Antes de la definición ante España, tuvieron un cruce de palabras y jamás volvieron a recomponer la relación; el cordobés narró su versión de los hechos.
Hoy se cumplen siete años de la derrota argentina ante España en la final de la Copa Davis 2008, en Mar del Plata. Quizás, la que más costó digerir por un contexto favorable que no se supo aprovechar. Y fue aquel fin de semana en La Feliz el que provocó la grieta entre David Nalbandian y Juan Martín del Potro, líderes de aquel equipo, quienes jamás volvieron a mostrarse cerca. En un entrevista con LA NACIÓN, el cordobés habló de su carácter durante sus años como tenista profesional y confesó, según su punto de vista, qué le dijo al tandilense en aquella semana.
De fuerte personalidad, muchas veces hosco e irascible, Nalbandian protagonizó algunos choques y discusiones con periodistas, colegas y hasta entrenadores. ¿Acaso algunas de sus actitudes fueron una suerte de escudo para no demostrar debilidades? «Con la prensa puede ser que pusiera un escudo. Pero con compañeros y rivales era más por defender una idea, una posición, que por poner un escudo. Yo estaba convencido de lo que hacía y de lo que quería. Cuando las ideas no eran compatibles, defendía lo que pensaba y lo que sentía. Con la prensa sí ponía un escudo, porque si no te cuidás vas muerto. ¿O no? Cuéntenme ustedes [sonríe]. Un poco de precaución siempre hay que tener», responde, y pasa la pelota de lado. Pero reconoce: «Yo no digo que [los tenistas] seamos fáciles, ¿eh?».
La formación de aquella final. Foto: Archivo
Con Del Potro, los cortocircuitos comenzaron en las semanas previas a la final y, a partir de entonces, se sucedieron rispideces, una tras otra. Incluso, hay versiones que indican que antes de aquella definición por la Ensaladera, cuando el tandilense llegó a la ciudad balnearia proveniente de la Copa de Maestros de Shanghai, el cordobés lo trató de «pendejo» y le espetó que allí no estaba su «papito» para defenderlo en los planteos por el reparto del premio. ¿Es mito o realidad? Nalbandian, a siete años de aquel momento, contestó: «No, así no me acuerdo que le haya dicho. No, no. Eso sí: pasaron muchas cosas y por ahí él decía que no sabía nada y yo le dije: «Bueno, que te cuenten bien cómo son las cosas. Porque si nos sentamos a hablar y no sabés nada, o decís que no sabés nada, no podemos arreglar nada». Fue así».
jp/ae.
Fuente: Cancha Llena
