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El regreso del reality show más exitoso

Algo más de nueve años atrás, Gran Hermano hacía su ingreso triunfal en la televisión argentina. De probado éxito en el mundo, el formato de reality show «de encierro» aterrizó en la pantalla chica local y por un tiempo pareció que el ciclo de origen holandés producido por Endemol sería un elemento permanente de la programación.

No fue así, a pesar de los ciclos de debate, ensayos académicos y hasta libros que se escribieron para analizar eso de tener un laboratorio pseudosociológico como entretenimiento popular. Pero aquellos días hoy parecen más lejanos de lo que indica el calendario. Mucho ha cambiado en la TV y en el mundo desde que la primera generación de participantes decidió aislarse de todo a la vista de todos.

Anteanoche comenzó Gran Hermano 2011 y las cámaras volvieron a encenderse para presentar a un grupo de jóvenes listos para exponerse del derecho y del revés ante ellas. Una de las novedades de esta temporada es que el grupo ahora está integrado por veinte jugadores, que ya en sus primeros minutos en la casa demostraron tener claro de qué se trata el programa: contar alguna intimidad y si es posible emocionarse al revelar a medias y sin demasiadas aclaraciones algún trauma del pasado que en el transcurso de los días seguramente la producción ayudará a que pongan en evidencia. Para eso de descubrir secretos ajenos, nadie mejor que Jorge Rial, que vuelve a estar al frente de la conducción como hace cuatro años. Bastante menos nervioso que en aquel debut, pero con el mismo tono crispado al dirigirse a los participantes, el conductor de Intrusos en el espectáculo se ocupó anteanoche de hacer lo que mejor hace: promocionar un dato secreto, probablemente escandaloso o polémico durante buena parte de las más de tres horas que duró la gala. Una estrategia que sirve para mantener a los espectadores pegados al televisor y que, en este caso, resultó en un muy buen rating de inicio del ciclo, algo que Telefé necesita con urgencia.

El secreto que Rial fogoneó con habilidad involucra a Alejandro, un participante que explicó que ingresó en Gran Hermano para ganar el dinero que necesita para hacerse una operación de reasignación de sexo, ya que nació siendo Silvia. «Vos en tu casa ya lo sabés», decía el conductor, dejando de lado la sensibilidad por el morbo que genera que el participante haya decidido no revelar su historia de vida desde el comienzo. Una elección que será material de polémicas y controversias, tanto dentro como fuera de la casa. De hecho, en menos de veinticuatro horas de juego, Alejandro es el participante que más seguidores sumó en la página oficial del programa. Casi ochocientos fans mostraron su apoyo al muchacho que tendrá oportunidad -al igual que sus compañeros- de comunicarse con el exterior a través de Twitter. Así, las redes sociales harán su ingreso en el experimento que podría aflojar las reglas del aislamiento.

«La casa se los va llevando puestos», decía Rial -casi restregándose las manos por lo que vendrá- a medida que los «hermanitos» se conocían en el jardín del que será su hogar hipervigilado durante los próximos meses.

Fuente: La Nación

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