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El recuerdo del libertador

Este miércoles se conmemora el 161º aniversario de la muerte del general José de San Martín. Sin duda, el «Padre de la Patria» y «Libertador de América» marcó la historia.

«Seamos libres, y lo demás no importa nada» proclamó el prócer ante sus compañeros del Ejército, mientras se lanzaba a cruzar los Andes.

El general centró sus esfuerzos en la lucha anticolonial con la convicción de destruir el poder colonial que durante 300 años habían ostentado los españoles en América latina, mientras la región se desangraba en enfrentamientos al interior de la clase criolla y el poder porteño lo abandonaba.

José Francisco de San Martín nació en Yapeyú el 25 de febrero de 1778. A los siete años viajó a España, donde cursó sus estudios para ingresar posteriormente en el Ejército.

Combatió en el norte de África y luego contra la dominación napoleónica de España, al participar en las batallas de Bailén y La Albuera.

Con 34 años, en 1812, ya con el grado de Teniente Coronel, y tras una escala en Londres, partió a Buenos Aires, en donde se le encomendó la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo que en la actualidad lleva su nombre, el cual logró el triunfo en el Combate de San Lorenzo.

Más tarde se le encomendó la jefatura del Ejército del Norte, en reemplazo del General Manuel Belgrano. Entonces, concibió su plan de emancipación sudamericana y comprendió que el triunfo patriota sólo se consolidaría al eliminar los núcleos realistas en el continente.

San Martín fue nombrado gobernador de Cuyo, con sede en la ciudad de Mendoza, y puso en marcha su proyecto. Tras organizar al Ejército de los Andes cruzó con el mismo la cordillera de igual nombre y lideró la liberación de Chile, en las batallas de Chacabuco y Maipú.

Además, utilizó a una flota organizada en Chile, atacó el centro del poder español en Sudamérica, la ciudad de Lima, declarando la independencia del Perú en 1821. Poco después se encontró en Guayaquil con Simón Bolívar, y tras una breve entrevista le cedió su ejército y la meta de finalizar la liberación del Perú. San Martín partió hacia Europa, donde murió el 17 de agosto de 1850.

Pasaron 30 años hasta que los restos de San Martín llegaron a Buenos Aires en medio de un fervoroso recibimiento el 28 de mayo de 1850.

Ese día, declarado feriado nacional, casi todo Buenos Aires se agolpó en las calles céntricas mientras una salva de 21 cañonazos saludaba la llegada del vapor «Talita» que traía a bordo el cuerpo del general, dando clara señal del lugar indiscutible que pasaba a ocupar San Martín en la historia nacional.

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