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El Tomba estuvo a la altura de la era de la madurez

Godoy Cruz pasó una prueba de fuego. Sigue ajustándose en período de transición. Su meta es hallar el funcionamiento definitivo como equipo. Por Fabián Galdi, enviado especial a Buenos Aires.

Una correcta apreciación de la importancia que había alcanzado el partido de anoche, en Avellaneda, en el Libertadores de América, y frente a un equipo que – por mérito propio – se ganó el apodo de Rey de Copas (obtuvo siete), fue la prueba de fuego que Jorge Da Silva había evaluado interiormente como tal, y por ende tuvo la capacidad de transmitir ese mensaje hacia sus jugadores.

Un mal resultado hubiera provocado un efecto dominó complejo de determinar en cuanto a sus alcances, porque hubiera mermado la confianza en el discurso y en la resolución del problema.

Un buen resultado, en cambio, trae aparejado un retorno a la tranquilidad y aleja de la zozobra; el día después se celebra como el de la concreción de un hecho positivo y se mira hacia adelante con la confianza de que el temporal está dejándose atrás.

Citábamos ayer, en las horas previas al partido, que el duelo frente a Independiente tenía el aditamento de haberse convertido en una bisagra; podía sostener un proyecto con base firme o, por el contrario, empezar el proceso de desmoronamiento en pocas semanas, hasta convertirlo en un castillo de naipes.

El fútbol de alta competencia, más en el plano internacional de élite, no tiene lugar para los débiles.

La debilidad se expresa en un mal diagnóstico en relación a las posibilidades que presenta un plantel de cara a una temporada que se ataca en dos frentes: internacional y nacional en forma simultánea.

La fortaleza mental, en cambio, se sostiene desde una evaluación correcta y a base de las certezas que genera a prueba constante de ensayo y error.

Les pasa a todos en algún momento; Estudiantes y Vélez, por ejemplo, tardan un bimestre en ajustarse hasta que luego recuperan aire y comienzan la trepada hacia las posiciones de vanguardia. Les cabe las generales de la ley en algún momento de la temporada, pero – lejos de ingresar en una etapa declinante – rebotan con fuerza en el fondo y vuelven a la superficie con fuerza y determinación. A River, que cambió su estilo tradicional por el de la combatividad, la andanada de resultados a favor lo está alejando del pozo y lo traslada hacia un horizonte más despejado.

¿Por qué al Tomba no iba a sucederle lo mismo? Las salidas vertiginosas de Asad/Jairo/Carranza/David Ramírez produjeron el esperable cimbronazo, cuyas secuelas todavía pueden durar quizás algunas semanas más.

Mientras, se trabaja desde lo táctico para ir modificando el estilo de juego, aunque son los propios jugadores quienes le marcan correcciones al técnico cuando «hablan» en la cancha; el buen entrenador debe captar esos mensajes y transformarlos en arreglos y/o retoques al plan original.

Anoche, frente a un adversario quebrado psicológicamente, se planteó el mismo escenario que se repite en cualquier parte del mundo cuando un equipo acostumbrado a los logros permanentes, en este caso el Rojo, ingresa en una etapa de sombras y no consigue retomar el camino victorioso en tiempo récord.

Hoy día, si la propia presión del entorno no acompaña, el jugador se carga una mochila de piedras cada vez que sale a la cancha; ésto, aunque aún no se perciba claramente, es lo que le está pasando a Godoy Cruz en el Malvinas.

El rumor ansioso de la gente cuando pasan 15′ y no se está en ventaja se va transfiriendo lentamente a la psiquis del futbolista, que comienza a cometer errores de coordinación colectiva porque no puede mantener la concentración al cien por cien dentro del campo de juego.

Entonces, cuando el Tomba juega de visitante, el escenario cambia de medio a medio. Ya no juegan las tribunas en contra, porque la presión la tiene el local (Boca, Independiente y hasta Olimpo, que casi termina perdiendo). La comodidad de poder desarrollar el juego desde la premisa de defenderse a través de la posesión de la pelota es el documento de identidad de un equipo que se siente como pez en el agua bajo este modelo.

Godoy Cruz se ha ganado un espacio firme en la era de la madurez. Atraviesa períodos de transición lógicos y normales de recambio, y quien debe acostumbrarse a domar su impaciencia es el propio público y no los jugadores.

Un lustro atrás se sufría por mantenerse en primera división; hoy, la mira está puesta en transitar el mes de abril de frente a los octavos de final de la Copa Libertadores. Han cambiado los objetivos y quizá – también – los plazos.

Mientras, el Tomba sigue haciendo camino a su andar.

Fuente: Los Andes

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