Legislatura Hoy

Leyes y políticas

El que viene será un Congreso muy radicalizado

La composición de listas y las perspectivas electorales hacen prever que la mayoría de los legisladores que asumirán en diciembre serán de los dos sectores en pugna. Reducida la “vía del medio”, el oficialismo actual la tendrá complicada en caso de ser reelecto. Las perspectivas de un kirchnerismo dominante -pero no mayoritario- en caso de ganar los Fernández.

Transitando los últimos meses de la primera experiencia de un Gobierno en minoría en ambas cámaras en cien años, propios y extraños coinciden en adelantar que esta realidad llegó para quedarse, y que cualquiera sea el signo de la administración que asuma o reasuma a partir del 10 de diciembre, deberá lidiar con eso. Calificados voceros del oficialismo y la oposición sostienen que a partir de la fragmentación del voto y la desaparición del bipartidismo, pasará un buen tiempo hasta que un Gobierno logre volver a gozar de mayorías plenas.

Es lo que le ha sucedido, como dijimos, al Gobierno de Cambiemos. Y lo que persistirá para el caso de que el 10 de diciembre Mauricio Macri inicie un segundo mandato. En Parlamentario ya lo adelantamos hace un año, basados en los resultados más probables que pudiera tener para mantenerse en el poder. Uno ajustado, como en 2015, imponiéndose en el balotaje pero habiéndose definido la composición de las cámaras en octubre; y otro muy favorable, como resultó ser el de 2017.

Según esos estudios, Cambiemos seguiría siendo minoría en ambas cámaras, cualquiera fuera el resultado. Si se replicaran los de 2015, el oficialismo tendría 108 diputados, uno más que los que tiene en la actualidad –recordemos que perdió uno recientemente al asumir un massista en lugar del asesinado Héctor Olivares-. Y si el éxito lo acompañara como en 2017 -algo improbable según todas las hipótesis, aun las más optimistas que maneja el oficialismo- llegaría a tener 122 diputados.

En la Cámara alta, en tanto, Cambiemos tiene 25 senadores; 26, si contamos a Miguel Pichetto, que oficialmente aún no ha informado a las autoridades del Senado dónde está ahora. Con un resultado ajustado como el de 2015, apenas llegaría a tener 27 senadores; y con el impensado éxito de 2017, escalaría a 33. Como sea, en ambos casos estará lejos del quórum propio.

Esos cálculos fueron hechos en base a estimaciones concretas como son sin duda los resultados de las últimas dos elecciones. Pero cuando se hicieron estábamos muy lejos del escenario de polarización que hoy se perfila. Una situación que puede llegar a reducir a las terceras víasal terreno de lo testimonial, repartiendo en ese caso todo lo que hay entre los dos sectores que separa la grieta, aquellos que parecen haber recreado per sé el añorado bipartidismo.

Para el caso de que exCambiemos siga siendo oficialismo, deberá hurgar muy bien para encontrar de dónde sumar para sacar las leyes. Porque tanto en 2016, como en 2018, buscó aliados entre los sectores no kirchneristas. Contó en el primer caso con el Frente Renovador y el bloque Justicialista, cuya creación habrá que asignarle en cierta medida al propio Gobierno y a la muñeca de Emilio Monzó. Pasadas las elecciones intermedias, y lastimada la relación con el massismo, la cuestión pasó fundamentalmente por la negociación con los gobernadores peronistas.

Es lo que volverá a suceder si Juntos por el Cambio retiene el poder, pues las fuerzas intermedias quedarán muy reducidas. El Frente Renovador, que luego de su integración con el resto del peronismo estará lejos de ser considerado un eventual aliado, desaparecerá prácticamente en esta elección. De sus 17 diputados actuales, 13concluyen sus mandatos. Sergio Massa logró colar en las listas a algunos, pero no son demasiados. Contándolo a él, en la provincia de Buenos Aires solo aparecen tres en puestos expectantes: el propio Massa, Cecilia Moreau y Ramiro Gutiérrez. Alguno más entrará por el interior del país, y tal vez pueda reintegrarse a ese espacio -si es oposición- la ahora lavagnista Graciela Camaño, si resulta elegida.Pero lo cierto es que la fuerza ascendente que supo ser el FR ya no tendrá gravitación en la Cámara baja.

En cuanto a Argentina Federal, de sus 33 miembros actuales, renuevan 14, poco menos de la mitad. Como sea, ese es el espacio con el que podrá contar Mauricio Macri si retiene el poder, negociación con los gobernadores mediante. Ahí jugará fuerte -en caso de ser gobierno- el vicepresidente Miguel Pichetto, que se complementará seguramente con Rogelio Frigerio, en caso de que sea reconfirmado al frente de la cartera política.

