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Obama y aliados lograron un pacto entre Al Qaeda y EI (¿?)

La televisión pública holandesa NOS informó, el pasado fin de semana, que la policía belga había detenido a 2 yihadistas en un aeropuerto cuya intención era atentar contra la sede de la Comisión Europea en Bruselas y causar «el mayor número de muertos». El diario parisino ‘Libération’ aseguró que Mehdi Nemmouche, el terrorista que mató a 4 personas ante el Museo Judío de Bruselas, quería provocar más víctimas. El 1er. ministro iraquí, Haidar al Abadi, anunció en Nueva York que había recibido de Bagdad informaciones creíbles sobre la preparación de atentados en el metro de París y en algunas ciudades estadounidenses. España también elevó el 09/09 su alerta de seguridad hasta el nivel 3. El Estado Islámico (IS, según sus iniciales inglesas) amenazó a los ciudadanos franceses, estadounidenses, australianos y canadienses, que integran la coalición contra esa organización terrorista que desde junio controla parte de Siria y de Irak. Y ahora ocurrió una alianza con Al Qaeda…

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). La violencia islamista estuvo en un principio dirigida, tal como se pudo comprobar en la Argelia de los ’90 o con motivo del asesinato del presidente egipcio Anuar el Sadat en 1981, contra los regímenes árabes.

Con la llegada de Osama Bin Laden al frente de Al Qaeda atacar a lo que él llamaba «el enemigo lejano», es decir a Occidente, se convirtió en una prioridad.

Aún lo sigue siendo ahora como demuestra la peligrosidad que la inteligencia estadounidense atribuye a Jorasan, una pequeña facción de Al Qaeda afincada en Siria.

«El IS tenía la intención de emular a Ben Laden, pero hasta ahora consideraba que no había llegado el momento porque debía primero consolidar su control de los territorios conquistados», explica Fernando Reinares, investigador principal del español Real Instituto Elcano.

«Temía una respuesta militar, pero al ser bombardeado en Irak, y ahora en Siria, ese factor de inhibición ya no existe», destaca. «Ahora hay sobrados motivos para estar preocupados».

Las amenazas del portavoz del IS deben ser interpretadas como un estímulo para sus seguidores en Europa. Les han dicho «pensamos que llegó la hora perpetrar ataques», comentó en la radio Afzal Ashraf, un ex militar británico del Royal United Services Institute, en Londres.

«Confían en que unos enloquecidos se reúnan y aprendan a fabricar bombas para llevar a cabo esos ataques. Creen que si atentan en suelo francés, por ejemplo, la población presionará al Gobierno para que no envíe aviones de combate» a Oriente Próximo.

A esos terroristas improvisados se pueden, sin embargo, añadir otros mucho más veteranos, recordó Gilles de Kerchove, coordinador antiterrorista de la Unión Europea, ante el Parlamento Europeo. Hay, dijo, unos 3.000 europeos «que estuvieron, están o tienen el deseo de ir a Siria como combatientes extranjeros».

Su regreso a Europa «es preocupante porque habrán recibido entrenamiento militar, adoctrinamiento, desarrollarán redes con sus compañeros de armas alrededor del mundo» y su sensibilidad a la violencia habrá disminuido, según De Kerchove. Algunos ya han vuelto o están en el camino de vuelta. «Estamos librando una auténtica carrera contrarreloj», según Filiu.

El dinero

Uno de los aspectos más alarmantes del vertiginoso ascenso del Estado Islámico (EI) reside en su capacidad de autofinanciarse utilizando todos los mecanismos comerciales y financieros que ofrece el mercado mundial.

