Los ciberactivistas del norte de África, impulsores de la llamada “primavera árabe”, se sitúan como favoritos para ser galardonados este viernes con el Premio Nobel de la Paz 2011, como representantes del movimiento sin líderes identificables que inició la ola de cambio en el mundo árabe.
Por Cecilia Guardati
A pesar de que la lista de los candidatos se mantiene en secreto, los expertos señalan que el premio recaerá en los protagonistas del evento político más significativo del año: los movimientos populares que consiguieron derrocar a los regímenes autoritarios en Túnez, Egipto y Libia, y sacudieron los cimientos en Siria o Yemen.
El director del Instituto de Investigación sobre la Paz de Oslo (PRIO), Kristian Berg Harpviken, quien mantiene la tradición de especular sobre los posibles ganadores, no tiene dudas respecto.
“El actual comité expresó muy claramente su deseo de que el premio esté relacionado con la actualidad y que tenga un impacto en la evolución política”, afirmó en una reciente conferencia de prensa en Oslo.
Su máxima favorita para el Nobel de la Paz 2011 es la egipcia Esraa Andel Fattah y el Movimiento Juvenil 6 de Abril que ella cofundó en 2008 junto a Ahmed Maher en la red social Facebook.
El Movimiento Juvenil 6 de Abril se convirtió en una coalición de grupos, incluidas personas relacionadas con los islamistas Hermanos Musulmanes, que promovieron la revuelta popular contra Hosni Mubarak, quien cayó derrocado en febrero pasado tras 30 años en el poder.
El segundo favorito de Harpviken es el ciberactivista Waël Ghonim, directivo local de Google que fue detenido por la policía de civil del régimen dos días después del inicio de las protestas, el 25 de enero, y que tras permanecer 12 días en prisión regresó a la Plaza Tahrir convertido en una especie de héroe.
Ghonim, quien también había sido activo en la red, fue entrevistado por la televisión y al conocer la noticia de que la represión de las protestas había dejado más de 300 muertos mientras estuvo encarcelado, rompió a llorar.
Sus lágrimas fueron el catalizador y, posteriormente, se situó como uno de los líderes del movimiento durante las protestas del pasado julio.
La tercera favorita a recibir el premio es la bloguera tunecina Lina Ben Mhenni, conocida con el seudónimo “Tunisian Girl”, cronista de la “Revolución de los Jazmines” de Túnez que expulsó del poder al presidente Zine El Abdine Ben Ali.
Desde su blog, Ben Mhenni hizo lo que los medios de comunicación tunecinos no hacían y así rompió el cerco informático del sistema represivo de Ben Ali.
En ese sentido, la bloguera tunecina es conciente de que su propio rol en las protestas y considera que los medios de comunicación sólo fueron un factor que contribuyó a la revuelta.
“Si hubiese sido solo Internet nunca hubiésemos conseguido el objetivo”, asegura.
El director de PRIO y otros especialistas creen que esta vez el premio será otorgado a una líder o activista mujer que haya innovado en la utilización de nuevas herramientas para trabajar a favor de la paz.
De ahí que también algunos crean que Esraa Andel Fattah y Lina Ben Mhenni podrían recibir conjuntamente el galardón, ya que ambas fueron pioneras en la utilización de la red social y su rol ha sido importante para dinamizar las protestas tanto en Túnez como Egipto.
Si el premio Nobel de la Paz recae sobre los “ciberactivistas” que utilizaron la red con fines políticos, sostienen especialistas en el galardón, se deberá a que los miembros del comité entienden que la libertad de expresión es una herramienta fundamental para promover la paz.
Pero a pesar de que en las revueltas del siglo XXI las redes sociales están teniendo un papel preponderante al funcionar como armas para romper el círculo de opresión, ni Twitter ni Facebook parieron estas revoluciones.
Las revueltas fueron fruto de una combinación de factores, entre los que predominó el deterioro de la situación económica de las clases medias y un horizonte futuro desolador para la juventud.
La inmolación del tunecino Mohammed Bouazizi y la muerte de Khaled Said, un joven de 28 años de Alejandría que fue torturado por la policía del régimen de Mubarak, fueron dos hechos que funcionaron como catalizadores para una juventud sin esperanza que reclamaba una vida mejor.
La página de Facebook We are all Khaled Said (Todos somos Jaled Said) pasó en poco tiempo de la denuncia de este asesinato a ser un foro de crítica contra el régimen.
En la Plaza Tahir de El Cairo, epicentro de la protesta, no había líderes identificables y los cientos de miles de jóvenes y adultos que exigían allí la renuncia de Mubarak, arriesgaron sus vidas guiados por un sueño de libertad.
Los jóvenes egipcios se situaron en la vanguardia de la revuelta dejando atrás a los líderes políticos y las ahora postuladas para el Nobel de la Paz fueron algunas de las caras visibles de este movimiento democrático y pacífico protagonizado por millones de personas anónimas.
Télam