En plena recta final rumbo a la definición, el próximo domingo, Gran hermano (Telefe) parece haber invertido el juego en esta etapa: lejos de seguir echando gente de la casa -concepto básico del reality- optó por hacerla entrar. Así, desde la salida de Solange (la última expulsada de esta séptima edición), la casa se la pasó recibiendo visitas la semana pasada: primero fue Luciana Salazar, luego los periodistas Fernando Carlos y Walter Queijeiro, el músico Luis Enrique, tres ganadores de ediciones anteriores y, anteayer, los familiares de los cuatro participantes que están en carrera.
Así, Christian U., Martín Pepa, Martín Anchorena y Emiliano Boscatto, lejos de padecer la convivencia obligada viendo siempre las mismas caras, gozan de un régimen de visitas de lo más abierto.
El domingo, además del ingreso de Jorge Rial (conductor de las galas), se produjo el de padres y hermanos. Los primeros “foráneos” en traspasar el umbral fueron los padres de Martín Pepa. Luego los de Christian, más tarde la madre y la hermana del rubio y, en una cuota de emotividad bien cuidada, entraron los familiares de Anchorena: su madre y su padre, de 85 años, ‘el personaje’ del domingo. Juntos, los chicos y las visitas recorrieron la casa en la que hay más desorden que cuando estaban las chicas y se pusieron al día con la vida personal, teniendo en cuenta que los participantes están en el reality desde el año pasado (12 de diciembre).
El domingo, finalmente, se sabrá cuál de los cuatro se consagrará ganador y se alzará con los 400 mil pesos de premio, más otras yapas sorpresa.
Pero antes, en la gala del viernes a la noche, se develará cuál de los cuatro muchachos quedará en el cuarto lugar, según el criterio del público. A diferencia de lo que sucede habitualmente en Gran hermano , cuando la gente vota para sacar gente, en esta instancia debe hacerlo en favor de quien quiere que sea el ganador (lo que se conoce como voto positivo ). El que menos votos reciba hasta el viernes, entonces, deberá hacer las valijas para volver a “el afuera”.
Hasta entonces, “el adentro” sigue con las puertas abiertas.
Fuente: Clarín