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Leyes y políticas

Será un Mundial complicado para la economía…

El día cuando se detuvo el ascenso del ‘blue’ gracias a una tasa de interés doméstica insostenible en el tiempo, el kirchnerismo cristinista festejó. Creyó que el problema se encontraba superado: la realidad no echaría a Cristina y sus economistas sino que les permitiría completar el mandato. Sin embargo, ni lo uno ni lo otro. El peligro no está superado pero la sociedad debe intentar ayudar a Cristina a no irse antes de tiempo. Eso sí: Cristina también debe permitir que la ayuden. La situación es complicada porque lo único que se logró, cuando los K festejaban, fue ganar tiempo. Y el tiempo no fue aprovechado correctamente. Por lo tanto, los problemas, que nunca fueron superados, regresan con más fuerza.

«(…) Para ponerlo en foco: de no hacerse nada, la base monetaria aumentaría más de un 50% en este período respecto del nivel actual, y a fines de agosto de este año el incremento interanual sería mayor al 60%. Cifras incompatibles con una economía estable. Por lo que necesariamente veremos a un BCRA muy activo en los próximos meses. La cuestión es si alcanzarán los instrumentos que tiene a disposición para cumplir con todos sus objetivos: financiar al Tesoro, mantener la calma en el mercado cambiario, y evitar que se dispare la inflación a niveles peligrosos, entre los principales. (…)»
3 recortes para comprender el escenario que viene en la economía cotidiana. De los Broda es interesante rescatar el nudo de la estrategia de Axel Kicillof: patear todo para el próximo Ejecutivo Nacional, que ahí explote todo y la gente reclame que regrese Cristina porque estaba mejor que hoy día. De Enrique Szewach, el dato de que si no consigue suficiente financiamiento externo, Kicillof no podrá cumplir con su estrategia. De Juan Pablo Ronderos, la conclusión de que Kicillof no tiene la más remota idea de dónde está parado y el desbarajuste monetario que se está armando para el corto plazo, con un BCRA que tendrá mucha tarea por delante.

Miguel Angel Broda y Andrea Broda en el diario La Nación:

«(…) el «deva-resmo» (devaluación más restricción monetaria) no es un plan integral, sino un programa «rengo», por medio del cual el Gobierno intenta frenar la crisis de reservas, buscando evitar resolver el meollo del problema: una política fiscal muy expansiva, que debe ser financiada con emisión y reservas del BCRA. El problema central aquí es que no se puede compensar con una política monetaria restrictiva el desbarajuste fiscal actual. Prueba de ello es que la restricción monetaria duró apenas un mes. Marzo volvió a ser un mes superexpansivo: el dinero primario aumentó nada menos que $ 22.584 millones (+6,3% mensual s.e.) porque el BCRA tuvo que emitir $ 28.221 millones para financiar al sector público consolidado ($ 10.888 millones por la vía convencional, $ 17.333 millones mediante la recompra de Lebacs al BNA para financiar a las provincias o al Tesoro). Todo debido al desmadre fiscal: el déficit primario de la Nación estalló 343% en el primer bimestre y alcanzó $ 9.273 millones, con una suba del gasto de casi 45%anual.

Por otra parte, el plan «deva-resmo», si bien frenó la sangría de reservas, provocó caída del salario real, contracción del crédito, caída de la actividad y aceleración de la inflación. En el primer trimestre el PBI habría caído a un ritmo anualizado de -2% (-3% el consumo y -13% la inversión). Ahora, el Gobierno empieza a darse cuenta de las consecuencias negativas que tuvo el plan «deva-resmo» y comienza a intentar moderar, atenuar o compensar sus efectos negativos. Así, ante el problema de la aceleración inflacionaria, mantiene casi fijo el tipo de cambio en torno a $ 8 y lanzó el plan Precios Cuidados 2.A su vez, para evitar una mayor contracción de la actividad, parece encaminarse a bajar la tasa de interés y relajar un poco la política monetaria, mientras ha comenzado a convalidar, por la presión sindical, subas de salarios superiores a las que preveía (docentes, metalúrgicos, etcétera).

En el corto plazo, una mayor laxitud monetaria y el ajuste salarial de las paritarias podrían apuntalar el consumo por algunos meses. Todo sugiere que el Gobierno irá «haciendo camino al andar»: es probable que relaje en el corto plazo la política monetaria para apuntalar el crédito, la actividad y el empleo, pero si volvieran las tensiones cambiarias, entonces volverá a endurecerla y así sucesivamente.

El objetivo no es restablecer la confianza y volver a crecer, sino tratar de evitar una fuerte caída de la actividad. No es bajar la inflación, sino evitar que vuelva a acelerarse. No es hacer un ajuste fiscal en serio, sino hacer todo lo necesario para evitar ese ajuste.

Con el plan «deva-resmo puro», la economía apuntaba a mostrar una caída de -2,5% a -3% en 2014 y una inflación de 33% a 34%. Con la reciente «mutación» del plan «deva-resmo» podría mostrar una menor caída del PBI (-1%), pero con más inflación (36%/37%) y mayores riesgos. Si el Gobierno se «pasara de rosca» al volver a acelerar la tasa de expansión monetaria y/o del gasto público, o tratara de mantener más de la cuenta el dólar en $ 8, aumentará el riesgo de una nueva aceleración de la inflación y de otro salto devaluatorio, aumentando la posibilidad de descontrol nominal.

