Los gobernantes Benjamin Netanyahu y Mahmud Abbas, se acusaron por la ola de violencia en la región, luego de que tropas israelíes mataran a un joven palestino en otra jornada de extendidos enfrentamientos.
Los nuevos choques llegaron un día después de que un soldado y una colona israelíes fueran asesinados a puñaladas por atacantes palestinos en Tel Aviv y Cisjordania, agravando tensiones tras más de 20 recientes muertes, el colapso de negociaciones de paz, en abril, y la ofensiva israelí en Gaza, en julio.
Desde que comenzó la actual ola de violencia, con el secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes y un palestino, hace cinco meses, 17 palestinos fueron muertos por soldados en Cisjordania, mientras que otros seis israelíes fallecieron en distintos ataques palestinos en el curso del último mes, según cifras oficiales.
Hoy, al conmemorar el décimo aniversario de la muerte del histórico líder palestino Yasser Arafat con un discurso en Ramallah, el presidente Abbas acusó a Israel de la crisis, asegurando que las políticas de Tel Aviv llevan a la región y el mundo a una «perniciosa guerra de religión».
En respuesta, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que Abbas incita a la violencia y anunció que su gobierno decidió endurecer los castigos y reinstaurar la práctica de demoler las casas de las familias de los palestinos que ataquen a israelíes, que se había abandonado tras críticas internacionales.
El gobierno resolvió «reforzar las medidas de seguridad en todo el país, destruir las casas de los terroristas, implementar una política estricta contra los que tiran piedras y cócteles molotov y multar a los padres de los jóvenes que tiren piedras», dijo el premier en una intervención por TV tras una reunión de gabinete.
Netanyahu habló horas después de que un joven palestino de 22 años fuera muerto a tiros por soldados israelíes que reprimieron a un grupo de unos 150 chicos y adolescentes que estaban lanzando piedras y bombas molotov a autos que pasaban cerca de la colonia judía de Kiryat Arba, en Cisjordania, informó el Ejército.
Los nuevos choques llegaron un día después de que un soldado y una colona israelíes fueran asesinados a puñaladas por atacantes palestinos
El joven, quien vivía en el cercano campamento de refugiados de Al Arrub, en el norte de la ciudad de Hebrón, recibió un disparo en el pecho y murió en un hospital, informaron fuentes médicas palestinas.
También hubo enfrentamientos entre policías y jóvenes palestinos en otros múltiples puntos de Cisjordania, incluyendo el campamento de Arrub y en cercanías de la ciudad de Naplusa, donde dos jóvenes palestinos resultaron heridos de bala, informaron fuentes militares israelíes y fuentes hospitalarias palestinas.
Mientras la prensa israelí empieza a preguntarse si la escalada de violencia presagia el desencadenamiento de una tercera intifada (levantamiento) palestina, el ministro de Defensa, Moshe Yaalon, dijo que era demasiado temprano para definir los eventos.
«No vemos a las masas tomar las calles en Cisjordania. Lo que sí vemos en ciertos lugares es a jóvenes que están participando de terrorismo popular y, principalmente, estamos viendo atacantes solitarios», dijo Yaalon a periodistas, citado por la cadena CNN.
«Así que ¿cómo lo llamamos? Está claro que hay una escalada, un incremento de la violencia. Esperemos y veamos», agregó, advirtiendo al público de que se prepare para «la posibilidad de una escalada aún mayor».
El creciente sentimiento de temor y bronca en las calles evoca recuerdos de la segunda intifada palestina, que comenzó en 2000 y dejó cientos de muertos en atentados suicidas contra israelíes y ofensivas militares israelíes en Cisjordania y la Franja de Gaza.
«Esta es la misma banda sonora que todos recordamos de los días de la intifada: uno no tiene tiempo de asumir el ataque terrorista de la mañana…y tu corazón palpita un poco porque sabés que dentro de una hora o dos va a haber otro», dijo el columnista Alex Fishman en el diario Yediot Aharonot, el más vendido de Israel.
«Si esta locura no se detiene ya, nos vamos a encontrar otra vez en aquellos mismos días oscuros de la segunda intifada», añadió.
Israel detuvo a unos 2.000 palestinos en Cisjordania y Jerusalén este desde agosto y reforzó drásticamente la presencia policial en las calles, pero no ha sido capaz de detener un creciente número de ataques cometidos por palestinos que actuaron solos, la mayoría de ellos en Jerusalén.
La ola de violencia en la anexada Jerusalén este, el sector de la ciudad que los palestinos reclaman como capital de su futuro Estado, empezó en julio pasado con el secuestro y asesinato del adolescente palestino, en una aparente represalia por el rapto y ejecución de los tres jóvenes israelíes en Cisjordania.
Las tensiones se agravaron por disputas en torno al complejo de la Explanada de las Mezquitas, donde está la mezquita de Al Aqsa, sagrada para los musulmanes, y por repetidos anuncios israelíes de planes para aumentar el número de colonos judíos que viven en ese sector ocupado de la ciudad.
En su discurso por el 10° aniversario de la muerte de Arafat, el presidente Abbas prometió «defender Al Aqsa y las iglesias» de los extremistas judíos.
«No están llevando a una perniciosa guerra de religión, y nadie, musulmán o cristiano, aceptará que Jerusalén sea de ellos. Jerusalén es nuestra capital, y no habrá concesiones», señaló.
Por su parte, el encarcelado dirigente palestino Marwan Barghuti, del partido Al Fatah de Abbas, llamó al liderzgo palestino a «apoyar la resistencia armada», lo que, dijo, sería «fiel al legado de Arafat, a sus ideas y principios».
Barghuti, a quien se considera uno de los principales iniciadores de la segunda intifada, cumple una pena de cinco cadenas perpetuas en Israel por ataques contra objetivos israelíes.
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