Legislatura Hoy

Leyes y políticas

Los entretelones de la investigación que sacudió al kirchnerismo

Cómo fue la intimidad de la historia que sacude a la clase política y empresaria

Por Javier Cusimano

Entre el periodismo y el poder siempre debería existir una relación conflictiva. El periodismo nació para incomodar diciendo o mostrando aquello que se intenta ocultar. Un buen ejemplo de esta máxima es la investigación que realizaron durante los últimos ocho meses Diego Cabot, Candela Ini y Santiago Nasra, periodistas del diario La Nación.

El reducido equipo de trabajo se conformó luego de que Cabot recibiera en enero pasado una caja con documentos en los que se detalla la compleja trama de corrupción que al parecer caracterizó a la gestión kirchnerista. En una entrevista el editor del suplemento de Negocios y Economía del diario porteño, autor de tres libros, cuenta el momento en que recibió los famosos «cuadernos de las coimas» y el inicio de la investigación.

«El ocho de enero una persona me entregó una documental, una caja con información que podía interesarme. Obviamente él sabía quien era, sobre qué temas había ahondado, seguro había leído alguna vez los libros que escribí. Lo cierto es que el conocía muy bien quien era el personaje al que le estaba dando la información», detalla Cabot sobre el perfil del hombre que se transformó en el primer eslabón de una cadena de consecuencias inimaginables.

Se refiere a Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta, el número dos durante los 12 años de la gestión de Julio De Vido al frente del ex Ministerio de Planificación Federal, autor de los cuadernos que motivaron las doce detenciones que hasta ahora incluye la causa, en manos del Juez Claudio Bonadio y del fiscal Carlos Stornelli.

«Antes de recibir los documentos había tenido muchas charlas con esta fuente. Teníamos una suerte de relación y mutuo conocimiento, hasta alguna confianza, en cuanto que sabía qué es lo que iba a hacer con todo el material», explica quien estudió abogacía pero más tarde se especializó y volcó al periodismo.

Sobre los minutos previos a comenzar con la lectura de los cuadernos recuerda que se encontró con una bolsa negra dentro de la caja. «Diría que hasta en algún punto me dio un poco de miedo abrir la bolsa. Aunque tenía mucha intriga. La curiosidad mata al hombre, dicen. Cuando empecé a mirar descubrí un relato cruel, detallado y absolutamente fidedigno de la narración de prácticamente diez años de historia», describió Cabot.

«Dejé el auto estacionado a un par de cuadras, había ido al encuentro sin celular y cuando llegué nuevamente al auto no podía creer lo que veía. Quería que me agarren todos los semáforos en rojo para ver dónde parar y seguir leyendo», cuenta, y explica que lo primero que hizo luego de esa reunión fue convocar a dos alumnos para que lo ayudasen a comenzar a darle forma al material.

«Las narraciones son cronológicas y ordenadas, pero de puño y letra, y es muy difícil trabajar sobre eso. Entonces había que digitalizar todo, armar una base de datos. En eso empezamos a trabajar con la consigna del silencio absoluto. Creo que un puñado de personas y no mucho más sabían. Después empezamos a entender la trama de lo que ahí se veía», resume Cabot.

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