En suma, si el Gobierno se inclina por moderar los efectos negativos de su plan original, 2014 puede cerrar con menor caída del PBI, pero a costa de aumentar los riesgos a futuro. Cuanto más intente atenuar los daños colaterales del «deva-resmo» y cuanto menos ajuste fiscal haya, mayor será el riesgo de una crisis macro. Crisis que el kirchnerismo debería evitar si desea que no fracase su proyecto político. (…)».

Enrique Szewach en el bisemanario Perfil:

«(…) En otras palabras, como el Gobierno generó una aceleración de la inflación justo antes de las paritarias, éstas cerraron en valores cercanos a la inflación pasada. Pero la economía necesita que el salario real, que subió artificialmente en el fragor del populismo pro consumo de estos años, de manera incompatible con la falta de inversión y la baja productividad de nuestra economía, se acomode a la nueva realidad. Sin embargo, al consolidar aumentos nominales elevados, la única forma de que el salario real caiga es que la inflación supere los ajustes salariales.

En este contexto, el apretón monetario llega tarde. Evitó una aceleración mayor de la inflación, en medio del mantenimiento del desborde fiscal, pero la dejó en valores muy altos. (Es como pasar de 180 kilómetros por hora a 140). Ahora, si la tasa de inflación baja, los acuerdos salariales, en lugar de ajustar el salario real, lo desajustarían. Si sube más, vamos a un desastre macro. Y si queda estable, es el escenario de estancamiento productivo y alta inflación.

Y en esa “trampa” es donde estamos. A menos que se consiga suficiente crédito externo como para reemplazar parte de la recaudación del impuesto inflacionario, aun a costa de dejarle al futuro gobierno otro problema más. Quizás, ahora, se entienda mejor por qué todos los países del mundo, salvo tres o cuatro, saben que “con la inflación no se jode”, y en cuanto se mueve un poquito para arriba, instrumentan lo que haga falta para frenarla, aun a costa del nivel de actividad y de perder popularidad. Porque de la droga de la inflación es muy difícil volver sin elevados costos.»

Juan Pablo Ronderos, economista de la consultora Abeceb, en un documento interno:

«(…) quizás sea el BCRA el que tenga la tarea más desafiante en los próximos meses. Es que, ante un cambio en los subsidios que luce a toda vista insuficiente y, por ende, con la carga de hacer todo el trabajo sin la ayuda del Tesoro, la autoridad monetaria se enfrenta a un problema muy complejo donde tiene cada vez más objetivos y menos instrumentos a disposición. Veamos.

El “éxito” de la estrategia implementada desde enero, con una devaluación de shock y un salto en las tasas de interés, ha sido despejar por un tiempo las dudas acerca de la necesidad de un nuevo aumento acelerado del tipo de cambio. Para esto ha sido fundamental haber logrado sacar de circulación una gran cantidad de pesos ($31.097 millones) y hacer más apetecible mantenerlos en cartera (con tasas que permiten no sólo acercarse a la inflación real sino también ganarle transitoriamente a la devaluación esperada).

Sin embargo, esta estrategia que garantiza una tensa calma se vería amenazada en los próximos meses. Principalmente, porque la cantidad de pesos que potencialmente pueden sumarse a la economía en el período abril/agosto impone un desafío enorme para el BCRA. De acuerdo a nuestros cálculos preliminares, en los próximos cinco meses la entidad deberá enfrentar un escenario en el que se volcarían un total de nada menos que $185.000 millones.

¿Cómo se compone ese total de pesos que potencialmente se podrían volcar a la economía? Una gran parte de esa torta corresponde justamente al “éxito” del BCRA en los últimos meses. Es que $116.000 millones son vencimientos de LEBACS (en gran medida) y NOBACS en el período abril/agosto, muchos de los cuales están relacionados a la fuerte esterilización implementada fundamentalmente en febrero (por un total de $27.000 millones). Pero además, se sumarían otros $35.000 millones que se emitirían para financiar al Tesoro, un escollo insalvable para el BCRA. Y otro tanto ($34.000 millones) serían consecuencia de otro “éxito”: hacerse de divisas liquidadas por los exportadores de cereales y oleaginosas, para alcanzar el objetivo manifestado en público y en privado de terminar el año con reservas internacionales en un nivel cercano a los US$30.000 millones.

Para ponerlo en foco: de no hacerse nada, la base monetaria aumentaría más de un 50% en este período respecto del nivel actual, y a fines de agosto de este año el incremento interanual sería mayor al 60%. Cifras incompatibles con una economía estable. Por lo que necesariamente veremos a un BCRA muy activo en los próximos meses. La cuestión es si alcanzarán los instrumentos que tiene a disposición para cumplir con todos sus objetivos: financiar al Tesoro, mantener la calma en el mercado cambiario, y evitar que se dispare la inflación a niveles peligrosos, entre los principales. En el primer caso, no hay ninguna duda de su cumplimiento, fundamentalmente porque no hay opción.

En los dos segundos, la situación no es tan clara. El desafío es muy importante. Si el BCRA quiere sostener el actual ritmo de incremento interanual de la base monetaria, hoy en el orden del 20%, debería esterilizar un total de $158.000 millones en los próximos cinco meses. La friolera de $32.000 millones promedio por mes, una cifra monumental si tenemos en cuenta que el monto de febrero de este año ($27.000 millones) fue inédito desde 2003 a la fecha. Pero incluso si la entidad monetaria estuviera dispuesta a convalidar tasas de crecimiento interanual de 30% durante el período abril/agosto, la cifra se reduce pero no de manera abrupta, hasta los $127.000 millones, o $25.000 millones por mes.

Es decir, Fábrega y compañía se encuentran ante un problema de muy difícil solución. (…)».

Fuente: www.urgente24.com

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