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El Congreso recibe con frialdad al líder chino Hu Jintao

El presidente chino Hu Jintao ha afrontado hoy un Congreso hostil tras los agasajos que el día anterior le dedicó su anfitrión, Barack Obama, en la Casa Blanca. Los congresistas, en una reuniones a puerta cerrada, se han quejado ante el líder chino por las violaciones de los derechos humanos en su país.

“Los líderes chinos tienen la responsabilidad de mejorar y Estados Unidos tiene la responsabilidad de pedirles que rindan cuentas”, ha dicho tras la reunión el republicano John Boehner, nuevo speaker o presidente de la Cámara de Representantes.

Antes de la visita al Capitolio, expresión máxima de la democracia estadounidenses, varios líderes el Congreso manifestaron su hostilidad a Hu. Ni Boehner, ni el líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Harry Reid, ni el líder de la minoría, el republicano Mitch McConnell, asistieron a la cena de gala del miércoles por la noche.

El reparto de papeles entre un poder ejecutivo diplomático y conciliador y un poder legislativo más combativo es habitual. Respecto a China, no parece haber divisiones en el Capitolio. Demócratas y republicanos coinciden.

En un comunicado, el ‘speaker’ Boehner ha explicado que en la reunión con Hu se ha declarado preocupado por la libertad religiosa, la propiedad intelectual y la actitud de China ante Corea del Norte.

“Y finalmente, hemos planteado nuestra preocupación fuerte y constante por las informaciones sobre las violaciones de derechos humanos en China”, dice.

“[Hu Jintao] ha hablado de los derechos humanos y de la necesidad de mejorar. Creo que ya lo dijo ayer”, ha dicho a la salida el congresista demócrata Sander Levin. “Pero necesitamos más detalles”.

Después de la reunión con los congresistas, Hu Jintao ha pronunciado un discurso ante líderes empresariales en Washington y despúes volará a Chicago, última etapa de un viaje de cuatro días a Estados Unidos.

En vísperas de la reunión con el líder chino, el senador por Nevada Reid –un aliado estrecho de Obama- llamó a Hu “dictador”, aunque después se retractó. La cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen, presidenta del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, dijo que “el último Emperador de China ha aterrizado en Washington”.

Los estadounidenses ven a China como a un problema, pero no como un rival: una ambivalencia que se refleja en la política de la Casa Blanca ante la potencia emergente.

Un 53% de estadounidenses cree que es “muy importante” que Estados Unidos sea más duro con China en cuestiones comerciales y económicas, según un sondeo del Pew Research Center. Al mismo tiempo, un 58% sostiene que es “muy importante” construir una relación más sólida entre ambos países.

El miércoles, durante la cumbre con su homólogo chino, el presidente Obama buscó el equilibrio entre la apelaciones al respeto de los derechos humanos y la defensa de la cooperación y el ascenso de China como potencia mundial. Hu Jintao, en una accidentada rueda de prensa conjunta, insistió en la necesidad del respeto mutuo y defendió la vía china en materia de derechos humanos.

«Todavía queda mucho por hacer en China en materia de derechos humanos», admitió Hu, líder de un país que mantiene encarcelado a Liu Xiaobo, sucesor de Obama en el 2010 como receptor del premio Nobel de la Paz. El presidente chino también reconoció el carácter universal de los derechos humanos.

No hay prisas. «Ha habido una evolución en China en los últimos 30 años, y mi expectativa es que en 30 años veamos más evolución», dijo Obama.

En sus anteriores reuniones con Hu, el presidente de Estados Unidos no había formulado de manera tan abierta críticas a China por las vulneraciones a los derechos humanos.

Esta vez lo ha hecho, lo que evidencia los nuevos acentos de la diplomacia obamiana, más proclive en los últimos meses a abordar cuestiones como la expansión de la democracia o los derechos humanas. Entre los invitados a la cena de Estado figuraba Kenneth Roth, director ejecutivo de la organización pro derechos humanos Human Rights Watch.

La rueda de prensa en la Casa Blanca –una de las pocas que Hu Jintao ha hecho en el mundo occidental- ha abierto un debate hermenéutico en Washington. La admisión del carácter universal de los derechos humanos y de que China todavía debe mejorar, ¿representan un viraje en la política de Pekín?

The Washington Post califica de “concesión inusual” el reconocimiento de que China debe mejorar en materia de derechos humanos. The New York Times destaca la frase de Hu sobre el respeto de la universalidad de los derechos humanois, “un giro palpable”, según el periodista Michael Wines.

“La retórica nueva no equivale a una nueva realidad en China”, advierte en declaraciones al citado periodista Kenneth Lieberthal, ex asesor de Bill Clinton y experto en la Brookings Institution.

En declaraciones a la agencia Associated Press, Charles Freeman, del Centro para los Estudios Internacionales y Estratégicos, de Washington, sostiene que con los años los líderes chinos “han aprendido que lanzar un hueso a los americanos es una buena manera de que se callen”.

En la misma agencia, Sophie Richardson, de Human Rights Watch, recuerda que China ya ha recurrido en el pasado a una retórica similar al hablar de derechos humanos.

De hecho, en una entrevista con una cadena de televisión estadounidense PBS, en 1997, el entonces presidente chino Jian Zemin dijo: “Reconocemos la universalidad de los derechos humanos”.

Y en su informe sobre los avances de los derechos humanos de 2009, el Gobierno chino reconoció que “debido al desarrollo inadecuado y desequilibrado, todavía hay mucho margen de mejora en las condiciones de los derechos humanos”, una frase casi calcada a la que Hu Jintao ha pronunciado ahora en Washington.

Fuente: Lavanguardia.es

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