Al hablar en el Congreso, dijo que no será cómplice de acciones violentas; descartó reformar la Constitución y pidió que no la presionen con su candidatura, pero dio señales de continuidad; anunció un subsidio para embarazadas.
En el último discurso de su mandato frente a la Asamblea Legislativa, en la que inauguró el 129° período ordinario de sesiones del Congreso, la presidenta Cristina Kirchner procuró dar muestras de autoridad y de continuidad en la gestión. Lanzó una dura advertencia a los gremios al alertar que no será «cómplice de maniobras» que perjudiquen a los trabajadores, insistió en que el índice de inseguridad se redujo respecto de 2008, rechazó una posible devaluación de la moneda, anunció que extenderá la asignación universal a las mujeres embarazadas y reclamó leyes al Congreso.
Como corolario, jugó al misterio sobre su posible reelección y desautorizó a los sectores kirchneristas que alientan una reforma de la Constitución para que ella pueda seguir en el poder más allá de 2015.
«¿A quién se le ocurre lo de la reforma constitucional?», se preguntó la Presidenta, y, para doblar la apuesta, sembró un interrogante sobre su futuro inmediato. «¿Alguno me ha escuchado a mí decir que voy a ir a la reelección en 2011? Así que no se hagan los rulos. Lo que están tratando de hacer es campañas difamatorias, distractivas», enfatizó. Se refería al terremoto que causó la diputada oficialista Diana Conti cuando anteayer admitió -aunque luego desmintió sus propias palabras- que en las usinas kirchneristas se estudia la idea de una reforma constitucional.
Pese a que la Presidenta no dio certezas sobre su posible reelección, su discurso y el clima festivo que se vivía dentro y fuera del Congreso ofrecían claras señales de su continuidad. Sin abandonar el luto, hizo alusión permanente a su marido fallecido, el ex presidente Néstor Kirchner, al que elogió como fundador del «modelo». «La Argentina registra el crecimiento económico con inclusión social más importante de sus 200 años de historia», exclamó ante un oficialismo enfervorizado, imagen que contrastaba con el silencio y la mirada crítica de la oposición, que no la aplaudió ni una sola vez. «No mencionó la palabra inflación ni cómo combatir en serio el flagelo de la inseguridad», fue el reproche unánime que lanzaron los opositores al terminar la sesión.
A diferencia de sus discursos anteriores frente al Congreso, el que pronunció ayer la Presidenta tuvo algunos ribetes novedosos: formuló un par de anuncios -la extensión de la asignación universal a las embarazadas fue el más aplaudido-; mencionó por primera vez el problema de la inseguridad, pero lo más llamativo fue la inusual dureza con que reprobó, frente a la plana mayor de la CGT, las medidas de fuerza que aplican algunos gremios.
Fuente: Laura Serra/LA NACION