En la actualidad, el grupo que dirige Abu Bakr al Bagdadí dispondría de entre US$500 millones y US$5.000 millones, y su férreo control sobre el territorio conquistado en Siria e Irak y de sus aproximadamente 8 millones de habitantes le estaría reportando importantes recursos económicos adicionales. Así, se estima que el EI se ha convertido en la organización yihadista mejor financiada del mundo, desbancando incluso a la propia Al Qaeda. El grupo está utilizando ese dinero para pagar a sus combatientes –mucho mejor que otras organizaciones de similar ideología–, comprar armamento, crear campos de entrenamiento y sobornar a los líderes tribales suníes iraquíes que apoyan, ya sea abierta o tácitamente, su ofensiva contra el régimen chií de Bagdad.

En los últimos años, el EI, al igual que otras organizaciones yihadistas, se ha financiado con donaciones que provendrían de Turquía, Kuwait, Catar y otros países del Golfo Pérsico –estos países han rechazado vehemente esa acusación–, por medio de ciertas organizaciones benéficas suníes. No obstante, desde meses atrás, esta fuente de financiación se ha reducido radicalmente por un doble motivo. En primer lugar, los gobiernos árabes han empezado a reconocer la gravedad que la amenaza de los islamistas radicales supone para la región y están imponiendo controles más severos a los movimientos monetarios, además de llevar a cabo algunas detenciones relacionadas con este hecho.

Por otro lado, se está acentuando la presión occidental sobre individuos y empresas sospechosas de colaborar con los yihadistas. Últimamente, el Departamento del Tesoro de USA ha sancionado a ciudadanos cataríes y kuwaitíes, así como a ciertas organizaciones no gubernamentales por su papel en el suministro de dinero en efectivo y armas para el EI. Precisamente, en mayo el gobierno de Kuwait depuso a su ministro de Justicia después de que USA mostrase su preocupación por su presunto papel en la recaudación de fondos para grupos yihadistas.

Sin embargo, aun siendo importantes, las donaciones del extranjero ya no suponen para Al Bagdadí la fuente primaria de financiación. Hoy, sus ingresos provienen fundamentalmente de la venta de hidrocarburos en el mercado negro. Tras sus victorias en el campo de batalla, los yihadistas controlan casi una docena de campos de petróleo y gas en las provincias sirias de Raqqa y Deir Ezzour, así como algunas refinerías en Siria e Irak y el principal oleoducto que une Irak con Turquía. En Siria, los islamistas radicales dominan el 60% de las instalaciones petrolíferas del país de donde estarían extrayendo unos 50.000 barriles de crudo al día; además, se calcula que en Irak estarían obteniendo otros 25.000 barriles diarios.

El Estado Islámico vende tanto el petróleo como el combustible diésel a través de una sofisticada red de contrabando –la zona ha sido históricamente un refugio para este tipo de actividades–. Aunque, el crudo se vende a un precio reducido – de US$25 a US$60 por barril cuando su precio regular es de casi US$100–, los yihadistas estarían ingresando por este concepto entre US$2 millones y US$3 millones diarios. Como una simple muestra de la importancia de este tráfico ilícito, desde el comienzo del conflicto en Siria en 2011 las incautaciones de petróleo ilegal en la frontera entre Turquía y Siria han aumentado en un 300%.

Según fuentes de inteligencia estadounidenses, los compradores serían empresarios y comerciantes turcos, kurdos, libaneses e iraquíes, que a su vez revenderían la mercancía en otros lugares, incluyendo la Siria del régimen de Bashar al Assad. Igualmente, como denunció a principios del mes de septiembre la embajadora de la Unión Europea en Irak, Jana Hybaskova, esta venta ilegal de hidrocarburos llegaría hasta la propia Europa, por lo que se estarían financiando indirectamente a los mismos yihadistas a los que se pretende combatir militarmente.

