La complicada situación de Amado Boudou mantiene incómodos a aquellos K que tienen aspiraciones electorales. A sus compañeros del Senado se suman los presidenciables, como Randazzo. De ahí que presionan para que el vice de Cristina Fernández tome licencia. El dilema es ahora cómo entregarlo en pleno año electoral.
Los pedidos de licencia que reitera la oposición en cada sesión y el avance de las causas judiciales en su contra son considerados un lastre por aquellos senadores que tienen ambiciones políticas, como el jefe de la bancada, Miguel Pichetto, que aspira a la gobernación de Río Negro.
También por los presidenciables del oficialismo, que no tienen ganas de andar explicando qué tiene que hacer Boudou cada vez que les hacen un reportaje.
Tiene un enemigo de peso dentro del gabinete que es Florencio Randazzo, aliado del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, que quiere empujar a Boudou hacia el abismo.
La propia Cristina Fernández lo colocó a su lado en el Día de la Democracia y lo envió a la asunción de la brasileña Dilma Rousseff hace tres días. Dicen que fue para desafiar a la Justicia.
“Es cierto que hay presión del bloque para que Amado dé un gesto por sí solo, y también de los presidenciables”, reconocieron en su entorno, según publicó el sitio ‘Perfil’.
Gente vinculada al tercero en la línea sucesoria, Gerardo Zamora, advirtieron que al vice le queda poco tiempo, pero en el entorno de Boudou dicen que eso es una expresión de deseos del santiagueño.
Boudou podría enfrentar este año un juicio oral por la falsificación de papeles para la radicación de un auto. Se espera, además, que la Cámara Federal confirme el procesamiento del vice en el caso Ciccone y que el juez Ariel Lijo se expida en la causa por enriquecimiento ilícito.
Los presidenciables, cuando les preguntan, dicen que es una decisión de Boudou apartarse del cargo o no hacerlo. Otros, que es una determinación de la Presidenta. La defensa ya es tibia tirando a fría. La imagen de un vicepresidente sentado en el banquillo de los acusados en un juicio oral, por más que se trate de una “falta menor” –como la definió el ex juez Eugenio Zaffaroni en una entrevista con el diario ‘Página/12’–, es de impacto para el oficialismo.
Capitanich lo ha respaldado en alguna conferencia de prensa y es uno de los pocos contactos que le quedan con la Casa Rosada. Puede que Cristina decida sostenerlo hasta el final, o puede que se tome licencia motu proprio, aliviando la carga que les produce.
Pero la duda de su entorno es si la jefa de Estado lo entregará en pleno año electoral.
www.urgente24.com