Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti daban comienzo hace tres décadas a la banda más grande que dio el pop de América Latina.
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Daniel Castelo para Infonews
No tenían idea de cómo iban a llamarse ni tampoco, mucho menos, que en pocos años se convertirían en la sensación indiscutible de la música popular en todo el continente. Pero en los primeros días de febrero de 1982, Gustavo Cerati y Zeta Bosio, quienes cursaban juntos la carrera de publicidad en la Universidad de Salvador, coincidieron en una playa de Punta del Este y decidieron que iban a formar una banda de rock. Semanas después organizaron las primeras pruebas con músicos con el fin de encontrar un baterista que completara el trío, aunque lo que buscaban era una agrupación más grande, con tecladista y segundo guitarrista.
A través de Laura, hermana de Gustavo, fue que Carlos Ficcichia (Charly Alberti) llegó a una de las pruebas y de inmediato quedó incorporado. Atrás quedaría la formación que habían hecho con Andrés Calamaro en teclados, Proyecto Erekto. Por esos días, Richard Coleman, amigo de Cerati y ya por entonces un prometedor músico de la vanguardia rockera de Buenos Aires, les dijo que no necesitaban más integrantes, que los tres sonaban bien. De la misma idea fue Daniel Melero, quien luego colaboró con el grupo aportando teclados (también lo hizo con los Redonditos de Ricota, pero esa es otra historia).
«¿Cómo le ponemos a la banda?» fue la pregunta que los nucleó una vez definidos como trío. Los músicos decidieron lanzar nombres que jugaran con el delirio. Así es que, después de una selección acorde al pop desestructurado que cultivaban grupos como The Police, es que el bautismo fue bajo el nombre de Soda Stereo.
Los primeros pasos del grupo fueron un demo en el que grabó algunas guitarras Coleman. Los temas fueron «¿Por qué no puedo ser del jet set?», «Dime Sebastián» y «Debo soñar» (de Ulises Butrón). Pese a que la idea era quedar como trío, de las canciones participaron Melero en teclados y Butrón en guitarra.
Lo que sigue es más conocido. Llegaron el bar Einstein, Cemento, La esquina del sol, lugares en los que Soda coincidió con otras bandas de la escena local que hoy ya son igual de míticas, como Sumo y Virus.
El primer álbum llegó en 1984, se editó con el nombre de la banda e incluyó algunos hits instantáneos: «Jet-Set» y «Sobredosis de TV». El suceso llegó de inmediato llegando en los primeros años a multiplcar en países como Perú, Chile o México el éxito que cosecharon en Argentina.
La seguidilla de discos exitosos fue imparable, al punto de que desde el primer lanzamiento y hasta 1993 editaron un disco por año: Nada personal (1985), Signos (1986), el LP en vivo Ruido blanco (1987), Doble vida (1988), el maxi Languis (1989), Canción animal (1990), Rex Mix (1991) y, en 1992, el enorme Dynamo, su disco más arriesgado y en el que pusieron en juego lo que la banda había hecho hasta el momento para retransformarlo y dar un paso más allá en un pop más cercano a la experimentación.
Luego de estos títulos, casi todos infantables a la hora de recorrer lo mejor del pop rock de los años 80s y 90s, llegó Zona de promesas (1993) y tres años después, en medio de constantes rumores de separación y con el tándem Cerati-Bosio algo distanciado de Alberti, se editó el disco de estudio final, Sueño estéreo (1996). La coda definitiva de la banda fue el prolijo y refinado Comfort y música para volar (1996), grabado en vivo en los estudios de la cadena MTV.
Hubo concierto despedida, en 1997, con un River lleno de seguidores que en ese momento no podían creer del todo que el grupo pudiera separarse después de más de diez años de celebración pop. «Gracias totales» fue la frase de Gustavo Cerati que simbolizó la despedida y que hoy forma parte del imaginario rock de la Argentina.
En 2007, una década después y con un multimillonario contrato de por medio, la banda volvió a los escenarios para autocelebrarse y darle a cientos de miles de personas de toda América lo que certeramente el trío definió como «una burbuja en el tiempo», un momento para recordar, una foto pop de lo que fue, de lo que todavía seguía siendo, y de lo que muy probablemente nunca dejará de ser Soda Stereo.