«Se ha hecho justicia», dijo Obama al anunciar el asesinato de Bin Laden por parte de hombres armados de su país en territorio extranjero. ¿Justicia? Un debate se abre en torno a «legitimidad» y «legalidad».
«No es legalidad, sino legitimidad en mayúsculas, lo que Estados Unidos reivindica poderosamente en la muerte de Bin Laden. Hacer justicia con alguien es «obrar en razón con él o tratarle según su mérito, sin atender a otro motivo, especialmente cuando hay competencia y disputa», nos dice la Real Academia de la Lengua», escribe hoy en El País Berna González Harbour para referirse al acto concreto de entrar a otro país para matar a un enemigo.
«Es decir -agrega- lo ocurrido no es justicia a secas (lo que debe hacerse según derecho o razón, la RAE dixit), sino que lo ocurrido es eso: que se ha hecho justicia, que se le ha tratado con su medicina, en suma».
Planteado de otras formas, es como si hubiesen ingresado a la Argentina y asesinado a, por ejemplo, Jorge Rafael Videla, acusado a su vez de genocidio y uno de los máximos responsables de cometer delitos de lesa humanidad en el mundo.
Pero claro, la situación fue muy otra.
Algunos analistas como Andrés Repetto, periodista experto en política internacional, sostiene que «tal vez lo ideal hubiese sido arrestarlo, afeitarle esa barba y mostrarlo ante todos los medios del mundo». Pero celebró su asesinato: «Han matado a un tremendo asesino».
Sin embargo, volviendo a la realidad, la prensa se pregunta europea se pregunta hoy si alguien esperaba que un soldado que se topara con Bin Laden iba a llamar a un abogado como primera reacción, como recoge este interesante artículo en Foreign Policy.
La publicación inglesa recuerda el caso de Gary Faulkner, un trabajador estadounidense que se propuso matar a Bin Laden y que, por ello, fue arrestado hace un tiempo en Pakistán.
Pero claro, dice esa publicación, no podría ser acusado en Estados Unidos de nada, porque no cometió ningún crimen en su país. Sí, en todo caso, en Pakistán. Cuidadoso en este caso de las formas, aquel país recordó que si bien ofrecía 25 millones de pesos para capturar a Bin Laden, eso no incluía su asesinato.
Foreign Policy sostuvo ya en 2010, en un artículo de Joshua Keating, que «la Constitución de los EE.UU. le da al Congreso la facultad de otorgar ´patentes de corso y represalias´, se autoriza a los particulares para cruzar las fronteras internacionales para luchar contra los enemigos. Patentes de corso, no se han emitido en los Estados Unidos desde la Guerra de 1812. El congresista Ron Paul (R-Texas) ha abogado por revivir el concepto de autorizar las milicias privadas para luchar contra Al Qaeda y los piratas somalíes», por ejemplo.
La conclusión que saca la publicación es que «si usted está pensando en llevar la guerra contra el terror en sus propias manos, es probablemente mejor no decirle a nadie sobre esto de antemano, y salir rápido de la ciudad después».
Traducción: MDZ
Fuentes: El País y Foreign Policy