El tratamiento del proyecto de ley quedaría para marzo, cuando comience el período ordinario, y no para febrero como especulaba el oficialismo en un principio.
El Gobierno nacional decidió finalmente enfriar el debate de la reforma laboral. Ante la falta de consensos con el sindicalismo y tras las tensiones vividas en el Congreso por la polémica Ley de Reforma Previsional, el Ejecutivo retrocederá con su idea original de tratar el proyecto en febrero, durante extraordinarias.
“Debería haber un nivel de consenso explícito de los sindicatos mayor al que tenemos. Eso no está y sería una condición necesaria pero tampoco suficiente para aprobar la ley”, declaró un funcionario encargado de las negociaciones al diario Clarín.
Con la intención de que no se repita el violento escenario ocurrido durante diciembre en reclamo al ajuste de las jubilaciones, el oficialismo aplazará la discusión a la espera del visto bueno de la central obrera. También intentará evitar otro desgaste y mejorar las relaciones con los bloques opositores del Congreso, que quedaron tirantes luego del agitado cierre de año.
En lo que respecta a la falta de acuerdo con todo el arco gremial, fue en noviembre pasado -cuando la iniciativa ingresó a la Cámara alta- que el presidente del bloque Justicialista en el Senado, Miguel Pichetto, dijo que el debate se daría con la nueva composición del Congreso y una vez que la CGT llegara a una postura “coherente” y unificada. Algo que al día de hoy no sucedió.
También perdió chances la alternativa de impulsar una parte de la reforma y dejar los puntos más controvertidos para más adelante. Fragmentar el proyecto había sido una propuesta planteada por representantes de Cambiemos en el Parlamento.
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