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Una araña mágica descendió en La Plata

La caravana mágica que partió en procesión esta vez a la catedral gótica que montaron los U2 en La Plata poblaba por kilómetros la autopista que unía Buenos Aires con la ciudad de las diagonales haciendo que el viaje esta vez requiriera unas dos horas. Los feligreses asistieron de a miles a la misa rockera y tecnológica, desde bien temprano. Además, claro, de los fans acérrimos que habían acampado en las inmediaciones del estadio desde varios días antes.

Hacía cinco años que la banda irlandesa no venía a la Argentina, y la expectativa de su nuevo tour de 360 grados era tan grande como la superestructura que trajeron al Estadio Unico, una mole con algo de sofisticada catedral donde Bono oficiaría de predicador y evangelizador de su religión pop.

Los alrededores del estadio también estaban conmocionados por la presencia de los irlandeses. Una enorme seguidilla de vendedores ambulantes abrieron sus comederos ocasionales con parrillas y tablones en la vereda para recibir a los visitantes.

Cuando faltaba todavía una hora para el inicio del show ya estaba cubierto un 70 por ciento del estadio. Casi invariablemente los que iban llegando se quedaban varios minutos balconeando y sacándose fotos con la increíble estructura con forma de araña de fondo. Un recuerdo que la mayoría se dedica a subir online con la instantaneidad que permiten las redes tecnológicas. A pesar del tamaño de semejante mole, el centro del escenario es orgánico y de alguna extraña manera, y por su ubicación en el campo mismo, da la sensación de cercanía, más allá de la ubicación de cada uno.

Pasados unos minutos de las 19, comenzó su show Muse, la banda telonera, con «Uprising», a la que siguieron «Supermasive Blackhole», «Stockolm Syndrome», «United States of Eurasia», «Hysteria», «Starlight», «Plug in Baby» y «Knights of Cydonia». La banda inglesa liderada por Matt Bellamy mostró, en este recorrido por su exitoso disco Black Holes and Revelations y el más reciente The Resistance , su rock progresivo, por momentos casi espacial, y fueron muy bien recibidos por la gente. Pero, aunque aplaudidos y respetados, la expectativa estaba puesta en el show de la banda irlandesa. Tanto es así que, en el «entreacto», cuando algunos últimos ajustes de sonido requerían que sonaran algunas de las melodías de U2, la fiebre se despertaba al unísono en las 58.000 personas que, según cifras oficiales de los organizadores, colmaban el lugar.

Con la ansiedad en aumento, se vio comenzar a desintegrarse el reloj que en la gran pantalla venía marcando el tiempo que, desmaterializado, pasó a convertirse en un ojo blindado, mientras sonaban las melodías espaciales de Bowie hecho Ziggy Stardust. Entonces, el ojo se abrió y en su centro pudo verse cómo Bono, The Edge con su guitarra colgada, Adam Clayton y Larry Mullen caminaban hacia el escenario y subieron a él para ubicarse donde todos los esperaban y comenzar a comandar este particular viaje.

Pasados unos minutos de las 21.30 comenzó sí el show con «Even Better Than The Real Thing», de Achtung Baby . A esto siguió un tramo bien rockero con «I Will Follow», «Magnificent», «Mysterious Ways», «Elevation», «Until the End of the World» y «I Still Haven’t Found What I’m Looking For».

Pero no es sólo la música lo que aquí conmueve, porque pasan más cosas, muchas más cosas. Hay que estar para creer lo que significa ver esa gran araña, esa garra poderosa, esa maquinaria increíble cuando comienza a moverse, como si cobrara vida y se desplazan las rampas que unen el centro del escenario con un pasillo circular que lo rodea como un anillo. Por momentos, quedan sólo en el centro del escenario Bono y Mullen, mientras The Edge va por el puente hacia la platea que está a espaldas del grupo y Clayton circula por el anillo. Todo esto hace que la sensación de cercanía con el público aumente. Además, sobre ellos una gran pantalla circular reproduce y agiganta lo que sucede. El cantante sabe cómo usarla: se acerca a la cámara para que su rostro se vea allí arriba en dimensiones sobrehumanas, o se las ingenia para que sea el público el que se vea reflejado allí.

«Este lugar tan lejano parece muy cerca de Dublin», dijo Bono, y luego, para refrendar su amor, a la hora de presentar a la banda agregó apodos a cada uno; el suyo fue Carlitos Apache Bono (una referencia, claro, a Carlos Tevez).

Todos cantaron temas bien conocidos como «I Still Haven’t Found…», «Beautiful Day», «Sunday Bloody Sunday» o «Where The Streets Have No Name». La estructura aún tendría más mutaciones, como cuando bajó hecha gran pantalla en «City of Blinding Lights», antes de un final a lo U2 con «With or Without You» y «Moment of Surrender».

Fuente: La Nación

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