Tras 13 años de permanecer en ese país con la excusa de combatir al terrorismo, la alianza atlántica a retira la mayoría de sus tropas.
Según consignó Tiempo Argentino, después de más de 13 años de ocupación, Estados Unidos y la OTAN oficializaron el retiro de su llamada «misión de combate», iniciada en diciembre de 2001, sólo dos meses después de la invasión estadounidense al país asiático. Pese a que la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán de la alianza atlántica (ISAF) y el Pentágono dieron por terminadas sus acciones bélicas, mantendrán entre 10 y 14 mil soldados para «asesorar» a las tropas locales.
En un breve acto realizado en el cuartel de la ISAF en Kabul, el comandante del contingente de la OTAN, el estadounidense John F. Campbell, prometió: «Hoy finaliza una era y comienza una nueva. Juntos sacamos a los afganos de la oscuridad y les dimos una nueva esperanza para el futuro. Espero que sientan orgullo por el impacto positivo que han tenido y continuarán teniendo sobre los afganos», dijo el general a los representantes militares de algunos de los 48 países que contribuyeron al contingente de la OTAN.
Como en Irak, Estados Unidos y la OTAN dan por terminada su «misión de combate» en medio de una ola de violencia insurgente y dejando un país azotado por atentados, desconfianza política e inestabilidad económica y social.
En Washington, mientras tanto, el presidente Barack Obama advertía que «los desafíos siguen en pie». Para Obama, «la guerra más extensa de nuestra historia llega a una conclusión responsable», y reconoció luego «el sacrificio» de 2356 soldados que allí murieron, lejos de la patria. «Los desafíos por delante estarán a cargo del pueblo afgano y sus fuerzas de seguridad –agregó–, que siguen haciendo sacrificios para defender a su país, que continúa siendo un lugar peligroso».
La despedida de ayer fue apenas simbólica por dos razones. En primer lugar, la ISAF comenzó su retirada hace tres años. En las últimas semanas sólo un puñado de los 350 mil soldados internacionales quedaba en el convulsionado país. En segundo lugar, la presencia militar de la OTAN, y especialmente del Pentágono, no desaparecerá, sino que mutará de tamaño y función.
En setiembre la Casa Blanca logró que el nuevo gobierno afgano de Ashraf Ghani firmara un nuevo «acuerdo de seguridad» con Washington y un anexo con los países de la OTAN. El primero (el Acuerdo Bilateral de Seguridad) prevé que 9800 soldados estadounidenses sigan en suelo afgano hasta 2024, para «prestar asesoramiento y equipamiento a las fuerzas de seguridad locales». Sin embargo, el The New York Times reveló que Obama firmó una «orden secreta» posterior para que las tropas que se queden tengan «un papel directo en el combate». El convenio tiene un anexo que establece que entre 3000 y 4000 efectivos de otros países de la OTAN seguirán en territorio afgano.
Desde que comenzó la retirada gradual del masivo contingente de la OTAN, mayoritariamente compuesto por estadounidenses, la insurgencia liderada por el movimiento talibán derrocado en setiembre de 2001, con la invasión norteamericana, vive un momento de auge. En los primeros once meses del año la ONU registró el mayor número de víctimas civiles desde la invasión estadounidense: 3188 muertos y 6429 heridos. Además, hasta mediados de noviembre murieron más de 6000 miembros de las fuerzas armadas afganas, contra los 4300 caídos en 2013.
Como en Irak, Estados Unidos y la OTAN dan por terminada su «misión de combate» en medio de una ola de violencia insurgente y dejando un país azotado por atentados, desconfianza política e inestabilidad económica y social.
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