Lionel Messi, aunque otra vez sin anotar y sin poder alzar el trofeo que tanto deseaba para terminar con la virginidad de conquistas con el seleccionado mayor, bien puede volver tranquilo a Barcelona, al haber dado lo mejor que mostró la albiceleste en su efímero paso por la Copa América made in casa.
Messi buscó la pelota, se asoció cuando pudo, y hasta metió pelotazos largos puntuales, como el que le dio a Gonzalo Higuaín para que convierta el empate ante Uruguay.
Si tuvo que bajar más de la cuenta es porque no tuvo compañero quien le entregara el balón, salvo Fernando Gago ante Costa Rica. Si tuvo que recurrir a pelotazos más largos es porque no tuvo socios que se le acercaran para construir. Javier Pastore, tal vez el ideal para esa función jugó poco y nada.
Pero vaya cosas que pasan por Argentina. En Barcelona hizo medio centenar de goles y para ello alguien tuvo que suministrarle con un pase. Ningún compañero le dio un solo pase a Messi para que pudiera convertir.
¿Pero cómo rindieron los demás jugadores?
El arquero Sergio Romero cumplió y con Colombia fue el artífice de haberse quedado con el empate. Si bien dio algunos rebotes innecesarios, también tuvo que lidiar con una defensa insegura.
Javier Zanetti no tuvo problemas como lateral derecho ante Bolivia aunque Argentina jugó pobremente en su debut. Desde el siguiente encuentro frente a Colombia tuvo que pelear con su propio perfil, tanto que pasaba al volante de su sector por dentro y no por fuera como un lateral debiera hacerlo.
Justamente en ese lateral izquierdo comenzó jugando Marcos Rojo, natural de esa posición. Fue el único que dejó el equipo tras el choque con Bolivia. Para nada fue el causante del mal partido, al punto que Argentina jugó aún peor ante Colombia. Batista prefirió un jugador experimentado aunque en otra posición que a un natural que hay que darle continuidad en la albiceleste.
Con Zanetti en por la izquierda sumó a Zabaleta por la derecha. Prolijo, con proyecciones limitadas porque Argentina no tiene cabeceadores y entonces para qué llegar al fondo si hay que volver atrás. Falla estratégica claramente.
La zaga central empeora con el paso del tiempo. Gabriel Milito ni siquiera juega en Barcelona y en Argentina es titular, contradiciendo en los hechos lo que Batista pone en palabras. Milito estuvo lejos de un nivel de selección, poniendo varias veces en riesgo, con pases infantiles al medio y atrás, el arco al que debe contribuir a defender.
Ante ello Burdisso, un jugador que no deslumbra, tuvo en cierta forma que exigirse aún más, aunque no dio garantías de seguridad. En lo alto perdió con los uruguayos en las dos áreas.
Javier Mascherano ya no es el gran Masche. Gana pero no siempre y encima sigue siendo el único de contención nato en el medio, más allá que en los dos primeros partidos jugó con otros dos cinco. Banega, que en los partidos amistosos previos lució, esta vez se apagó y no contribuyó en nada. Cambiasso estuvo perdido los dos partidos.
No contuvo en el medio y pasó por delante de los delanteros en vez de ser suministrador de pelotas para los atacantes. Una cosa es sumarse a la ofensiva otra cosa es encimarse a los delanteros. Como Banega, Cambiasso no volvió a jugar.
Di María sigue tan perdido como en el Mundial. Es pilar en el Real Madrid, donde encuentra los espacios que no halla en el seleccionado, por mérito de rivales pero por una flaca estrategia propia. En vez de asociarse con Agüero o Messi, arrancó con su enorme velocidad y optó por el dribbling hasta chocar con los defensores.
El final de Carlos Tevez, errando el penal, fue la síntesis de su Copa América, es que no iba a jugar, según Batista, por «cuestiones futbolísticas», pero empezó siendo titular (motivo?). Tevez fue un toro furioso y no miró para los costados donde estaban Messi o Higuaín, las llaves de armar una llegada.
Lavezzi, el amado Pocho en Nápoles, tuvo sus chances ante Bolivia y Colombia. Es un velocista por las bandas, es decir habla otro idioma de fútbol que lo que se supone quiere Batista, eso del “juego corto”. Explicó que Messi y Tevez o Agüero le dan sociedades, y Lavezzi salida. Una mezcla que en fútbol es agua y aceite.
Agüero entró con Bolivia, marcó el empate y casi hace el gol de la victoria. Hizo dos a la débil y juvenil Costa Rica y se convirtió en goleador del equipo y transitoriamente del torneo. Pero ante Uruguay bajó su rendimiento. Si la alternativa es Agüero o Tevez, el Kun ganó por lejos.
Higuaín fue la alternativa de Lavezzi según la óptica de Batista. Parecía caer de maduro que Higuaín, un nueve que sabe asociarse y moverse por el frente de ataque, era el hombre de área natural. Recién para el tercer partido y cuando el ataque no salía de inconsistencia, Higuaín pisó el campo. Lo suyo fue muy aceptable.
Fuente: Los Andes