El kirchnerismo tiene un axioma de hierro. Las derrotas electorales nunca se producen porque sus gobiernos son malos. Siempre es el sistema de turno el que está equivocado, y el que los lleva injustamente a perder algunas elecciones. Allí es entonces que, en vez de buscar el modo de gobernar mejor, empiezan a cambiar los métodos electorales hasta que puedan dar con el adecuado que les permita volver a la victoria.
Es lo que está sucediendo una vez más. Para Cristina Kirchner, Alberto Fernández y el ministro Sergio Massa no hay fallas en el Gobierno que conduzcan a la derrota. Ni el 100% de inflación anual que vamos a superar, ni la pobreza de más del 40% ni las 15 especies de dólares ficticios que se han creado para ocultar la falta de dólares en las reservas del Banco Central son la causa del descontento y la desesperanza general. El problema, una vez más, es el sistema con el que vamos a ir a las urnas.
Por eso, la estrategia de Cristina, de sus tres hijos (el auténtico, Máximo Kirchner; el ideológico, Axel Kicillof; y el político, Wado De Pedro) y del resto del kirchnerismo es encontrar un sistema que los lleve a la victoria a pesar de que sus funcionarios más importantes tienen la imagen negativa más alta de la Argentina. La novedad es que a ese impulso anti PASO se ha sumado, con discreción y sin demasiados aspavientos, el ministro Massa.
Hay tres manipulaciones electorales en marcha. Ninguna de ellas es fácil de instaurar, pero se trata de dirigentes con gran creatividad, con mucha capacidad de persuasión y con cajas del Estado lo suficientemente provistas como para que el objetivo fluya como un río de montaña en época de deshielo. La primera de esas apuestas metodológica es la suspensión de las PASO, las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias que diseñó Néstor Kirchner luego de que Francisco De Narváez lo derrotara en 2009 en una boleta bonaerense donde lo secundaban Daniel Scioli, Massa y la cantante y performer peronista, Nacha Guevara.
A Kirchner le dio resultado la manipulación. Con la creación de las PASO incluyó también un cambio en el financiamiento de las campañas electorales, poniéndole límites a los recursos privados de los candidatos. Aquel kirchnerismo estaba convencido de que la derrota en las legislativas de 2009 era por el antiguo sistema electoral, y lo reemplazó por otro con las PASO como emblema. En principio, le dio resultado porque dos años después Cristina Kirchner se recompuso del golpe de la muerte de Néstor en 2010 y logró su reelección en 2011 con el 54% de los votos.

Pero la declamación de competencia electoral con el que se pusieron en marcha las PASO casi no fue utilizado por el kirchnerismo. Al contrario. Se convirtió en un obstáculo para utilizar el método al que más acudieron para ordenas las listas de candidatos. El dedo de Cristina Kirchner, el que decidió casi siempre para definir la suerte o la desgracia de los peronistas con aspiraciones.