La decisión de la presidenta Cristina Fernández de presentarse a su reelección, aclaró todas las dudas sobre el mapa electoral nacional. El oficialismo se apuntala como el más firme candidato a conducir la Argentina hasta el 2015. La oposición busca destrabar sus conflictos internos y pelearle cara a cara al kirchnerismo. El discurso de la catástrofe y la división entre los argentinos parece ser la columna vertebral de la campaña
La Argentina de hoy se encuentra pasando un momento muy convulsionado desde lo político, donde hasta lo más mínimo es elevado a la enésima potencia, y se arma un gran espectáculo mediático ante la menor forma de cualquier tema político, de acuerdo a cada uno de los personajes que estén involucrados en la trama.
Las elecciones presidenciales del próximo 23 de octubre marcarán un punto clave para la corta vida democrática nacional, en un panorama muy parecido al que se vivía en la primer época del kirchnerismo, con un país dividido claramente en dos, entre los kirchneristas acérrimos que defienden a capa y espada la labor del gobierno nacional, y los antikirchneristas plenos, que no comparten nada de lo que hace el Ejecutivo y lo combaten con ganas.
Este estado de crispación social al que ha sabido conducir el gobierno nacional con sus palabras en contra de todos aquellos que se oponen a su proyecto político, ha calado hondo en un sector de la población, que cada día se aleja más de la clase dirigente, en una distancia peligrosa que puede llevar a posibles conflictos en el corto y mediano plazo.
Sin lugar a dudas que las candidaturas previsibles de Cristina Fernández y de Ricardo Alfonsín por el oficialismo y el radicalismo, no ha sido lo que más sorprendió de este período para presentar las listas definitivas de cargos para el próximo 23 de octubre, sino que es el mantenimiento de los viejos métodos políticos (como las listas colectoras o adherentes) y las viejas prácticas de ver quien tiene más poder al interior de las alianzas, tal como sucedió en muchos casos de los partidos opositores.
Otra de las cosas que realmente sorprendió es el gran despliegue mediático para la cobertura del cierre de nóminas. Haciendo un viaje al pasado cuesta bastante recordar unos comicios hayan despertado semejante interés para todos los actores de la órbita política. Sucede que tampoco es frecuente que una elección de esa magnitud se presente como el punto cumbre para la consolidación o el fin de un gobierno democráticamente elegido.
Por más, el cierre de listas dejó algunos datos interesantes y no menores. Por varios frentes los grandes partidos políticos van camino a consolidarse en su relación con sus partidarios de cara a las internas del 14 de agosto, aunque algunos cuentan con más chances de hacer una gran labor electoral que otros, beneficiándose claramente al clásico bipartidismo, deteriorando a las nuevas fuerzas políticas.
El Frente para la Victoria abre según todos los sondeos un camino a un nuevo triunfo en las internas que lo consagre como la gran encuesta nacional que catapulte a Cristina en la presidencia por cuatro años más. El armado oficialista mantiene expectante todavía el nombre de quien será el acompañante de la Jefa de Estado, y que será recién develado el día sábado a horas del final de inscripción de las listas que competirán en las urnas dentro de menos de dos meses.
El amplio favoritismo del oficialismo se debe más que nada a una fuerte recomposición económica que vive la clase media de la sociedad, que ha dejado de darle vuelta la cara al kirchnerismo como sucedió hace dos años en las legislativas. Esto ha llevado a que el círculo áulico presidencial haya instalado el discurso “Cristina ya ganó”, convenciendo a toda la sociedad de que las elecciones son prácticamente un trámite para el oficialismo, por lo que ya se preparan para las elecciones del 2015 y no para las de octubre, porque ya están ganadas. Es tan fuerte este discurso que lo ha comprado hasta la propia oposición, que da por sentado el triunfo kirchnerista en octubre y para lo cual no parece hacer nada para tratar de evitar lo que consideran más previsible que pase, generando de esa manera una idea unánime de que es irreversible la victoria kirchnerista en el acto eleccionario.
Por el lado de la oposición, el candidato mejor parado hasta el momento parece ser el radical Ricardo Alfonsín, aunque las encuestas lo muestran estancado alrededor de los 15 puntos porcentuales de intención de voto, algo que evidentemente no le alcanza para intentar arrebatarle el poder al kirchnerismo. El riesgo que corre Alfonsín de no lograr una suma suficiente de votos para presentarse como alguien fuerte ante la sociedad, pone para muchos en duda su alianza con Francisco De Narváez en Buenos Aires, y que puede llevarla incluso al fracaso.
Las divisiones a las que es tan adepto el radicalismo, ha llevado a que distintos sectores renieguen por lo bajo del sistema de alianzas ejecutado por Alfonsín, lo que ha llevado a que muchos dirigentes hayan planteado por lo bajo su apoyo de la “boca para afuera”, y trabajen para juntar votos para otros candidatos, principalmente la alianza progresista que encabeza el mandatario santafesino Hermes Binner.
