«No habrá sharia en Túnez», repitió el vencedor partido Ennahda en mensaje directo a las mujeres, al tiempo que la vecina Libia adoptaba la ley coránica como nueva base legal, 3 días después de la muerte de Muamar al Gadafi.
Si bien aún se esperan para hoy (25/10) los resultados oficiales, es un hecho la victoria de al-Nahda, (“renacimiento”) el partido islamista, en la elección de una Asamblea Constituyente en Túnez.
Casi el 50% de los votos habría recibido el partido legalizado hace pocos meses después de una proscripción de décadas.
“Los primeros resultados confirmados indican que Nahda obtuvo el primer lugar a nivel nacional y en la mayor parte de los distritos”, dijo el líder de campaña del partido, Abelhamid Jelassi, ayer en una conferencia de prensa.
Detrás estarían “Ettakatol” (una fonetización de la palabra árabe para “foro” cuyo nombre oficial es “Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades”) dirigido por Mustafá ben-Jaafar, con un 15-16% y tercero sería el “Congreso por la República” del veterano opositor Moncef Marzuki, con un porcentaje parecido.
Esto era esperado en lo relativo a los islamistas y la buena prestación de Marzuki, también, pero no que el más novedoso de los partidos, “Ettakatol” fuera el segundo, lo que explica la otra novedad, el cuarto puesto, por debajo de lo previsto, del “Partido Democrático Progresista”, la oposición tradicional, de centro-izquierda, dirigido por Ahmed Néjib Chebbi con una fuerte cabeza de lista en la capital y codirigente de hecho del partido, Maya Jribi.
De esa manera, el partido islamista Ennahda se convierte en el vencedor de las primeras elecciones libres de Túnez y ahora actor dominante en la escena política, si bien deberá tejer alianzas para construir una mayoría estable y asegurar un país abierto y económicamente dependiente de Europa, estiman analistas.
El partido, que reivindicó el lunes (24/10) una clara victoria , adelantó que buscará formar una amplia coalición en la asamblea general que redactará una nueva Constitución y designará un nuevo poder ejecutivo.
«Ennahda deberá ser prudente para no alejarse de sus aliados políticos, así como del electorado joven que le dio su voto, y permanecer ligado a un cierto modo de vida», abierto al Occidente, afirmó Issaka Souare, especialista en el Norte de África y basado en Pretoria.
Para el historiador Faysal Chérif, «Ennahda no podrá dar la impresión de querer imponer sus puntos de vista» en una sociedad tunecina que no está lista a «ceder sus libertades», nueve meses después de una revolución popular.
Ennahda, en tanto, ya envió una señal a los mercados: «esperamos muy rápidamente recuperar la estabilidad y las condiciones favorables a las inversiones», dijo el lunes (24/10) Abdelhamid Jlassi, director del comité ejecutivo del partido.
En la opinión de Souare, es claro que Ennahda «no podrá permitir que se deterioren las relaciones de Túnez con los países occidentales», ya que el turismo representa alrededor de 10% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
Este enero y septiembre de 2011, este sector aportó 780 millones de euros a la economía del país, con un retroceso de 39,4% con relación al mismo período de 2010. El lunes (24/10), ante el anuncio de las primeras tendencias de voto, todas las acciones de la bolsa de Túnez se situaron a la baja.
Ese mismo día, el movimiento islamista repitió que está abierto a todos los partidos «sin excepción» para formar una «alianza política estable».
No habrá sharia en Túnez, repitió el partido en mensaje directo a las mujeres, al tiempo que la vecina Libia adoptaba la ley coránica como nueva base legal, tres días después de la muerte de Muamar al Gadafi.
Cualquiera sea su programa, «no hay posibilidades de que Ennahda pueda dictar su propia ley durante la redacción de la nueva Constitución, ni en el marco de una coalición», afirmó Chérif, para recordar que la sociedad tunecina es secular desde hace mucho tiempo.
Para conseguir una mayoría, deberá negociar con los partidos de la izquierda, en especial el Congreso por la República (CPR), de Moncef Marzouki, y Ettakatol, de Mustafa Ben Jaafar, partidos dirigidos por veteranos opositores y que disputan el segundo lugar en estos comicios.