La Alianza

Con todo lo anterior, vamos al tema que es título de esta nota. Para ello, Ethel Bonet escribió para la web El Confidencial, desde Beirut (Líbano):

Son dos conflictos dispares. La guerra contra el Estado Islámico (EI) en Siria nada tiene que ver con la de Irak, donde Occidente y Bagdad han unido fuerzas para detener el rápido avance de los yihadistas. El Gobierno de Bagdad representa, bien o mal, a los iraquíes y kurdos. En cambio, Siria es un estado fracturado después de tres años de guerra civil, con un régimen que ha cometido todo tipo de atrocidades contra la población y que, ahora, lucha por la supervivencia mientras una amalgama de grupos cada vez más radicalizados combaten entre sí y contra Bachar al Assad.

Estados Unidos y su coalición de países aliados comenzaron a bombardear la pasada semana posiciones de los grupos yihadistas en el norte de Siria. Pero el Estado Islámico no es el principal enemigo ni de la oposición a Al Assad ni del propio régimen, actores principales de una guerra que ya ha dejado más de 200.000 muertos.

Damasco ha dado la bienvenida a los ataques de la coalición internacional, siempre que estos sean coordinados con el Gobierno sirio. También los ha aprovechado para reforzar su justificación de la represión: el régimen no combate una revuelta democrática popular, sino un complot del terrorismo islamista. En cambio, activistas y rebeldes sirios critican los bombardeos aliados dirigidos contra bases del Frente al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria, al que los insurgentes consideran como el grupo yihadista más fuerte en la lucha contra Al Assad, la milicia Hizbulá (aliada del régimen) y el Estado Islámico.

“Damos la bienvenida a cualquier ataque, venga de donde venga, contra el Estado Islámico, porque ellos son también nuestros enemigos. El problema es que la coalición internacional está atacando al Frente al Nusra y otras brigadas rebeldes”, advierte a El Confidencial Ahmad Hamed, insurgente de la Legión al Shams, en Alepo. “Temo que si continúan los ataques contra las bases de Al Nusra (sus milicianos) acaben uniéndose al Estado Islámico y luchando contra nosotros”.

Eso es, precisamente, lo que está sucediendo. Los líderes de ambas organizaciones están manteniendo encuentros para planificar una guerra conjunta contra la coalición internacional, según informa The Guardian. Asimismo, ciertos informes publicados por The Independent indican que se está cerrando una alianza entre el EI y la filial de Al Qaeda en Siria, su antiguo enemigo. “Desde el inicio de los ataques aéreos, el Estado Islámico ha reclutado a 73 nuevos combatientes; al menos 41 provenían de otras facciones islamistas, como el Frente al Nusra. Han optado por cambiar de bando”, confirmó el viernes 26/09 el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, un grupo opositor con sede en Londres.

A diferencia de los yihadistas del Estado Islámico, que cuentan con varios miles de extranjeros occidentales entre sus filas, los combatientes de Al Nusra son “(en un) noventa por ciento sirios”, precisa Hamed, que denuncia que USA y los estados árabes aliados “están matado a nacionales sirios”. “Desapruebo, rotundamente, esta acción”, reitera el rebelde de Alepo, antes de agregar que “en los bombardeos aliados también han muerto civiles, entre ellos mujeres y niños”.

Además de bombardear sus bases, almacenes de municiones e instalaciones petroleras, la estrategia de Barak Obama para combatir al Estado Islámico pasa también por entrenar y armar a los insurgentes sirios. De nuevo, el plan es cuestionable. Algunos Gobiernos occidentales temen que las armas puedan caer en “manos equivocadas”, ya que no hay una separación clara entre los grupos que luchan contra el régimen sirio.

Apenas quedan insurgentes “moderados” del prácticamente desaparecido Ejército Libre de Siria: la mayoría de los rebeldes se han reconducido hacia los grupos salafistas, agrupados en el Frente Islámico. Esta formación, que reúne a las principales facciones islámicas, lucha contra los extremistas del EI, y cuenta para ello con el respaldo militar del Frente al Nusra, que, al fin y al cabo, es Al Qaeda.

