El jugador que mejor representa la tradición futbolística de River dice que “al hincha le gusta que juguemos bien, pero también que corramos y que metamos”.
El hincha de River moderno se distrancia bastante de aquel de paladar negro que se sentaba en la platea San Martín baja y no toleraba otro juego que no fuera exquisito. Ese modelo de fanático millonario hubiese admirado la elegante zurda de Erik Lamela igual que los de ahora, pero jamás hubiera festejado una barrida o un quite del pibe. Justamente, el jugador más fino de este River, el que heredó la 10 de Ortega, el que mejor representa la tradición futbolística del club, admite que hoy no alcanza con un lujo, o un golazo como el que convirtió el domingo, para satisfacer a la gente: “Al hincha le gusta que juguemos bien, pero también que corramos y que metamos. Les gusta todo a los hinchas y nosotros tratamos de hacerlo. Y ganar, lo más importante”.
Es difícil imaginar a un Charro Moreno, Pedernera o Alonso tirándose a los pies. Aunque más adelante, Gallardo, D’Alessandro y Aimar se han raspado los muslos alguna vez. A Lamela, salido del mismo molde, le tocó estar en un River que tiene más sacrificio que juego y por eso debió agregarle conceptos defensivos a sus características naturales. “Trato de ayudar un poco en defensa porque le sirve al equipo”, dice Erik. De hecho, Almeyda el domingo lo felicitó tanto por el gol como por una pelota que recuperó en campo de River en los minutos finales. “Eso me ayuda mucho porque me está demostrando que hice las cosas bien”, se alegra el 10.
Claro que lo mejor de Lamela no es la garra ni el despliegue que está sumando para retroceder hasta el mediocampo y darle una mano a Pereyra (o JM Díaz) en la banda izquierda. Como dice Jota Jota, el zurdo aporta el salto de calidad cuando juega de frente al arco y puede explotar los espacios que genera Pavone. “Yo de frente me siento más cómodo. De espaldas no sabés dónde están los rivales y es más fácil que te saquen la pelota”, explica. Y agrega que los murmullos de la gente cuando a él o al equipo no le salen las cosas no lo condicionan para hacer lo que sabe adentro de la cancha.
A paso firme, con apenas 18 años, Lamela se afianza como el jugador distinto de este River, pero no se conforma: “Tenemos mucho más para dar”. El hincha, agradecido.
Fuente: Olé