Sin embargo, será necesario vigilar cuál será «el quórum requerido para las futuras reformas a la Constitución. Si se aplicará una mayoría simple, eso dejará el campo libre a Ennahda y sus aliados», destacó el especialista.
Una de las razones de inquietud de los futuros aliados de izquierda es el carácter esquivo de Ennahda: actuó de forma discreta bajo Ben Ali pero surgió de las elecciones con su capacidad de impacto intacta, y posee un discurso público moderado que se torna musculoso en las mezquitas.
Ya sea desde una mayoría o desde la oposición, los partidos de izquierda se interrogan sobre el nuevo rostro, moderado o radical, de Ennahda, que será conocido solamente después de su congreso, previsto para noviembre.
Para Vermeren, la elección en sí ya reveló un nuevo orden político: los tunecinos han colocado a «Ennahda en el liderazgo, pero con garantías».
Esta victoria de los islamistas (¿moderados?) en las primeras elecciones democráticas de Túnez envía un mensaje a otros Estados de la región sobre que los largamente relegados islamistas optan al poder tras la Primavera Árabe.
Conscientes de que algunas personas, tanto en Túnez como en el extranjero, ven a la resurgencia de los islamistas como una amenaza a los valores modernos y liberales, Jelassi insistió en que Nahda no intentará monopolizar el poder: “No ahorraremos esfuerzos para crear una alianza política estable. Se lo aseguramos a inversores y socios económicos internacionales”.
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, felicitó a Túnez por el desarrollo ayer de las elecciones y consideró que el país ha mostrado “su firme compromiso con la libertad y la democracia”.
Cabe recordar que Túnez do el puntapie inicial a la Primaver Árabe. Trás la caida de Ben Alí a principio de año, la sombra de la islamización ronda la región.
Sin duda el pueblo tunecino, como otros pueblos árabes, ha sido capaz de acabar de forma mas o menos pacífica con regímenes que parecían eternos. La primavera árabe ha supuesto la derrota de Al Qaeda.
El mensaje ha sido bien comprendido por los partidos islamistas de la región. La simpatía que los jóvenes han despertado en la opinión pública occidental, junto a otros factores, les ha abierto el camino hacia el cambio, a presentar una imagen totalmente distinta de la que ofrecieron los radicales de Al Qaeda durante una década.
Los movimientos islamistas de índole política, como En Nahda y los Hermanos Musulmanes, no han tardado en darse cuenta de que es su momento.
Los jóvenes que aspiraban al cambio mediante un discurso moderno y liberal no estaban bien organizados como sí lo está el islám político. El ansia de libertad y de democracia les brinda a estos últimos una excelente ocasión para encaramarse al poder.
Tambien es cierto que de la democracia acepta únicamente su interpretación más estrecha: el derecho a votar. La tentación es tan fuerte que los líderes de los Hermanos Musulmanes en Egipto o los del partido En Nahda en Túnez no han ahorrado esfuerzos para demostrar al mundo su espíritu democrático. Declaraciones de apertura hacia los sectores laicos u opositores, de respeto por las minorías o por las opciones personales, etcétera, no han escaseado en el vocabulario islamista durante el climax de la Primavera Árabe.
Sin duda, toda una novedad escuchar de la Hermandad Musulmana hablar de aceptación del Estado laico. Pero son pocos los que les creen, especialmente en Occidente, donde se cree que son tácticas para acaparar poder para luego conducir a sus sociedades al Islám total.
El académico francés Olivier Roy se ha precipitado pues al hablar del «fracaso del islam político» (L’Échec de l’islam politique, Seuil, París, 1992). Hubiera resultado más correcto hablar de una ideología que posee una gran capacidad de adaptación. Al Qaeda, los Hermanos Musulmanes en Egipto y en otros países árabes, así como el Estado teocrático iraní son matices distintos de una ideología común, incapaz de confluir con el mundo. Ideología que cambia de táctica, pero no de objetivo que permanece constante: la salvación del mundo a traves de la religiosidad.
Todo indica que las elecciones en Túnez y luego Egipto llevarán al islam político al poder. Esta vez, las potencias occidentales están dispuestas a aceptarlo como expresión de la voluntad popular.
Pero Occidente mantiene una gran responsabilidad: insistir en el hecho de que ganar las elecciones no significa tener carta blanca por hacer retroceder las sociedades hacia sus epocas más oscuras. .
Urgente24