, sino que ha transitado de aquellas simplificaciones a acusaciones de grueso calibre, todas ampliamente ventiladas a través de los medios de comunicación, que marcaron sus últimas semanas, durante las cuales el país asistió a dos candidaturas cruzándose señalamientos de haber recibido dinero de narcotraficantes y de ‘chuzar’ ilegalmente, mientras los otros tres aspirantes se veían casi marginados del debate.
Aún más grave, en una deriva que representa inmensos peligros para la institucionalidad, se empiezan a cruzar acusaciones que ponen en tela de juicio el papel de la justicia y sus organismos.
El espectáculo de un ex presidente yendo a la Fiscalía no a declarar sino a lustrarse los zapatos tiene pocos precedentes. Desde el uribismo se ha acusado al ente investigador de estar al servicio de la campaña de la reelección del presidente (no deja de ser una curiosa coincidencia que justo al día siguiente en que se presenta una denuncia que cobró la cabeza del principal asesor político de Santos, la Fiscalía descubra a un hacker ligado a la campaña rival). El propio Uribe ha desconocido ese organismo, aduciendo que no le da garantías, y ha optado por dirigirse a la Procuraduría.»
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