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El nuevo rugido de Tom Waits o una síntesis de su obra

Después de siete años dedicados más a las apariciones cinematográficas que a la música de estudio, el excéntrico músico estadounidense Tom Waits regresa con “Bad as me”, su 17mo álbum.
Por Juan Rapacioli

El resultado: trece temas que renuevan su estilo inclasificable y que, a su vez, hacen un recorrido sintético por los 40 años de una trayectoria que abarca blues, soul, rock, jazz, tango y baladas de cabaret, pero que no puede inscribirse en ninguna de esas expresiones y siempre termina por volver a la fuente: Tom Waits.

En el álbum, publicado bajo el sello Indie, el californiano de 61 años toma distancia de la atmósfera de su último trabajo “Real gone” (2004) -donde primaba una suerte de estallido caótico-, para adentrarse en un espacio más calmo y reflexivo, parecido, tal vez, al de “Mule variations” (1999).

Además de su esposa, Kathleen Brennan, coautora y coproductora del disco, y de la habitual guitarra de Marc Ribot, se destacan las colaboraciones de Keith Richards y Flea, bajista de Red Hot Chili Peppers.

El nuevo trabajo de este músico, poeta y actor nacido como Thomas Alan Waits en 1949, en Pomona, Los Ángeles, complementa positivamente dos cuestiones: lo extremo, lo estridente del ritmo, y el sentimiento melancólico, entre triste y esperanzador, característico de su obra.

Otro detalle, siempre llamativo, es la capacidad de su voz. En este caso, las posibilidades van un poco más allá, destacándose, como siempre, el poderoso y casi monstruoso registro grave y áspero, pero también un tono movedizo, suave y por momentos extrañamente agudo.

El álbum abre con “Chicago”, un tema fuerte, de percusiones y vientos mezclados, guitarra sucia, que reproduce la experiencia intensa de los inmigrantes que abandonaban su vida rural para conseguir una oportunidad en la abrumadora gran ciudad.

Más adelante, “Get lost” llama la atención por tratarse de un autentico rock de los años 50, con variaciones constantes en la melodía.

Hacia el centro aparecen las baladas, algo dulces, algo amargas, propias del autor de “Time”: “Pay me”, un vals emotivo de piano y acordeón, o “Kiss me”, un jazz oscuro que parece evocar los tiempos de “The heart of saturday night” (1974).

“Bad as me” -el tema que le da nombre al disco- es, tal vez, una demostración completa del Tom Waits de los últimos tiempos: melodía desprolija, voz teatral, clima turbulento y una letra sarcástica que dispara una crítica a la doble moral de la sociedad moderna: “Me dijeron que no eras buena. Pero yo sé que te ocuparás de todas mis necesidades. Eres de la misma calaña que yo”, dice en el centro del tema.

Otra sorpresa es “Satisfied”, donde la guitarra le pertenece Keith Richards y es nombrado junto a Mick Jagger, deslizando una réplica a la pieza de los Rolling Stones.

Heredero del realismo sucio de Charles Bukowski y del aliento de la generación beat, Waits ha conformado, en el tiempo, un estilo personal que roza con lo incomparable.

Su trayectoria hace un viaje a diferentes géneros y escenarios musicales llevados al extremo, magnificados o minimizados. Su estilo marginal, urbano y bohemio también se ha visto en el cine, sobre todo de la mano de su amigo, el cineasta estadounidense Jim Jarmusch, en obras como “Coffee and Cigarettes” (2003).

Entre sus últimas actuaciones, se destaca una magistral interpretación del diablo en “The Imaginarium of Doctor Parnassus” (2009), de Terry Gilliam.

Este nuevo disco propone un juego doble: la revisión de una obra tan prolífica como reconocible y la renovación de los elementos que la hacen única. Un ejemplo de experiencia que no pierde juventud.

Télam

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