Fue en el marco de una mesa debate organizada en el Salón Azul del Senado, de la que tomaron parte los oficialistas Federico Pinedo y Ernesto Sanz, y el jefe del bloque mayoritario del Senado, con la presencia de uno de los protagonistas de los Pactos de la Moncloa.
Es sabido que el presidente del bloque PJ-FpV del Senado, Miguel Angel Pichetto, sostuvo desde el principio del gobierno de Cambiemos la necesidad de alcanzar un pacto de gobernabilidad que se pareciera al Pacto de la Moncloa. Si hasta le puso nombre: Pacto del Bicentenario. Pero el Gobierno no se manifestó interesado en avanzar en esa dirección, y eso es algo que cada vez que puede el rionegrino reprocha.
Por eso era interesante conocer cual sería su postura este jueves, durante el debate organizado en la Cámara alta con la presencia de uno de los firmantes de los Pactos de la Moncloa, el profesor español Ramóno Mamames, y representantes del corazón del oficialismo como el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, y el exsenador radical Ernesto Sanz. En rigor, el mayor interés estaba en conocer cual sería la postura de estos integrantes de Cambiemos frente a un tema en el que en su momento no quiso avanzar el presidente Mauricio Macri.
Y los tres dirigentes se manifestaron abiertos a alcanzar acuerdos amplios entre el oficialismo y la oposición, aunque -previsiblemente- el más medido en eso fue el macrista Pinedo, que prefirió remitir esos entendimientos a cuestiones puntuales.
Moderada por el dirigente peronista Julio Bárbaro, la conferencia realizada en el remozado Salón Azul se inició con la exposición del profesor Tamames, quien evocó la situación de crisis económica en que se encontraba España a la salida del franquismo, y recordó que “desde el principio de la democracia planteamos una política de concentración”.
El radical Ernesto Sanz, hombre clave en la creación de Cambiemos, se mostró entusiasmado con establecer un gran acuerdo político. Ante la pregunta de si hay oportunidad de alcanzar pactos como los que se lograron tras la salida de España de la dictadura franquista, el mendocino se manifestó “convencido de que sí”, por cuanto “hay equilibrio de fuerzas políticas”.
“No hay un sistema político equilibrado, pero hay de alguna manera equilibrio de fuerzas”, señaló el expresidente del radicalismo. De cara al futuro, advirtió que cualquiera sea el resultado de las elecciones de octubre, la composición de ambas cámaras no variará mayormente, ante lo cual habló de la existencia de una base extraordinaria para poder sentarse transversalmente en una mesa”.
Sanz confesó su añoranza por el bipartidismo, pero, pragmático, aclaró que hoy hay “dos coaliciones” claras que bien pueden llevar adelante “un acuerdo durarero”.
Según el mendocino, “la dirigencia política de la Argentina tiene que decirle ‘no va más’ a los problemas estructurales: déficit público, el rol del Estado, la pobreza, la desigualdad”, y consideró que “hay que lograr definiciones estructurales, dejando de lado la coyuntura”.
No hacía falta escuchar a Pichetto para saber lo que piensa sobre el tema. Pero la ocasión le dio pie para recordar que en los inicios del gobierno de Mauricio Macri dijo entender que “surgía con nitidez un marco de fragilidad parlamentaria porque en ninguna de las dos cámaras el Gobierno tenía mayoría”. Así las cosas recordó que “el año pasado se presentaba propicio, desde un sentido patriótico”, para un acuerdo de ese tipo que él definió como “Pacto del Bicentenario”. Esto era “avanzar en grandes temas para producir el escenario de gobernabilidad con acuerdos que tenían que ver con la economía, seguridad pública, empleo, lucha contra el narcotráfico”.
Para el rionegrino, nuestro país debería “dejar de lado visiones pequeñas y pensar el país”. Tras pedir no ser malinterpretado, se lamentó de que “el único debate de la Argentina” sea “el del pasado”, cuando nuestro país “necesita empezar a debatir el futuro, por dónde salimos, cómo crecemos”.
Pichetto no obvió un tema de la coyuntura como es la crisis política y económica de nuestro principal socio, Brasil, que advirtió “incide en la economía de la Argentina”. Por eso propuso “pensar no sólo en los acontecimientos locales, sino a dejar de lado las visiones pequeñas y mezquinas y a pensar el país”.
A su turno, Federico Pinedo se mostró abierto a alcanzar acuerdos, pero consciente del pensamiento presidencial se mostró más medido, al hablar de alcanzar acuerdos en las cosas “que tenemos en común y que debemos cuidar”. Dijo que “esas son las materias del acuerdo necesario. Siempre. La pequeñez personal no debería postergar ese acuerdo”.
Advirtió en tanto que “faltan interlocutores” y que “hay que reconstruir el sistema político, porque está destruido”, ya que “en esos grupos que se enfrentan debe haber gente que se pueda poner de acuerdo en temas comunes”.
Al hablar de temas puntuales sobre los que se podrían establecer pactos, sugirió la necesidad de “garantizar la solvencia fiscal a largo plazo en la Argentina”.
Al inicio del debate, Tamames reconoció que “sin una mayoría absoluta esa política era impracticable y además el pueblo estaba esperando si los nuevos representantes políticos eran capaces de organizar una economía adecuada”.
Miembro por entonces del Partido Comunista Español, Tamames recordó que “hubo un pacto para fijar la masa salarial en el mismo tipo de crecimiento de los precios”, así como un combate al desempleo “con una menor rigidez en el sistema laboral”, un “control del gasto público” y “el principio del impuesto progresivo, que debe pagar más quien más gana”.
Pasaron cuarenta años desde entonces, dijo, y “nos queda el recuerdo de una operación política poco frecuente, admirable en muchos aspectos, criticable por no haberse organizado más a fondo”.
Artífice principal de ese tiempo, “Adolfo Suárez convocó a todos”, recordó. “Desde la derecha a la izquierda. Los únicos que no quisieron participar fueron los representantes de ETA”.
Como resultado, “hubo un compromiso histórico, un proyecto para modernizar al país que creció económicamente pero que tenía muchas notas de regulaciones autoritarias”. Y primó “el espíritu de empujar un país hacia adelante”.
En el auditorio estaban la vicepresidente Gabriela Michetti, y los senadores Alfredo Martínez, Roberto Basualdo, Alfredo Luenzo, Roberto Basualdo, Fernando “Pino” Solanas, Marina Riofrío, María Ester Labado, José Ojeda, Walter Barrionuevo, Rodolfo Urtubey, Sandra Giménez, Juan Manuel Abal Medina y José Mayans.
También estaban exlegisladores como Augusto Alasino, Eduardo Camaño, Rafael Pascual, Humberto Roggero, Ricardo Gil Lavedra, Jorge Yoma, José Antonio Romero Feris, María Cristina Guzmán y Remo Costanzo; el titular de la Auditoría General de la Nación (AGN), Oscar Lamberto, y los auditores Jesús Rodríguez y Graciela de la Rosa; el exdefensor del Pueblo de la Nación Eduardo Mondino y Atilio Benedetti, actual director del Banco Nación, entre otros.
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