Mientras Gbagbo resiste los embates del ejército de Ouattara, en las calles continúan los tiroteos que apremian a toda persona que se aventure a dejar su casa. Hay 100 mil exiliados en Liberia y hallan más fosas comunes.
Grupos de milicianos, mayormente leales al ex presidente Laurent Gbagbo, han estado haciendo incursiones por las calles de la capital comercial de Costa de Marfil, Abidjan, atemorizando a los civiles que se atreven a salir a las calles.
Los pocos que lo hacen en busca de agua u otros elementos de supervivencia, van precavidos de poner sus manos sobre la cabeza para demostrar que no tienen armas ni hay motivo alguno para que les disparen.
La situación humanitaria en la ciudad es crítica, según las evaluaciones de los organismos de la ONU, que reportan hospitales cerrados y ambulancias con restricciones para circular por miedo a recibir balas de las fuerzas en combate.
Si bien es imposible establecer una cifra a causa de la falta de datos, los continuos reportes sobre ejecuciones masivas y hallazgo de fosas comunes en diversos puntos del país, se calcula en más de un millar las bajas civiles.
Tanto en Abidjan como en Duékoué -donde ambos bandos se acusan mutuamente de ser responsables de una matanza de 230 personas-, a medida que los asistentes de las Naciones Unidas se ponen al día con las necesidades primarias de la población que subsiste, se enteran de la existencia de fosas comunes que albergan a cientos de cuerpos sin identificar. Un último reporte señala la aparición de un nuevo cementerio improvisado enBloleuquin como consecuencia de una presunta masacre étnica.
La situación de incertidumbre ha forzado a muchas personas a peregrinar en busca de tierras menos peligrosas. El destino más común ha sido Liberia, lindante hacia el oeste, país que ha recibido unos 100 mil inmigrantes que huyen de la tierra del cacao.
Según especialistas, aun si la lucha terminara hoy mismo con la victoria del presidente electo Alassane Ouattara -como parece que sucederá en breve-, la gobernabilidad será complicada, ya que el país está dividido desde hace décadas.
En la mañana del miércoles, tras un atisbo de rendición por parte de Gbagbo y tras una negociación fallida para que entregue el poder, fuerzas opositoras entraron en su residencia para tratar de arrestarlo, chocando con seguidores del mandatario sin poder lograr su objetivo.
Los voceros de Ouattara aseguraron que no quieren asesinar a Gbagbo sino «juzgarlo», punto de vista que no comparten los oficialistas, quienes aseguran que matar a su líder es el único deseo de sus rivales. De hecho, el mismo Gbagbo declaró que si bien ser un mártir no es su objetivo, «si la muerte llega, llega».
Fuente: infobae.com