Otro de los actores de la contienda del próximo 14 de agosto, será el ex presidente Eduardo Duhalde, que desde su propio sector político han dejado trascender que si no saca más del 10 por ciento de los votos en la interna podría llegar a bajarse para dejar el camino libre a otro opositor con más chances de pelearle mano a mano al kirchnerismo en una hipotética segunda vuelta electoral, lo que conduce a su armado político a un callejón sin salida, donde las dudas predominan y las cosas claras quedan evidentemente a un costado.
Del resto de las candidaturas que se presentan para octubre, las de Elisa Carrió y Hermes Binner corren el riesgo de no poder contar con gran cantidad de votos, llevando sus candidaturas al mote de “testimoniales”, ya que no serían claves para captar el voto anti-K y según los sondeos se estancarían en un nivel ínfimo de votos no superando en muchos de ellos el 7 por ciento.
El gobernador puntano Alberto Rodríguez Saá buscará instalar su imagen de gobernante serio y coherente en San Luis, para de esa manera ganar el voto del electorado peronista anti-K que por estas horas parece estar más pegado a Duhalde que a él, y espera poder convencer a mucho del electorado macrista a que se sume a sus propuestas, no contando para ello con una propuesta sólida desde lo conceptual.
La izquierda y centroizquierda más radicalizada, corren el riesgo de no poder presentar sus candidatos en octubre luego de la interna, ya que es muy difícil para ellos alcanzar el 1,5 por ciento de los votos. Tanto Proyecto Sur, con Pino Solanas a la cabeza y la candidatura presidencial de Alcira Argumedo, como el Frente de Izquierda y los Trabajadores, con el histórico Jorge Altamira encabezando el binomio presidencial, sufren el grave peligro de no poder contar con el número suficiente de votos para poder presentarse en octubre, lo que beneficiaría al oficialismo como a algunos sectores de la oposición, como es el caso del frente que lidera Hermes Binner.
La tendencia de mujeres fuertes se consolida. Más allá de los cupos femeninos estipulados por ley, la presencia de mujeres de impacto política es una tendencia que ya se ha consolidado. Son tres las candidatas presidenciales en esta ocasión, ya que además de la Jefa de Estado, Elisa Carrió y Alcira Argumedo intentarán llegar a al sillón de Rivadavia.
Las elecciones anticipadas en Capital Federal, Santa Fe y Córdoba lleva al oficialismo a plantear más seriamente su campaña, ya que en los tres territorios tiene grandes chances de sufrir derrotas esplendorosas, más que nada en Santa Fe, donde según algunos sondeos puede llegar a salir tercero, detrás de Bonfatti y Miguel del Sel, y la candidatura del titular del bloque del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, no levanta cabeza y se mantiene estancada en los 25 puntos de intención de voto.
En Córdoba, la unidad de acción del kirchnerismo con el ortodoxo José Manuel De la Sota le ha valido no sólo el quiebre de su propia tropa en tierra mediterránea, sino que muchos de aquellos votantes independientes que coinciden con el oficialismo a nivel nacional, rompan filas con el PJ y vean en hombres como Luis Juez o Graciela Treber, la cara del Nuevo Encuentro que encabeza el filokirchnerista Martín Sabbatella a nivel nacional. El tercero en discordia dentro de la elección cordobesa es el radical Oscar Aguad, aunque todo hace pensar que la elección será definida entre dos, y ellos son Juez y De la Sota, ganando en los sondeos por el momento el carismático y controvertido senador nacional por el Frente Cívico.
En la Capital Federal, ya no quedan dudas de que en la primera vuelta resultará vencedor el actual jefe de gobierno, Mauricio Macri, restando por saber quién será el que dispute el ballotage con el ex presidente de Boca, y la pelea está dada entre Daniel Filmus y Pino Solanas. Por el momento, la negativa del senador del FpV a debatir con los otros dos candidatos por TN, ha llevado a que sean muchas las voces que hablan que el principal temor del kirchnerismo no es debatir en las entrañas del “monopolio”, sino que por el contrario, temen que la diatriba y la velocidad mental para contestar del cineasta, le haga perder los necesarios puntos que precisa Filmus para afirmarse en un segundo lugar que por el momento la mayoría de las encuestas le dan.
Pero este tipo de política está cada vez más en extinción, ya que tal como se preveía, el recambio de legisladores nacionales, provinciales y de concejales distritales, marcará a la larga la evaporación de gran parte del poder kirchnerista, de tal manera que las acciones basadas en vivir de la dádiva estatal, de apalancar el voto en base a planes sociales esclavizantes y de subsidiar las tarifas para luego de un día a otro anunciar correcciones salvajes en las boletas de servicios domiciliarios, sirvió tan sólo para licuar el poder ganado en ocho años.
A partir de esta semana se abrió un período de más de cien días de una agresiva campaña basada en el discurso de la catástrofe y los golpes bajos. Restará esperar que, entre round y round mediático, haya espacio para una discusión política madura, algo que, en estos tiempos, sería todo un hallazgo periodístico y dirigencial.
Fuente: www.agenciacna.com