La matanza racial en una iglesia de Charleston desató otra polémica por el armamentismo en ese país. El lobby de la Asociación del Rifle y la mayoría republicana en el Congreso se oponen a los controles.
Tras la matanza de nueve personas en una iglesia negra de Charleston, en Carolina del Sur, las perspectivas de que el Congreso estadounidense le ponga límites a la tenencia de armas siguen siendo tan remotas como siempre, según coinciden legisladores y activistas de ambos lados de la polémica. Al reconocer que una medida del Congreso es improbable por ahora, según consignó Tiempo Argentino, el presidente Barack Obama dijo ayer que los legisladores ajustarán las restricciones federales a la posesión de armas cuando crean que la gente lo exija.
«No me resigno», dijo el presidente ante la Conferencia de Alcaldes reunida en San Francisco. «Tengo fe de que con el tiempo haremos lo correcto», se resignó ayer, tras recordar que su Partido Demócrata tampoco lo acompaña en esta instancia. «Soy escéptico de que cambie la manera de pensar de gente que no se convenció con Newtown», dijo el senador demócrata Chris Murphy, aludiendo al intento fallido del Senado por reforzar los controles de antecedentes a los compradores de armas tras la masacre de 26 niños y maestros en la escuela primaria Sandy Hook de Newtown, Connecticut, en 2012.
La palabra «arma» fue pronunciada siete veces, mientras que «control de antecedentes», «control de armas» o «armas de fuego» no aparecieron en absoluto.
En todo caso, las probabilidades de una medida legislativa parecen menores que antes, dado que las dos cámaras están dominadas por el Partido Republicano, enemigo de limitar la posesión de armas. Cuando el Senado rechazó los controles, en 2013, los demócratas tenían la mayoría. «No pudo conseguirlo después de Sandy Hook con el control demócrata» del Senado, dijo Erich Pratt, vocero de Gun Owners of America (Dueños de Armas de Estados Unidos), que defiende el derecho a portar armas. «No lo conseguirá con el control republicano», se ufanó ayer.
Charles Cotton, del consejo directivo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, en inglés), una organización que defiende a ultranza el libre derecho a la compra y portación de armas de fuego, coincidió con Pratt y culpó de las muertes de Charleston a una de las víctimas. Dijo que el pastor asesinado, Clementa Pinckney, se opuso a una ley para portar armas ocultas siendo senador, «algo que pudo haber salvado a él y a los otros devotos». En una entrevista posterior, y sin abrir juicio sobre el asesino, Cotton confirmó haber escrito que «gente inocente murió debido al accionar de Pinckney».
Murphy y otros atribuyen la renuencia del Congreso al poder de la NRA. «El Congreso es incapaz de actuar porque está lleno de perritos falderos del lobby armamentista», dijo Dan Gross, presidente de la Campaña Brady para Prevenir la Violencia. Con las actas de sesiones legislativas en la mano, el Congressional Record reveló que si bien varios senadores y diputados expresaron su pesar por la matanza, ninguno pidió que se tomen medidas de control. La palabra «arma» fue pronunciada siete veces, mientras que «control de antecedentes», «control de armas» o «armas de fuego» no aparecieron en absoluto.
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