Respecto a esta cuestión, Hamed revela que los beneficiarios de las armas serán combatientes de dos facciones rebeldes consideradas “moderadas” por USA. Estas dos brigadas son el Frente Revolucionario Sirio, que nació en 2013 como una escisión de grupos del ELS para contrarrestar al Frente Islámico, y el Ejército de los Muyahidines, una coalición de tres facciones islamistas que se formó para luchar contra los yihadistas del Estado Islámico en la provincia de Alepo y que contaría con entre 5.000 y 7.000 combatientes. Estas facciones rebeldes “tienen buena relación con Estados Unidos y ya estaba previsto que recibiesen armas y entrenamiento en Turquía o Jordania”, detalla el combatiente de Alepo.

“Un plan ambiguo y largo”. Así define Yasser al Dumani, rebelde en los suburbios de Damasco, combatiente de las brigadas de Al Qalamoun, el plan estadounidense de armar y entrenar a los rebeldes. “Quieren adiestrar y entregar armamento a 5.000 combatientes durante varios años. Pero esto no servirá para frenar al Estado Islámico. En realidad, lo que nos hace falta son armas sofisticadas, armamento pesado, como misiles antitanque… y ya no haría falta alargar por más tiempo la tragedia de Siria. Sobre el terreno hay muchos rebeldes que no son extremistas; y están bien entrenados”, cuenta a El Confidencial.

Al Dumani ve con escepticismo la campaña de bombardeos contra el Estado Islámico liderada por Washington, ya que considera que, en el fondo, está beneficiando al régimen de Al Assad. “Los bombardeos de la coalición han sido contra el EI, pero también contra el Frente Al Nusra y varias brigadas de la Revolución. Los ataques aéreos también han matado a civiles, y causado más desplazados. La consecuencia directa es que las tropas de Al Asad han avanzado en Alepo. Entonces, la coalición ha beneficiado al régimen y ha aumentado el número de víctimas inocentes. No ha ayudado al pueblo sirio”, opina.

“Me atrevo a decir, incluso que la coalición internacional está ayudando al propio régimen; se está coordinando con él, aunque luego vaya diciendo lo contrario. Había ya un entendimiento”, critica. “Nosotros llevamos un año y medio combatiendo al Estado Islámico y hemos perdido a nuestros mejores combatientes para frenar el avance de los yihadistas. Y, durante ese mismo tiempo, el régimen (de Al Assad) ha estado facilitando armas a los yihadistas y su expansión”, continua el rebelde de Qalamoun.

Al Dumani también advierte que, si se logra destruir a los yihadistas, la continuidad del régimen de Damasco provocará que surjan grupos similares. “Nosotros habríamos estado dispuestos a apoyar a la coalición internacional si el fin de la intervención fuese derrocar a Al Assad y combatir al Estado Islámico. Pero no sirve de nada luchar contra los yihadistas sin derrocar a Al Assad, porque saldrán otras organizaciones terroristas que sustituirán al EI”.

Una de las preguntas que se escuchan con más insistencia desde el inicio de la ofensiva aérea es ¿por qué ahora?, ¿por qué se ha tardado tanto en atacar al Estado Islámico? Dani al Qabani, activista de la localidad de Modamyieh Al Sham –víctima de la tragedia de los ataques con armas químicas hace ya un año– ofrece su opinión al respecto.

“Estados Unidos y Occidente en general debería haber actuado antes. No tendían que haber esperado a que el EI se expandiera; a que (los yihadistas) decapitaran a los periodistas americanos y al cooperante británico. Ahora han abierto los ojos y se han dado cuenta de la importancia de actuar. El Gobierno de USA, para acallar las críticas internacionales por haber permanecido como observador mientras un pueblo es masacrado por el EI. Francia, Reino Unido y Alemania, para evitar que los combatientes del EI, franceses, ingleses y alemanes, regresen de Siria e Irak y se conviertan en un gran peligro para la seguridad de sus propios países”, lamenta el activista de los suburbios de Damasco.

Fuente: www.urgente24.com

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