¿Qué enfrentaría un oficialismo reelecto en la Cámara alta? Por lo pronto, la novedad sería la ausencia de un Pichetto al frente de la oposición. Pero tenerlo ya como líder de los propios ya es un elemento superador. Renueva poco el oficialismo, apenas 4 bancas. Y aun con la polarización extrema que se vislumbra, es más que probable que esa sea justamente su cosecha y se quede como está.

En el caso del kirchnerismo, tiene todo para crecer en el Senado. De los 9 senadores actuales, renuevan 3, con posibilidades ciertas de sumar al menos 5 para el bloque cristinista.

En el caso del actual Argentina Federal, de sus 23 integrantes, renuevan 8; y en cuanto al Peronismo Federal, renuevan 4 de sus 5 bancas.

Un peronismo mucho más duro

Está claro que en la conformación de las listas del Frente de Todos, no se nota la letra del candidato presidencial Alberto Fernández. Más bien, queda claro que todo salió de la lapicera de su vice, Cristina Fernández. Como en sus momentos más inspirados de gobierno, la exmandataria hizo y deshizo a voluntad en cada uno de los distritos del país. En algunos casos más, en otros menos, los gobernadores volvieron a experimentar las presiones del kirchnerismo a la hora de la elaboración de listas.

Nadie puede negar que CFK las armó en base a dos criterios: que gane o que pierda. Garantizándose con los nombres elegidos que, si gana, una gigantesca mayoría de los legisladores le sea leal a ella, más que al presidente Fernández; y si pierde, son fieles que seguirán respondiendo a las directivas emanadas desde el Instituto Patria.

El que ya lo vio venir es Miguel Pichetto, que algo sabe de estas cuestiones después de haber vivido en ambas cámaras los últimos 28 años. En uno de los múltiples reportajes concedidos estos últimos días de campaña permanente, advirtió que el kirchnerismo “se prepara en el Congreso para ir a la guerra, para un modelo de colisión, en el que los muchachos tiran piedras afuera y en el que cada hecho se plantea como un hecho dramático”.

Hay en las listas cierta transversalidad, que responde a la necesidad de ampliar la unidad buscada para intentar volver al poder, por eso es que aparecen en la lista bonaerense tres diputados del FR, un librepensador como Facundo Moyano, un outsider como Itaí Hagman, que responde a Juan Grabois; agentes libres como Fernando “Pino” Solanas y Victoria Donda, y el evitista Leonardo Grosso, que supo separarse del kirchnerismo cuando los bolsos de José López, pero que siempre siguió profesando el ideario kirchnerista. Más cercano a Néstor, como aclaran sus miembros. A sus cuatro miembros se le vencen los mandatos, y solo Grosso tiene garantías de seguir seguro.

Al actual bloque Frente para la Victoria de 67 miembros se le van 39, con garantías seguras para renovar más que ese número. Cuando se alertó sobre la fuerte presencia camporista en las listas, el candidato presidencial del FdT se apresuró a aclarar que La Cámpora había resignado lugares, y es cierto, aunque cueste creerlo. Hoy son 28 los miembros de esa agrupación cristinista, de los cuales 23 ponen en juego sus bancas y solo 14 tendrían garantizada la continuidad.

Pero pensar que el kircherismo duro se limita a La Cámpora es un error. En las listas encabezadas por los Fernández hay cruzados cristinistas hechos y derechos, muchos de ellos más cerrados incluso que los propios camporistas. Será un Congreso inusualmente duro para exCambiemos, si sigue gobernando.

Lo que también hay que reconocer es que si el peronismo ganara, el quórum quedaría mucho más cerca. Porque esa atracción que en el peronismo ejerce el poder llevaría a que muchos de los peronistas no alineados vayan a acercarse a la bancada de la mayoría. Comenzando por el peronismo de los gobernadores, que en líneas generales ha salido a respaldar la fórmula de los Fernández. Así las cosas, es de esperar que buena parte del bloque Argentina Federal se pueda alinear con el bloque K si ganan las elecciones, con lo cual ese eventual oficialismo superaría el centenar, pero no tan ampliamente. Es de imaginar entonces que serían primera minoría, como máximo, mas aún lejos del quórum propio en Diputados.

Es de imaginar también que ante una eventual derrota difícilmente se mantenga Juntos por el Cambio como un interbloque, garantizándole la condición de primera minoría al kirchnerismo/peronismo.

En el Senado las cosas serían más favorables para un peronismo de nuevo en el poder, garantizándose la unificación de Argentina Federal con el Frente para la Victoria, y con ello asegurándose casi el quórum.

Como sea, el panorama de hiperpolarización mostrará un Congreso mucho más complicado cualquiera sea el resultado. Más, hay que decirlo, si el que gana es exCambiemos, como ya le sucedió en 2017 cuando ganó las elecciones pero rápidamente fue obligado por la oposición a meterse en el barro. Veremos si aprendió de la experiencia.

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