En los últimos 12 años, una chilena se hizo cargo de cuatro recién nacidos que fueron encontrados muertos y abandonados en la ciudad de Puerto Montt. Bernarda Gallardo comenzó el largo y arduo proceso burocrático para adoptar a un bebé muerto.
En Chile, la ley establece que si un cuerpo no es reclamado por un miembro de la familia, se clasifica como desechos humanos y se elimina junto a otros residuos quirúrgicos.
Gallardo tuvo que actuar con rapidez para evitar que esto le sucediera a Aurora. Los médicos examinaron el cuerpo de la beba para determinar que estuvo viva durante un breve tiempo, y no nació muerta.
Una vez que se estableció, tuvo que adoptar formalmente a Aurora. El juez encargado del caso se mostró escéptico y pensaba que Bernarda podría ser la madre biológica de Aurora, y sólo quería a la bebé porque se sentía culpable. Pero ella fue capaz de convencer al juez de sus intenciones, después de lo cual se le concedió la adopción.
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