EL CAIRO — El acorralado gobierno egipcio se disculpó el jueves por los letales ataques de partidarios del presidente Hosni Mubarak contra los manifestantes de la plaza Tahrir de El Cairo y anunció medidas de apertura, pero la oposición se niega a dialogar hasta que el mandatario dimita.
No sólo rechaza dialogar en estas circunstancias sino que mantiene marchas gigantescas para el viernes, día de la tradicional oración musulmana.
El llamamiento a la renuncia inmediata de Mubarak es «un llamado al caos», replicó el vicepresidente egipcio Omar Suleimán, quien llamó a los opositores Hermanos Musulmanes al diálogo. Le contestaron con un no rotundo.
El primer ministro, Ahmed Shafiq, se disculpó por la oleada de violencia que en 24 horas dejó cinco muertos, según las autoridades, y al menos ocho de acuerdo con fuentes médicas y testigos, y prometió «una investigación».
Shafiq dijo estar incluso «dispuesto a acudir a la plaza Tahrir (de la Liberación) para conversar con los manifestantes» en lo que supone un cambio de tono del gobierno desde que se iniciaron las protestas el 25 de enero.
Suleimán atribuyó los choques a «un complot» orquestado por gente en Egipto o incluso en el extranjero.
En otro gesto, Suleimán, pidió la liberación de los jóvenes militantes detenidos que no estén «involucrados en actos criminales». No se dispone de cifras actualizadas de detenciones, pero se habla de al menos 1.000 detenidos la semana pasada.
Y la fiscalía anunció haber prohibido viajar a ex dirigentes del país, según la agencia MENA.
La televisión estatal aseguró que Suleimán había iniciado un diálogo con «partidos políticos y fuerzas nacionales», sin especificar cuáles.
Pero la opositora Coalición Nacional para el Cambio reiteró que sólo aceptará entablar negociaciones cuando Mubarak se retire del poder.
«Nuestra decisión es clara: ninguna negociación con el gobierno hasta que se vaya Mubarak», repitió Mohamed Abul Ghar, portavoz de esa Coalición formada por fuerzas que van de la oposición laica a los Hermanos Musulmanes y que cuenta entre sus miembros al Premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei.
Los enfrentamientos por el control de la Plaza Tahrir seguían de forma esporádica veinticuatro horas después.
La última víctima mortal registrada fue un extranjero que murió a golpes, informaron a la AFP un testigo y los servicios de atención médica.
El primer ministro aseguró que ignoraba si los ataques habían sido «organizados o espontáneos» y lamentó la falta de policía para mantener la seguridad.
Varios periodistas extranjeros han sido víctimas de ataques, según organizaciones de defensa de la libertad de prensa y medios de comunicación. Aparentemente se les acusa de animar a los manifestantes con su cobertura de los hechos.
Tras mantenerse a distancia el miércoles de las escaramuzas, interviniendo en contadas ocasiones, este jueves los militares se desplegaron para crear una zona de seguridad entre los dos bandos, pero los partidarios del régimen lograron franquearla y volvieron a atacar a pedradas a los manifestantes opositores, constató la AFP.
En un intento por separar a los dos campos, los tanques hicieron retroceder a los pro-Mubarak.
Tras la experiencia del miércoles, los detractores de Mubarak se organizaron para defenderse y mantener alejadas a las huestes leales al presidente. Algunos alertan de la presencia de sospechosos, a veces golpeando un farol con piedras, y enseguida cientos de jóvenes acuden, dispuestos a contraatacar a palos. Los militares entretanto intentan apaciguar los ánimos.
Cerca de la plaza estalló una nueva batalla, esta vez por controlar el abastecimiento de víveres, sin los cuales se complicaría la permanencia en la plaza. Armados con palos y piedras, los anti-Mubarak despejaron un puente cercano, donde un grupo pro-Mubarak, pertrechado con navajas, impedía la entrada de alimentos.
El Ejército cerraba el acceso al tráfico sobre el puente y dejaba pasar con cuentagotas a los peatones en dirección a Tahrir. Junto a ellos un civil confiscaba las bolsas que contenían agua o comida y las arrojaba al Nilo, de cuyas aguas las recogían los desheredados que viven debajo del puente.
Mubarak, de 82 años y en el poder desde 1981, prometió el martes que no volvería a presentarse a las presidenciales de septiembre. Pero esa promesa no apaciguó la rebelión.
Francia, Alemania y Gran Bretaña lo instaron a «iniciar un proceso de cambio» y a «evitar a toda costa el uso de la violencia contra los civiles».
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo durante un «desayuno de oración» anual que rezaba «porque la violencia en Egipto se detenga», dos días después de haber exhortado a Mubarak a comenzar de inmediato con la transición.
Fuente: AFP