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El ‘caso Strauss-Kahn’, una espina para los medios franceses

PARÍS — El ‘caso Strauss-Kahn’ ha estremecido a los medios de prensa franceses, generalmente muy silenciosos sobre la vida privada de los políticos, una actitud dictada por la «sacralización» del poder que debería cambiar, según varios de sus representantes interrogados por AFP.

«Es una bofetada ¡y ya era hora!» exclama Jean Quatremer, corresponsal del diario Libération en Bruselas, y autor en 2007 de una nota en su ‘blog’ sobre el «punto débil» de Dominique Strauss-Kahn con las mujeres, en la que escribía: es «demasiado insistente (…)» y «a menudo roza el acoso».

«En la época en que yo escribí esto todo el mundo sabía que DSK (como es llamado Strauss-Kahn en Francia) – detenido el domingo en Nueva York y acusado de agresión sexual – podía meter la pata en Estados Unidos, pero nadie investigó, (y) los periodistas norteamericanos estaban estupefactos» por ello, añade.

Quatremer denuncia así los «tabúes» y la «pusilanimidad» de periodistas franceses que «no se atrevieron a hablar de ello por miedo a desagradar», y utilizaron la «vida privada como el taparrabos de su cobardía».

El caso DSK otorga argumentos a quienes desean que los medios de prensa franceses cambien en este aspecto.

«La protección de la vida privada no debe servir de pretexto para ocultar los rasgos completos de la personalidad de los políticos que son candidatos a dirigir el país. Ésta debe ser la lección del caso DSK», sentencia el periodista Pierre Haski, autor de un editorial muy crítico en el sitio ‘rue 89’, del que es cofundador.

«La prensa francesa carece de lucidez sobre su sociedad dominantemente masculina y blanca, que sacraliza el mundo del poder, sus prejuicios imperantes, y minimiza las violencias de las que son objeto las mujeres», comenta por su parte Edwy Plenel, ex jefe de redacción del diario Le Monde y fundador del sitio de informaciones Médiapart.

Aunque «cada cual tenga derecho a que se respete su vida privada, existe una absoluta necesidad de revelar hechos de interés público. Es una cuestión de cultura democrática», añade.

Olivier Royan, director de redacción del semanario Paris Match, lamenta por su lado la «extraordinaria sacralización de la política en Francia: el político sólo representa sus ideas».

«Ese tabú saltó por primera vez con la revelación de Mazarine» (en 1994), la hija «oculta» del presidente socialista François Mitterrand (1981-1995), recuerda.

«Lamento que no hayamos hablado de ello entonces», confiesa Michel Gaillard, director del semanario satírico Le Canard Enchainé. «Pero pensamos que si lo hacíamos, todo estaría permitido», explica.

«La actitud de la prensa no ha cambiado mucho desde entonces (…) La prensa francesa se honraba con cerrar los ojos ante la vida privada, cuando ésta no tenía repercusión en la vida del Estado», añade.

Para Christophe Deloire, autor en 2006 con Christophe Dubois del libro ‘Sexus politicus’, que dedica un capítulo a Strauss-Kahn, el jefe del FMI «fue objeto de análisis muy elogiosos, pero de muy pocas investigaciones». En una tribuna publicada en Le Monde, lamenta la existencia de «una clase mediática que no actúa, que no busca la libertad» y se limita a «elucubrar».

Por su parte, Henry Samuel, corresponsal del inglés Daily Telegraph en Paris, considera que la actitud de la prensa francesa ha cambiado un poco tras la elección presidencial francesa de 2007, cuando fue elegido presidente el conservador Nicolas Sarkozy.

«Con Sarkozy, las revistas y los diarios se atreven un poco más. Pero en Inglaterra seguimos sorprendiéndonos de cómo ustedes (los periodistas franceses) suelen dejar en paz a los políticos y a las personalidades», afirma.
AFP

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