Alegría e incertidumbre dominan al país árabe más poblado. Los comicios presidenciales de hoy (23/05) y mañana (24/05) plantean un pronóstico incierto en la pugna entre líderes laicos con remanencias del antiguo régimen y religiosos en sus distintos grados. Los militares se retiran pero quedan expectantes.
Desde que los 13.000 centros de votación abrieron sus puertas a las 8 de la mañana de este miércoles (3/05), los egipcios votan al que será el primer presidente plenamente democrático de su historia.
Estas elecciones presidenciales suponen la apertura de una nueva etapa en la que se espera que los militares que se hicieron cargo tras la salida de Hosni Mubarak abandonen definitivamente el poder. Por primera vez se espera que los comicios —cuya primera vuelta se celebrará entre hoy y mañana (23/05)— sean «limpios y transparentes».
Pero tumben son unas elecciones, para la gran mayoría, que, sea quien sea el presidente, puedan hacer que el país regrese a una normalidad que implique un sueldo cada mes, pan barato y seguridad en las calles para sus habitantes.
El candidato que resulte elegido tendrá que lidiar con un Ejército poderoso y con una gran capacidad de influencia en la vida política egipcia, pero que parece dispuesto a dar pasos hacia la democracia. Los militares, que gobiernan el país desde la caída de Mubarak, han desplegado tropas en la calle para garantizar la seguridad de las elecciones presidenciales y ya han advertido que tomarán medidas contra aquellos que no respeten los resultados.
En una rueda de prensa en El Cairo, el general de la cúpula castrense Mohamed al Asar dijo que el Ejército está dispuesto para enfrentar «todas las eventualidades» que puedan surgir. El responsable castrense precisó que el recuento de los votos se realizará en los mismos centros de «forma transparente».
Unos 50 millones de ciudadanos tienen derecho a voto en la primera ronda de votación, que será controlada por 12.509 jueces y supervisada por 9.534 miembros de organizaciones de la sociedad civil locales y 243 de 3 grupos extranjeros, incluido el Centro Carter. La competencia entre los candidatos se presenta muy reñida, sin que hasta el momento se pueda anticipar quiénes pasarán a la segunda vuelta.
La batalla política está dividida entre islamistas y figuras del antiguo régimen o fulul, como les llaman los egipcios. Por un lado, están los aspirantes que se presentan como laicos, entre quienes están uno de los favoritos, el ex secretario general de la Liga Árabe Amro Musa; el ex primer ministro Ahmad Shafiq, opción de los nostálgicos del régimen de Hosni Mubarak, y el «naserista» Hamdin Sabahi, preferido por los revolucionarios.