Los dirigentes contratan a los jugadores y técnicos «de moda», acaso para resguardarse de las críticas. Pero la falta de un proyecto y las internas se devoran el día a día del club. El equipo también tiene su cuota de responsabilidad
Contra los dirigentes, contra los jugadores, contra todos. Los hinchas de «xeneizes» expresan su furia como hacía tiempo no sucedía ante una realidad incontrastable: Boca se desangra y nada hace pensar en que pronto saldrá adelante.
Ayer amenazó con renunciar Juan Carlos Crespi, aunque el titular del club, Jorge Amor Ameal, salió a poner pachos fríos con la esperanza de que el vicepresidente 2º cambie de opinión cuando regrese de la gira con la selección argentina por los Estados Unidos.
No es que vayan de la mano en la vida de Boca. Crespi tiene intenciones presidencialistas y las sospechas están a la orden del día: fidelidad no es precisamente lo que guarda por el presidente, dicen. El propio Crespi le puso palabras a su desazón: «Estoy cansado, esto es un desastre. La gente tiene razón en enojarse».
El directivo expresó en reunión de comisión directiva que lo desgastan los insultos hacia él y su familia, y en una cruda autocrítica aseguró que junto a sus pares se equivocó muchas veces. «A Alves y a Pompei, por ejemplo, los mandamos al matadero. Y no estamos unidos porque todos se pelean por la elección». Él es parte de ese cuadro.
En cambio, el otro vice, José Beraldi, descargó contra los jugadores: «Estamos convencidos de que tenemos al mejor técnico; Falcioni tiene todo el respaldo. Hay que hablar con los jugadores, que son los que tienen que entender nuestro compromiso y sacar al equipo adelante. Tienen que enojarse y demostrar por qué están vistiendo la camiseta de Boca, que es la única figura y merece estar en otro punto».
Mientras Ameal sigue intentando calmar las aguas –jamás sale de su boca una bomba mediática-, Boca muestra todos los síntomas de un club ingobernable, con serios problemas para tomar decisiones en conjunto. El ala macrista de la CD se encarga de que eso no suceda, acaso para debilitar al oficialismo de cara a diciembre.
Entretanto, el Boca que dirige Julio César Falcioni alimenta el problema semana a semana. ¿O será al revés? El entrenador cuenta con todos los refuerzos que pidió. Sin embargo, tiene tres puntos menos que los que cosechó Claudio Borghi a la misma altura del Apertura pasado y ya debe pensar seriamente en sumar para que el fantasma del descenso no se instale en La Boca.
Según una encuesta publicada por Infobae.com, nueve de cada diez lectores consideran que el equipo ya se despidió del campeonato, cuando apenas transcurrieron seis fechas. No es pesimismo: el equipo sumó 4 puntos sobre 18 y aún no encontró una idea de juego, con o sin Juan Román Riquelme.
Y cuando no trascienden detalles de las insalvables diferencias entre Román y el otro referente del plantel, Martín Palermo, son noticia las peleas encarnizadas de los dirigentes. Semanas atrás se supo que los hermanos Beraldi y Marcelo London llegaron a las trompadas. Así vive Boca, maltrecho y sin rumbo.
Fuente: Infobae