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Estudiantes: mentiras y verdades que se esconden tras la renuncia de Sabella

La relación entre los dirigentes, el entrenador y los jugadores, sufrió distintos roces que desgastaron la armonía. La falta de refuerzos, el liderazgo de Verón y la parsimonia de los directivos. ¿Quién es el culpable?

Alejandro Sabella escuchó el reproche de los tres líderes de su ex plantel. Con Juan Sebastián Verón a la cabeza, acompañado de Leandro Desábato y Rodrigo Braña, el entrenador del “Pincha” plantó bandera y dio sus razones para alejarse del cargo, a una semana del comienzo del Apertura, a 56 días de haber ganado el Apertura y a poco más de un año y medio de obtener la Copa Libertadores.

“Los dirigentes no me respetan”, contó Sabella, ante la incredulidad de los jugadores que le pedían seguir “por el grupo” y porque “no era el momento”. Entre el duelo de reproches, alguien explotó: “Al final, te vas como Calderón”, retumbó en el vestuario del country de City Bell. Duro para un entrenador que le dio demasiado al “Pincha” y que no merecía este final, aunque el hermetismo de la cuestión deja entrever algo más agudo que el simple pedido de refuerzos y el poco apoyo dirigencial.

La estampa de Verón pesa. Sin figurar en los papeles, es quien preside Estudiantes. Es la figura elemental de una institución que baila a su compás. Sólo los hinchas del “León” saben entender esa cuestión, por eso, la mirada apunta a los dirigentes. Verón es intocable, como casi el resto del plantel, como lo era, a priori, Sabella.

Los insultos de los fanáticos tienen como destinatario a la cúpula dirigencial, comandada por Ruben Filipas. Claro está, el presidente –en los papeles– no tuvo el pulso necesario para manejar una cuestión que se volvió insostenible. La bomba, dicen, explotó con el affaire Ernesto Farías, quien fue ofrecido a Newell’s en 600 mil dólares, una suma que Estudiantes no estaba dispuesto a pagar.

Sabella quería sí o sí al “Tecla” y ante la negativa de los directivos, no tuvo más remedio que pegar el portazo, aunque sería sólo el daño colateral de una relación desgastada, asfixiante y molesta, tanto con los directivos como con el plantel.

“No hay que echar leña al fuego”, dijo Sabella al llegar a su casa, esa misma que se ofrecía rodeada de hinchas que le pedían que sigan. “Hay que predicar con el ejemplo”, agregó el DT antes de perderse en el silencio de su domicilio. Sólo él sabe cuánto le dolió esta salida sorpresiva. Sólo él sabe qué verdad se esconde atrás de una historia que tiene más de papelón que de polémica.

Fuente: Infobae

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