Ioane Teitiota, oriundo de la nación de Kiribati, solicitó asilo debido a las consecuencias que el cambio climático generó en su país. Tras cuatro años de lucha y agotar todas las instancias judiciales, fue deportado junto a su esposa y sus tres hijos.
Ni la guerra, ni el hambre, ni el desempleo. Un ciudadano de la nación de Kiribati solicitó asilo a Nueva Zelanda debido a las consecuencias que el cambio climático generó en su país. Sin embargo, las autoridades neozelandesas se lo negaron y lo deportaron.
Ioane Teitiota, de 39 años, y su esposa Angua Erika emigraron en 2007 a Nueva Zelanda, donde nacieron sus tres hijos, pero al vencer su visado de trabajo en 2010 pidió a las autoridades neozelandesas que les otorgara a él y a su familia el estatus de refugiados climáticos.
Finalmente, tras cuatro años de lucha y agotar todos los recursos judiciales, Teitiota y su familia fueron repatriados en avión a su país de origen, donde las fuentes de agua han quedado contaminadas por la sal y los desagües debido al avance del mar por el cambio climático.
La Corte Suprema estimó que Teitiota no respondía a los criterios para obtener el estatuto de refugiado que, según Naciones Unidas, se le otorga a quien está amenazado de persecución en su país natal.
Aunque el alto tribunal neozelandés ha reconocido que las islas Kiribati se enfrentan «incontestablemente a desafíos» climáticos, también estimó «Teitiota no corría un ‘grave peligro'» en su país de origen.
Kiribati, compuesto por más de una treintena de atolones y que se levanta a dos metros sobre el nivel del mar, figura con las Islas Marshall y Tuvalu entre los países más afectados por al aumento del nivel del agua a causa del cambio climático por el calentamiento global.
Tras un alza media de 20 centímetros en el siglo XX, los océanos deberían aumentar entre 26 y 86 centímetros más ates de 2100 respecto a la media 1986-2005.
Para mitigar los efectos del fenómeno, la pequeña nación ya ha comprado tierras a Fiyi para albergar a su población y varias decenas de personas que vivían en aldeas levantadas en la costa de islotes han emigrado.
Fuente: La Razon